El Sevilla sentencia a un Nuno que firmó su condena antes de jugar
No es que resultado fuera lo de menos (Sevilla 1-0 Valencia), pero lo cierto es que la noticia en el Sánchez Pizjuán fue la dimisión de Nuno; el técnico afrontó el crucial partido con la decisión tomada
No es que resultado fuera lo de menos (Sevilla 1-0 Valencia), pero lo cierto es que la noticia en el Sánchez Pizjuán fue la dimisión de Nuno Espírito Santo. El técnico afrontó el crucial partido con la decisión tomada, es más había intentado dar ese paso en las últimas semanas aunque la directiva no lo había admitido. La victoria del Sevilla -gracias al tanto de Escudero- no fue más que la excusa perfecta para oficializar lo evidente: con el único apoyo de Lim y Mendes, la afición en contra y al frente de un vestuario que no creía en él, los días de Nuno en el banquillo de Mestalla estaban contados. El Valencia caía en picado y necesitaba un golpe de efecto que frenase el hundimiento. Queda por ver si el remedio es mejor que la enfermedad.
Sin saber a qué juega y desquiciado. El conjunto che navegaba a la deriva. El Valencia, un equipo al que se presuponía un proyecto que le permitiese luchar para conseguir grandes objetivos, se quedó sin capitán hace tiempo. A la hora de buscar razones, las acusaciones llegaban de todas partes y tenían el mismo objetivo. Los focos se centraron en la figura de Nuno como único y máximo responsable del desplome del Valencia. Lo cierto es que, en el terreno personal, el técnico portugués nunca ha gozado de la simpatía del vestuario que dirigía hasta este domingo. No gustó la manera en la que entró y tampoco su forma de ser arrogante y sin tacto. Su altiva personalidad ha ido poniendo a todos en su contra.
Nuno: "Le doy las gracias al señor Lim"
A esto hay que añadir la parcela profesional. Su dirección del vestuario ha sido censurada en privado por sus propios integrantes porque éstos no terminaban de comprender las instrucciones que les daba Nuno. La clave es que la plantilla del Valencia no creía que el entrenador estuviera capacitado para detener el naufragio e, incluso, discutían abiertamente algunas de las cuestiones tácticas que planteaba. Los jugadores no creían en él ni como técnico ni como persona. Además, la mayoría de la afición exigía su cabeza de forma constante. Y es que la única tabla a la que se podía agarrar Nuno era la de Mendes y Lim.
El representante portugués buscaba una solución por orden del dueño del club che, que se resistía a dar un golpe sobre la mesa. Tanto que ha apretado al entrenador hasta el final para que no se fuese cuando era consciente de que la decisión estaba tomada antes del partido contra el Sevilla: la última vez que Nuno intentó dimitir fue hace tres días, una escena que se ha repetido en las últimas semanas. Lo cierto es que ha sido su relación personal con Lim la que le ha mantenido en el cargo. El dueño del Valencia se resistía a despedir a su amigo que también contaba con el sostén de Jorge Mendes. El luso no sólo es su agente, también el que marca las directrices deportivas de la primera plantilla che. A pesar de estar respaldado por los ejecutivos del Valencia, la presión ha sido tan asfixiante que Nuno ha decidido cortar por lo sano.
En el capítulo meramente deportivo, el conjunto che acumuló tres tarjetas amarillas en su defensa en los primeros 20 minutos: Abdennour, Gayá -que no terminaba de estar y hacía de su banda derecha una vía de entrada para el Sevilla- y Cancelo. El peligro era evidente y se materializó en el minuto 35 cuando este último dio un manotazo a Escudero en la cara y vio la segunda amarilla. El Valencia tenía que hacer frente al partido con un hombre menos y esto añadía un inconveniente más a su lista: su ritmo de juego era lento, crear era un suplicio y la única buena noticia era la consistencia de su defensa en el juego aéreo. Lo cierto es que Nuno dio forma a la alineación con lo que tenía… y con Ryan en la portería, decisión que sirvió para ser cuestionado. Una vez más.
La primera intención del Valencia fue desplegar un fútbol muy vertical. Aguantó atrás sin hacer daño a Rico y acumulando intentos vanos por tocar el balón. Cada vez que los hombres de Nuno saltaban una línea rival se encontraban con una falta total de apoyos por lo que retrocedían dando tiempo a que el Sevilla se recolocase. Incapaces de sorprender, defendían por acumulación y atacaban con el ritmo de una tortuga. Tanto que, en los primeros 45 minutos, no dibujaron ningún disparo entre los tres palos por los siete del Sevilla. El conjunto local saltó con buena actitud y con intensidad para embotellar a su rival. Con cierto riesgo y con las bandas cobrando especial importancia, el Sevilla vivía un partido plácido.
