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Un Barcelona incapaz se enreda en la red del Getafe y deja marchar al Real Madrid
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olvidó cómo se crean ocasiones

Un Barcelona incapaz se enreda en la red del Getafe y deja marchar al Real Madrid

Inesperado tropiezo del Barcelona. El equipo de Luis Enrique, que generó muy poco peligro, no pudo nunca con el perfecto entramado defensivo del Getafe

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El Barça no acabará el 2014 líder. Empató contra el Getafe (0-0) y se queda ya a cuatro puntos del Real Madrid y, por tanto, con la imposibilidad de superar a los blancos mientras éstos juegan el Mundial de clubes. Y no ganó, porque la idea de juego del Barcelona dista mucho de ser la más parecida a lo que acostumbraba. Si asumimos que lo que fue un día el Barça jamás va a volver, el juego del equipo culé tiene la obligación constante de reinventarse y buscar alternativas que le permitan superar los obstáculos que le planteen los rivales.

El juego posicional sigue siendo la base de la existencia azulgrana, si bien las cualidades que lo hacían infalible han desaparecido. Ya no siempre hay dos opciones de pase para el portador de balón, y por tanto el esférico no se mueve a una velocidad suficiente para abrir huecos. La fluidez del juego es directamente proporcional al peligro: dos ocasiones en una hora, y fue un rebote y un libre directo de Messi.

Puede llevar a engaño la posesión del balón, como suele pasar. El Barça tenía el control del partido, porque contra el Getafe hay pocos equipos que no tengan el control por el hecho de que el Getafe no tiene capacidad futbolística para proponer juego. Y así, la pelota es del Barça, pero sin tener clara la utilidad que le van a dar a la misma, crear ocasiones se convierte en una utopía. Los partidos que le salían malos al gran Barça eran esos en los que no ganaba y creaba unas quince o veinte ocasiones claras de gol. En los partidos malos actuales, apenas tiene dos, tres… cuatro a lo sumo.

El Barça generalmente no ha necesitado en demasía de sus centrales para crear juego, aunque recurría a ellos para habilitar la continuidad de una jugada atascada. Pero ahora, la conducción de los centrales se convierte en básica para que haya alguna opción de que no se pierda la pelota. Gerard Piqué y Jérémy Mathieu sacaron la pelota sin pasar por Busquets, Xavi o Rakitić en muchos momentos. Con el Getafe encerrado y la falta de alternativas hacía que los dos defensas fueran los encargados en crear juego. Claro, cuando lo hacen ellos es menos peligroso que si lo hace Xavi.

Y si el Barça no sufrió en Getafe, fue porque el Getafe no tuvo ni la más mínima intención de atacar, asumiendo su posición de dominado con alegre entusiasmo. Se colocaba en un claro 4-5-1 muy replegado, en ocasiones demasiado inclinado hacia su propia portería, dejando muy poco espacio entre su primer hombre y su último jugador. ¿Qué consigue con esa disposición? Que los huecos entre sus futbolistas sean los mínimos y que el Barça se estrelle una y otra vez contra un muro de contención, idea básica para un equipo pequeño que quiere minimizar daños. El caso es que con un poco menos de sumisión, si el cerrojo hubiese tenido una pequeña abertura arriba, habría hecho mucho daño a la defensa del Barça.

El juego que están desplegando los de Luis Enrique se basa y mucho (muchísimo) en que el enano frote la lámpara y aparezca el genio que tiene dentro. Pero Messi no está de apagafuegos todos los partidos, sólo la gran mayoría. Habrá algún día, como esta vez en Getafe, que a Messi no le salga una de esas que si no lo hiciera todos los días sería la jugada de su vida. Xavi dijo al acabar el encuentro que no ganaron porque la pelotita no quiso entrar en la falta que lanzó Messi al larguero (su octava madera de la Liga). No es cierto en absoluto: para que la pelotita quiera entrar hay que llevarla a la portería. Y el Barça no lo hizo.

Otros días, si no aparece Messi inicialmente para ganar él solo los partidos, lo hace Neymar. Fue el brasileño el que remontó el partido ante el PSG y con sus 14 goles ha mantenido con vida al Barça en la Liga y la Champions. Pero no estaba en el Coliseum. En ese caso, si Messi no da sensaciones de providencia y Neymar no está, Luis Suárez tiene la obligación, por calidad y por precio, de poder tener la opción de resolver individualmente los encuentros. Ya lleva un número de partidos lo suficientemente amplio como para haber cogido el ritmo al club, pero sigue sin tener ni la más mínima idea de cómo participar, de cómo ayudar. Deambula por el campo, la toca cuando puede y no resuelve cuando tiene la opción.

Los cambios de uno y otro fueron para reforzar las ideas que se estaban exponiendo, y claro, lo único que pasó es que siguió todo igual. Bueno, igual del todo no, porque con Iniesta algo más de imaginación había sobre el campo, pero con el mismo resultado: el embotellamiento del Getafe y la incapacidad creativa del Barça. Volvió Munir a serle útil a Luis Enrique, aunque no para el resultado, que pudo cambiar si Vicandi Garrido no hubiese pitado antes de tiempo. Álvaro Vázquez se quedó solo ante Bravo cuando el colegiado vasco decidió que ya había visto suficiente.

Ficha técnica:

0.- Getafe: Guaita; Valera, Naldo, Velázquez, Alexis; Míchel, Lacen; Yoda (Pedro León, min. 75) Sarabia, Lafita (Diego Castro, min. 69); y Sammir (Álvaro Vázquez, min. 61).

0.- Barcelona: Bravo; Alves (Adriano, min. 79), Piqué, Mathieu, Jordi Alba; Rakitic (Iniesta, min. 65), Busquets, Xavi; Messi, Luis Suárez y Pedro (Munir, min. 76).

Árbitro: Bikandi Garrido (Comité Vasco). Mostró cartulina amarilla a Sarabia (min. 65) por parte del Getafe.

Incidencias: Partido correspondiente a la decimoquinta jornada de la Liga BBVA disputado en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe ante cerca de 12.000 espectadores.

El Barça no acabará el 2014 líder. Empató contra el Getafe (0-0) y se queda ya a cuatro puntos del Real Madrid y, por tanto, con la imposibilidad de superar a los blancos mientras éstos juegan el Mundial de clubes. Y no ganó, porque la idea de juego del Barcelona dista mucho de ser la más parecida a lo que acostumbraba. Si asumimos que lo que fue un día el Barça jamás va a volver, el juego del equipo culé tiene la obligación constante de reinventarse y buscar alternativas que le permitan superar los obstáculos que le planteen los rivales.

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