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Cristiano estimula a un Messi que disimula las carencias del Barcelona de Luis Enrique
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una rivalidad que eleva al fútbol a otro nivel

Cristiano estimula a un Messi que disimula las carencias del Barcelona de Luis Enrique

Si uno mete tres, el otro también. Los dos astros elevan el fútbol a una dimensión nunca antes vista que sus equipos aprovechan para seguir ganando partidos

Foto: Leo sonríe con el balón que se llevó a casa tras su hat-trick ante el Espanyol.
Leo sonríe con el balón que se llevó a casa tras su hat-trick ante el Espanyol.

A estas alturas de la película, ningún aficionado al fútbol duda. Todos coinciden al unísono. Cristiano Ronaldo y Leo Messi son los dos mejores jugadores del mundo. El atleta Cristiano frente al esteta Messi. La fuerza de uno y la técnica del otro. Si uno mete tres, llega el otro y mete cuatro. Humanizan lo que antaño sólo podía ser obra de un extraterrestre. Una competencia sana que ha elevado al fútbol a una nueva dimensión. Compiten en sueldo, en patrocinadores, en goles y hasta en seguidores en twitter. Se reparten el pastel de los honores nacionales e internacionales: pichichis, Balones de Oro... es la rivalidad hecha fútbol. Los porteros tienen pesadillas y los seguidores se congratulan de poder vivir una etapa gloriosa para el balompié.

El pasado fin de semana fue una nueva muestra de ello. El sábado, el Real Madrid se enfrentaba el Celta de Vigo en el Santiago Bernabéu. Una gélida y lluviosa tarde otoñal que los madridistas solventaron con un triplete de su buque insignia. Un festín goleador que arrancó con un claro piscinazo del propio Cristiano. El séptimo penalti liguero en 13 partidos para el portugués abría la veda. Luego llegaron otros dos remates desde dentro del área para engrosas una hoja de servicios que asusta: 23 goles (y 11 asistencias) en 13 partidos de la competición doméstica. Una cifra (1,76 goles por partido) de otra galaxia que le hubiera servido para acabar pichichi en 27 temporadas. De seguir así, y suponiendo que lo juega todo como es su deseo, acabaría el curso con 65 dianas, superando las 50 de Messi en la temporada 2011/2012.

En total son 29 goles (23 en Liga, 4 en Champions y 2 en la Supercopa de Europa) y 13 asistencias en 21 partidos. Pese al buen partido y a recoger desde el banquillo el balón que secó con mimo Herrerín, delegado de campo del Real Madrid, y que adornaba su enésima gesta, el luso se fue a la cama maldiciendo su desdicha tras la plástica y exuberante chilena que, con 0-0 en el marcador como dijo su compañero Pepe a la conclusión del choque, hubiera provocado que el “estadio se viniera abajo”. No intenten entenderlo. Así funciona la mente de un animal competitivo que no conoce límites. “Supone una gran ventaja para nosotros. En estos momentos está muy bien y por fortuna físicamente está a tope. Además, su motivación es extraordinaria”, comentaba en rueda de prensa Carlo Ancelotti. Junto a Carvajal, Pepe, Marcelo o Sergio Ramos, el técnico italiano fue el encargado de rendir pleitesía a un hombre que sorprendentemente prefirió vivir las loas familiares en un prudente segundo plano, apartado del foco mediático.

Un día después de la exhibición, a 621 kilómetros de la capital del reino, Messi saltaba al césped del Camp Nou para que, a nivel colectivo, el Barcelona no perdiera comba respecto al implacable líder y, en el plano individual, recoger el guante y aceptar el reto de su némesis. “Nos interesa, en el caso de Leo, que aporte lo máximo al equipo. Lo ha hecho en el aspecto ofensivo con tres goles y también en muchas situaciones defensivas. Hay máxima implicación, que es lo que buscamos en todos los jugadores. El gol de Messi (el primero) ha sido clave para nosotros y para el rival”. La aséptica síntesis de Luis Enrique a la conclusión del choque ante el Espanyol no hacía honor a la lección de fútbol del líder espiritual del equipo azulgrana.

