Benzema sigue sin gol, pero es el socio ideal para el 'devorador' Cristiano Ronaldo

La personalidad en el fútbol es importante, aunque no determinante. Algún futbolista puede tener un carácter muy marcado y tremendamente fuerte y no poder ser, precisamente por ello, una gran estrella. Sin embargo, alguien que aparenta apatía, desgana y desapego con aquello que realiza, es posible que pueda alcanzar la gloria con mayor facilidad y por un camino más corto que su contrario. En el Real Madrid se han juntado dos personalidades muy diversas, casi opuestas y apenas relacionadas. Pero dicen las leyes de la física que los polos opuestos se atraen, y eso es lo que le sucede a Cristiano Ronaldo y Karim Benzema.

Su relación fuera del campo puede ser mejor o peor. Por lo que se aprecia en los entrenamientos, en el poco espacio que permiten la mirada cotilla de los medios de comunicación, existe una relación cordial, algo más allá de lo estrictamente profesional. Sin embargo, en el césped, allí donde realmente se palpa la realidad, esa relación es pura amistad. Una amistad inabarcable de dos amigos que se quieren, se buscan constantemente y sólo cuando están juntos y se encuentran, son felices y hacen felices a los demás. Y al que más contento ponen es al entrenador, claro.

"Hay que felicitar a Benzema por el partido que ha hecho", comentó Ancelotti. "Ha sido un partido muy bueno. A veces es mejor pasar que marcar. Fue clave en el segundo gol que marcó Cristiano", admitió el ex del Milan en la comparecencia de prensa posterior al encuentro contra el Villarreal. ACarlettole maravilla tener esa figura demediapunta falsoque le permite Benzema. Quizás en parte porque echa de menos ese10que nunca pudo tener cuando le dejaron sin Mesut Özil.

En Villarreal, una de tantas aventuras conjuntas acabó con un gol puramente ‘marca Real Madrid’. Desde que se vieron por primera vez en 2009, no hay nada que más les apetezca hacer juntos que echarse a correr hacia la meta rival con decenas de metros por delante. Cristiano y Karim adoran los espacios, y como una pareja pastelosa de una película romántica de Hollywood, corren por los prados hacia su encuentro mediante el balón. Y en el estadio del Madrigal, acabó con final feliz. Benzema corrió y lo hizo más deprisa que su adversario, al que rompió con un recorte fastuoso y con la calma contraria al número que lleva en la espalda, levantó la cabeza y asistió a su amigo.

Sin embargo, el respetable del Bernabéu nunca va a entender esa actitud de Benzema. La afición blanca espera que su delantero centro sea un killer, un rematador nato que lleve a la red todo lo que toque, que sea odiado por cualquier defensa contrario y al que teman más que a nada en el mundo. Que sea un correcaminos que no dé ni un solo balón por perdido, que aunque sepa que no va a llegar, busque alcanzar ese cuero que se aleja por la línea de fondo, que ejerza una presión agobiante sobre la zaga contraria. Pero lo que no saben es que eso no lo hace Benzema porque ese no es su juego, ni lo será.

Karim baila claqué con zapatos de plomo. Es un Fred Astaire incomprendido disfrazado de Conan con las armas de un jedi. Hace tiempo, cuando era el líder indiscutible de un Olympique de Lyon, sí tenía la libertad (y la obligación) de hacer lo que un delantero tiene que hacer, que es marcar. Allí nadie le soplaba, ni le quitaba la luz del sol. En el Real Madrid, Cristiano Ronaldo le supone un eclipse perenne en la faceta goleadora. Ensombrece cualquier dato realizador de cualquier otro delantero del mundo, y eso que hay depredadores salvajes sueltos por el planeta fútbol. Benzema, en otra época, habría sido considerado un muy buen goleador, ahora no, es imposible.

Benzema tuvo que reconvertir su juego y en vez de empeorarlo, ensuciar su traje blanco, lo convirtió en algo elegante, lujoso y hasta preciosista en ocasiones. El egoísmo del delantero no se encuentra entre sus características. Al contrario. Es un 10 muy definido. No en vano, acumula las mismas asistencias en la Liga que un creador de juego como Toni Kroos, con tres. Y en sus más de cinco años vestido de merengue, Karim ha regalado 75 goles a sus compañeros. Di María, en cuatro años, asistió en 87 ocasiones, para que sirva como comparación.

¿Para qué marcar más goles si en la plantilla está el que está a 57 goles de ser el máximo goleador histórico del Real Madrid? No es 'útil' contar en la misma plantilla con dos realizadores espectaculares: su trabajo se solaparía, no encajarían en un mismo once inicial y sus ideas serían siempre parecidas. Cristiano Ronaldo se está reciclando hacia el puesto de ariete más clásico. Sabe que ya no tiene esa punta de velocidad, la perdió tras su tendinitis, y aunque a él le encante caer a la banda, resulta infalible cuando está en el centro del área. 13goles en nueve partidos... y esto acaba de empezar.