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Tras cuatro temporadas, Óliver por fin se gana la confianza de Simeone
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titular en el debut e importante en el juego

Tras cuatro temporadas, Óliver por fin se gana la confianza de Simeone

Hace tiempo, cuando Óliver Torres debutó en el primer equipo, la ilusión en torno a su futuro era muy grande. Ha tardado tres temporadas en acabar convenciendo a Diego Simeone

Foto: Óliver debutó con muy buen pie (EFE).
Óliver debutó con muy buen pie (EFE).

El paso del filial a la primera plantilla de un club de élite es un hecho cansado, tedioso, desesperante en ciertas fases. Sirva como paradigma la evolución del niño inmaduro que somos la mayoría de adolescentes. Hay instantes de alegría, de júbilo incontenible, como son el primer beso, la primera copa, el debut siempre soñado, el primer gol... Las discusiones con los padres originadas por un comportamiento irregular, las mismas discusiones con el entrenador de turno: 'soy suficientemente bueno', 'hay jugadores mejores que tú', 'me han suspendido tres, 'no, has suspendido tú tres', 'el profesor me tiene manía', 'el entrenador me tiene manía'... Sin que las anteriores citas sean exactas en todos los casos, puede servir para que entendamos lo que significa esperar por la oportunidad.

Hay algunos que tuvieron la fortuna, que sólo le pasa a unos pocos elegidos, de llegar, debutar y convertirse rápidamente en un futbolista indiscutible del primer equipo y a partir de ahí, no salir nunca más de él. Le sucedió a Raúl, a Puyol, a Xavi... Pero ni siquiera Iniesta, uno de los mejores jugadores de la historia de nuestro país, tuvo un camino sencillo. Pero ninguno de los anteriores futbolistas mencionados tuvo que tener tanta paciencia como la que ha hecho de Óliver Torres el jugador que es hoy.

Óliver era una promesa con mayúsculas en las categorías inferiores del Atlético. Su debut se esperaba con una pasión intensa, y una ilusión que no distaba demasiado de la que generó Fernando Torres allá por 2001. Se sabía que era un jugador con mucho talento, capaz de hacer de la pelota una extensión de su propia pierna, y eso se esperaba de manera ansiosa en un Atleti que estaba en pleno crecimiento y que quería mucho más. Pero para el Cholo no estaba listo para dar ese salto.

Debutó en la primera jornada de la Liga 2012-13. Pero antes de eso tuvo que pasar por la casilla de salida, y además varias veces. El banquillo parecía más la cárcel del Monopoly que un cómodo asiento. Después de varias convocatorias en la temporada anterior en las que no jugó ni un minuto, pasó del filial a tener ficha del primer equipo sin haber jugado. Su primer partido fue contra el Levante y en total el Cholo sólo lo alineó en diez partidos, ocho de Liga y dos de Copa. Ese debut tenía truco, en realidad, porque rápidamente volvió al 'B' hasta enero, cuando ya se asentó en las convocatorias de Simeone.

Y cuando se suponía, o parecía al menos, que se iba a quedar en el primer equipo de manera definitiva fue al año siguiente, el año de la Liga. Volvió a tener dorsal, el 16, pero seguía sin tener la confianza de Simeone, que contaba con él sólo esporádicamente. De hecho, donde más jugó fue en la Champions League, en su fase de grupos, con hasta cuatro participaciones. Pero viendo que en esa situación el jugador se iba a atascar en su progresión, el club tomó una sabia decisión, que fue cederlo. Se marchó al Villarreal y allí tampoco pudo triunfar.

Entonces apareció Julen Lopetegui con una oferta de cesión para el chaval. Un año en el Oporto, jugando Champions League, curtiéndose en una Liga más dura de lo que parece, como la portuguesa, recuperando la confianza... Era un reto enorme para un jugador que no había tenido nunca continuidad en el Atlético. Todo lo anterior pasó: jugó la Champions, se curtió, recuperó la confianza. Tan buen rendimiento dio que nada más volver al Atlético, nadie dudó de su continuidad, de que esta vez sí, el niño promesa de la cantera se quedaba para triunfar. Y sin más preámbulos le dieron el 10 de Arda... y a ser titular.

El paso del filial a la primera plantilla de un club de élite es un hecho cansado, tedioso, desesperante en ciertas fases. Sirva como paradigma la evolución del niño inmaduro que somos la mayoría de adolescentes. Hay instantes de alegría, de júbilo incontenible, como son el primer beso, la primera copa, el debut siempre soñado, el primer gol... Las discusiones con los padres originadas por un comportamiento irregular, las mismas discusiones con el entrenador de turno: 'soy suficientemente bueno', 'hay jugadores mejores que tú', 'me han suspendido tres, 'no, has suspendido tú tres', 'el profesor me tiene manía', 'el entrenador me tiene manía'... Sin que las anteriores citas sean exactas en todos los casos, puede servir para que entendamos lo que significa esperar por la oportunidad.

Diego Simeone
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