Escudero, debut y golazo
A pesar del dominio local, el partido se fue al descanso sin goles. El Valencia había perdido espacio facilitando a su rival el control de la contienda. Tanto que se encerró en su área acusando falta de cabeza, de llegada y con mucho por cambiar. El problema era adivinar el qué. El empate no le valía a ninguno de los dos. Los de Emery se habían mostrado intensos, pero les faltaba el último pase para conectar con la delantera con los pases interiores. Aprovechando su superioridad numérica, debía ensanchar su amplitud de juego sin bajar el nivel de intensidad. Regresaron al campo con la lección bien aprendida y asumida porque Escudero no tardó en lucirse en su estreno con el Sevilla. Mariano recuperó un mal envío desde la derecha para ceder a Banega, que, con el exterior, dibujó un centro perfecto.
El canterano del Real Murcia no pudo hacerlo mejor: se acomodó en carrera y le pegó de primeras buscando el palo derecho… y batiendo a Ryan. Por fin, el Sevilla jugaba bien y marcaba. El gol en contra acusó, aún más, la falta de intensidad del Valencia en el centro del campo. Los de Nuno se las veían y se las deseaban cuando el conjunto local les apretaba en la línea de creación. Hasta el momento, el Sevilla había planteado mejor el partido, mucho mejor. Eso sí, no lograba transformar en ocasiones su absoluto dominio. El viento soplaba a su favor porque sus rivales se disolvían poco a poco y su actitud tampoco ayudaba: Javi Fuego también terminó de ver el partido en el vestuario después de ver la segunda amarilla por una entrada a Krychowiak. La excepción era un Parejo, el único que aparecía y lo intentaba.
El Sevilla comenzó a tocar sin prisa alguna como si la ventaja que reflejase el marcador fuera mucho más amplia. Jugando con fuego, se topó con un Valencia que presionaba la salida del balón aferrado a la esperanza de que la zaga sevillista cometiera algún error. No llego éste, pero tampoco la capacidad del conjunto local para maniatar y generar peligro a un rival que estaba jugando con nueve. Los de Emery mataron el partido luchando por templar los nervios mientras el Valencia decidía su futuro. Y éste no pasaba por la dirección de Nuno Espírito Santo desde el banquillo de Mestalla.
Ficha técnica:
Sevilla: Sergio Rico; Mariano, Rami, Kolodziejczak, Escudero (Krohn-Dehli, m.83); Krychowiak, N'Zonzi; Vitolo, Banega, Konoplyanka (Reyes, m.86); Llorente (Immobile, m.69).
Valencia: Ryan; Cancelo, Santos, Abdennour, Gayà; Enzo Pérez (Feghouli, m.62), Javi Fuego, Danilo, Parejo; Alcácer (Bakkali, m.78), Santi Mina (Vezo, m.46).
Gol: 1-0, M.50: Escudero.
Árbitro: Carlos Velasco Carballo (Comité Madrileño). Expulsó por doble amarilla a los valencianistas Cancelo, que las vio en los minutos 10 y 35, y Javi Fuego (m.57 y 78). También amonestó a los locales Rami (m.17), Mariano (m.71) y Vitolo (m.84), y a los visitantes Gayá (m.13) y Abdennour (m.20).
Incidencias: Partido de la decimotercera jornada de la Liga BBVA, disputado en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán ante unos 38.000 espectadores. Césped en buen estado.
No es que resultado fuera lo de menos (Sevilla 1-0 Valencia), pero lo cierto es que la noticia en el Sánchez Pizjuán fue la dimisión de Nuno Espírito Santo. El técnico afrontó el crucial partido con la decisión tomada, es más había intentado dar ese paso en las últimas semanas aunque la directiva no lo había admitido. La victoria del Sevilla -gracias al tanto de Escudero- no fue más que la excusa perfecta para oficializar lo evidente: con el único apoyo de Lim y Mendes, la afición en contra y al frente de un vestuario que no creía en él, los días de Nuno en el banquillo de Mestalla estaban contados. El Valencia caía en picado y necesitaba un golpe de efecto que frenase el hundimiento. Queda por ver si el remedio es mejor que la enfermedad.