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El Valencia aprovecha la siesta de siete minutos del Atlético para soñar en grande
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LOS DE SIMEONE SE QUEDAN SIN RESPUESTA

El Valencia aprovecha la siesta de siete minutos del Atlético para soñar en grande

Tras encajar 3 goles en 7 minutos, Mandzukic pudo recortar distancias, pero un fallo desde el punto de penalti de Siqueira acabó con el conjunto rojiblanco

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Había muchas ganas en el Valencia para este partido, y ese ímpetu se dejó ver desde el primer minuto. Salieron los de Nuno a comerse al Atlético, el nuevo máximo rival che, y lo hicieron. A los trece minutos, la ventaja ya era de 3-0 y la victoria parecía amarrada. No se escapó al final, pero más por demérito de un Atlético estéril, incapaz de motivarse contra alguien que no sea el Real Madrid. Un gol pudo marcar, y de rebote, pero apenas creó más ocasiones en todo el partido. El 3-1 definitivo permite al Valencia soñar al menos dos semanas más con ser una alternativa real a los dos gigantes del fútbol español.

Corría el minuto 27. El público de Mestalla, jubiloso por el espectáculo del que estaba siendo testigo, comenzó a expresar mediante olés su satisfacción con el juego de su equipo. No era para menos. En seis minutos, había destrozado hasta en tres ocasiones la defensa de una de las plantillas más rocosas de toda Europa. La felicidad era indiscutible, y más cuando era todo menos esperada. Las sorpresas, cuando son positivas, alegran aún más. Sin embargo, en la banda, Nuno Espírito Santo estaba inquieto. La felicidad, si la sentía, se la guardaba para sí mismo. No expresaba nada que no fuera concentración. Veía premonitoriamente lo que podía suceder, y eso no es otra cosa que una remontada del Atlético. Pidió calma, no quería euforias. Dos minutos después, marcó Mandžukić. Y al descanso, pudo llegar con sólo un gol de los tres de ventaja.

Y no se arribó a ese intermediocon un momentáneo y esperanzador (para los rojiblancos, claro) 3-2 porque bajo los palos había el verdadero temor de todos los lanzadores de penaltis. No hay arquero más fiable desde los once metros que Diego Alves y no tiene inconvenientes en demostrarlo cada vez que haga falta. Ante sí, había un especialista casi infalible como Siqueira, compatriota suyo. Extrañamente, le tembló el pulso, dudó desde el momento en el que empezó a lanzar la carrera. Se agobió y falló. Falló, aun si Alves le enseñó constantemente el lado derecho del marco. El portero se empezó a decantar hacia su derecha, pero Siqueira no levantó la mirada y apostó por el mismo lado hacia el que caía el rival, que no sólo evitó el gol, sino que blocó la bola.

Lo malo de empezar ganando en los primeros instantes del partido es que el rival tiene mucho tiempo por delante para reaccionar. Cierto es que un 3-0 es un resultado suficientemente abultado como para poder considerar sin temor que el partido está y estará controlado, pero cualquier gol contrario en los siguientes minutos enerva al que está por delante y encorajina al que tiene desventaja. Nuno sabía que en cualquier momento podía producirseese gol que desestabilizara a su equipo. Y se produjo poco después de su advertencia a la grada y de una forma similar a como se dieronlos tantos valencianos: por un error defensivo. Un disparo improvisado de Tiago fue más peligroso de lo esperado, Alves despejó demasiado centrado. Barragán tenía perdida la marca de Mandžukićy el croata no falló.

El lateral valencianista no acertó en esa acción, pero el que produjo todos los errores del Atlético fue también un único protagonista, y es uno que no acostumbra a espectáculos lamentables como el de la tarde de este sábado. JoãoMiranda hizo con toda seguridad su peor partido como colchonero. Las tres acciones que dieron ventaja al Valencia le tuvieron como antagonista. Poco después del pitazo inicial, una terrible comunicación entre Moyá y el brasileño acabó con éste rematando a su propia portería. La culpa en esta acción debe repartirse. Si Moyá salió a por el balón, es porque lo pidió, pero se quedó a media salida; y si Miranda oyó a su portero y siguió adelante, la pifió.