Porque un día más, su jugador franquicia volvió a dar un recital que despertó del sueño a un Espanyol que gracias al tempranero gol de Sergio García soñó con profanar la casa del vecino. Leo agarró el toro por los cuernos y enmascaró las dudas defensivas que suscita el Barça con galones, desequilibrio y tres goles despampanantes. El primero al filo del descanso, con un disparo que se coló por donde la lógica dice que no cabe un alfiler. El segundo a los ocho minutos de la reanudación, mientras el rival se lamentaba, todavía en estado de shock, con un explosivo trifásico (control, caño y tiro). El tercero, derroche de velocidad y conducción tras los tantos de Piqué y Pedro, para abrochar la plácida tarde y, de paso, reivindicarse ante Cristiano. Hasta la fecha, atesora 13 tantos (ninguno de penalti) y 9 asistencias en 14 partidos jugados. En total son 20 goles y 11 asistencias en 19 partidos de la temporada 2014/2015 para el rosarino.

El permanente pique que viven las dos estrellas ha desembocado en una dictadura donde ambos jugadores se erigen en los tiranos del fútbol mundial. Momento para las estadísticas comparadas. Números mareantes que, según la bufanda con la que se mire, desnivelarán la balanza a favor de uno u otro genio.Con su ‘hat-trick’ ante el Celta, Cristiano se convirtió en el jugador con más partidos con tres o más goles en la historia de la Liga (23), por delante de Di Stéfano y Zarra (22). Por su parte, Messi, a quien le costó tres partidos (Real Madrid, Celta y Almería) superar el récord de Zarra como máximo artillero en la historia de la Liga, ha cogido impulso con nueve goles, repartidos en tres ‘hat-tricks’ (Sevilla, Apoel y Espanyol), en los últimos cuatro compromisos barcelonistas. Ante el cuadro perico, ‘La Pulga’ se llevó el vigésimo primer balón a casa en la máxima competición del fútbol patrio. Si sumamos sus trayectorias como profesionales, el balance favorece al delantero del Barça (29-27).

Sin embargo, Cristiano ha anotado al menos un gol de penalti en 15 de esos 23 'hat-tricks' ligueros, mientras el argentino sólo lo ha hecho en tres de sus 21 tripletes. Ante el equipo del Toto Berizzo, CR7 alcanzó su gol número 200 en Liga (46 penaltis)… en sólo 178 partidos. Messi cuya cuenta personal asciende hoy a 255, necesitó disputar 235 partidos para lograrlo. Eso sí, desde que Cristiano aterrizó en Madrid en el verano de 2009, Messi suma dos goles más que el luso: 202, 19 de ellos desde los once metros. Por último, al margen de los títulos obtenidos por Real Madrid y Barcelona, en el año 2014, periodo que se computa para otorgar el ansiado Balón de Oro, las fuerzas se encuentran equiparadas. Messi alcanza 55 goles y 24 asistencias en 63 partidos. Cristiano, sin embargo, se va hasta 58 goles y 16 asistencias en 56 partidos. ¡Y los que nos quedan!

A estas alturas de la película, ningún aficionado al fútbol duda. Todos coinciden al unísono. Cristiano Ronaldo y Leo Messi son los dos mejores jugadores del mundo. El atleta Cristiano frente al esteta Messi. La fuerza de uno y la técnica del otro. Si uno mete tres, llega el otro y mete cuatro. Humanizan lo que antaño sólo podía ser obra de un extraterrestre. Una competencia sana que ha elevado al fútbol a una nueva dimensión. Compiten en sueldo, en patrocinadores, en goles y hasta en seguidores en twitter. Se reparten el pastel de los honores nacionales e internacionales: pichichis, Balones de Oro... es la rivalidad hecha fútbol. Los porteros tienen pesadillas y los seguidores se congratulan de poder vivir una etapa gloriosa para el balompié.

Leo Messi Cristiano Ronaldo
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