Ese traspié tan extraño y poco habitual descolocó al Atleti, que no se recuperó hasta que asumió el tremendo palo, cuando ya iba 3-0. Aprovechando la situación apareció André Gomes, como un tren de mercancías, rompiendo líneas con amagues y recortes hasta que se coló en el área pequeña y fusiló a Moyá. El que le cubría era Miranda, muy flojo en el marcaje, débil y superado. En ningún caso intentó golpearle con el hombro, incomodarle. Le dejó ir. Igual que pasó con el gol de Nicolás Otamendi en lo que Miranda y el Atleti es especialista: el balón parado. La estrategia de Nuno fue perfecta. Otamendi cerraba un tren de valencianistas, agarrados entre sí por la cintura. Mustafi, el que abría, hace pantalla, Rodrigo hacia la izquierda y el argentino hacia la derecha. Miranda le perdió la marca y Otamendi remató a placer.

El tanto de Mandžukić, el 3-1, abría la vía de la remontada, pero el Atlético no la cerró. Tuvo minutos de un dominio asfixiante sobre el Valencia, que no podía salir al contragolpe. De hecho, una característica muy buena del Atleti del Cholo es que cuando realiza el ataque posicional, cierra conscientemente, a la vez que ataca, los espacios atrás. Rodrigo, Piatti y Alcácer eran tres islas arriba que no podían aparecer porque no les llegaba el balón. En cambio, el Atleti lo tenía siempre, cuando lo perdía lo recuperaba inmediatamente. Pero carecía de profundidad. El juego de posición no es lo suyo. Griezmann estaba pero no participaba; Arda se movía entre las líneas sin intención, y el resto movían el balón en horizontal, nunca en vertical.

Simeone reaccionó, pero salvo por el gol de Mandžukić, no era el día de los fichajes rojiblancos. Antoine Griezmann, como decimos, estaba incómodo. No sabe si juega en la derecha, como segundo punta o como delantero y en medio de la duda, se difuminó. Pero menos incluso pudo aportar su reemplazo, Alessio Cerci. A los tres minutos de ingresar en el campo, se llevó su primera amarilla de la tarde. Apenas se dejó ver y cuando lo hizo, fue superado por la defensa del Valencia, como cuando Lucas Orbán le ganó una acción que podía haber sido penalti, pero el argentino llegó perfecto al balón. Y en el descuento, marcó tras ayudarse con la mano: segunda amarilla y expulsado. La decepción de Cerci es el reflejo del peor Atleti en mucho tiempo. El Valencia, por fin, se venga mínimamente de las afrentas pasadas.

Ficha técnica:

3 - Valencia: Alves, Barragán, Mustafi, Otamendi, Gayá, Javi Fuego, Parejo, André Gomes (Filipe Augusto, m.70), Rodrigo, Piatti (Orban, m.62) y Alcácer (Feghouli, m.75).

1 - Atlético de Madrid: Moyá, Gámez, Miranda, Godín, Siqueira, Tiago (Raúl García, m.72), Gabi, Koke, Arda Turán (Raúl Jiménez, m.68), Griezmann (Cerci, m.65) y Mandžukić.

Goles: 1-0, m.6: Miranda, en propia puerta. 2-0, m.7: André Gomes. 3-0, m.13: Otamendi. 3-1, m.29: Mandžukić.

Árbitro: Teixeira Vitienes (Comité Vitienes). Mostró tarjeta amarilla a los locales Andre Gomes, Parejo, Javi Fuego y Gayá. Expulsó al visitante Cerci (m.90) por doble tarjeta amarilla.

Incidencias: partido de la séptima jornada de la Liga BBVA disputado en el estadio de Mestalla ante 45.000 espectadores.

Había muchas ganas en el Valencia para este partido, y ese ímpetu se dejó ver desde el primer minuto. Salieron los de Nuno a comerse al Atlético, el nuevo máximo rival che, y lo hicieron. A los trece minutos, la ventaja ya era de 3-0 y la victoria parecía amarrada. No se escapó al final, pero más por demérito de un Atlético estéril, incapaz de motivarse contra alguien que no sea el Real Madrid. Un gol pudo marcar, y de rebote, pero apenas creó más ocasiones en todo el partido. El 3-1 definitivo permite al Valencia soñar al menos dos semanas más con ser una alternativa real a los dos gigantes del fútbol español.

Nicolás Otamendi Diego Simeone Valencia CF
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