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El Atlético de Madrid sigue sin carburar y en el horizonte sólo se dibujan nubes negras
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mal juego en el arranque liguero

El Atlético de Madrid sigue sin carburar y en el horizonte sólo se dibujan nubes negras

Pese al triunfo ante el Eibar, las cosas en el Atleti no terminan de cuajar. Todo, a falta de algún fichaje que el Cholo espera de aquí a que se cierre el mercado

Foto: Los jugadores del Eibar celebran un gol ante la mirada gacha de Juanfran. (EFE)
Los jugadores del Eibar celebran un gol ante la mirada gacha de Juanfran. (EFE)

"No me gusta mentir a la gente y una cosa está clara: no podemos competir con el Madrid y el Barcelona. Nuestros rivales son el Sevilla, Valencia y Athletic; el objetivo es el tercer puesto. Somos un nuevo equipo”. De cara a la galería, el Cholo Simeone adopta un discurso impregnado de humildad. Pese a la gran temporada pasada, la tan manida filosofía del partido a partido va a continuar siendo el santo y seña del Atlético de Madrid. Sin embargo, de puertas para dentro el entrenador argentino aprieta el puño y golpea la mesa pidiendo intensidad hasta límites insospechados. Es un ganador nato. Nadie cree que después de poner en jaque a los dos grandes del fútbol español se vaya a conformar con ser el tercero en discordia. Pero para ello hay que convencer y ganar en base a unos patrones que el equipo rojiblanco no ha sido capaz de seguir en sus dos primeros compromisos ligueros.

El pasado sábado, el Eibar perdió en el Calderón en su primer desplazamiento como equipo de Primera División. Los tres puntos fueron a parar a la saca de un Atlético que no mereció semejante botín y al que sólo el crucial oportunismo de cara a balón parado salvó de la quema (2-1). Más allá del castigo con el primer saque de esquina del encuentro que dio lugar al gol de Miranda, y a la segunda falta de la noche que engendró el tanto de Mandzukic, el Atlético sólo acertó a transmitir señales preocupantes. Desde el exquisito giro de tobillo de Abraham que supuso el tanto de los eibarreses, el cuadro armero se apoderó del gobierno del encuentro. Un mandato que no soltó hasta que el colegiado Prieto Iglesias pitó el final de partido. El Atlético fue dominado por un equipo que se permitió alguna reliquia técnica mientras desquiciaba a Godín y Miranda, una pareja de centrales que no se encontró cómoda en ningún momento.

Con un 4-2-3-1 (Gabi, Mario Suárez en el mediocentro; Koke, Griezmann y Raúl García por delante y Mandzukic como único punta) de inicio para terminar en un 4-4-2, con Raúl García y Raúl Jiménez en la delantera y cuatro centrocampistas, el Atlético sigue huérfano de ideas que le permitan encontrar vías en ataque. Ante el cuadro guipuzcoano, se obcecó demasiado en explotar el centro y asociarse en las inmediaciones del área. El resultado fue nefasto. Salvo los dos goles, sólo hubo cuatro tiros más entre los tres palos (Koke, Raúl García y Raúl Jiménez en dos ocasiones). Disparos todos ellos que no inquietaron la meta defendida por Irureta en ningún momento. Ante la posesión rival, el contragolpe brilló por su ausencia y un par de anárquicas embestidas fueron lo más potable que surgió del gripado motor colchonero. No estaba seguro el Atlético esperando atrás como tantas veces ha hecho. La precipitación en el pase provocaba una imprecisión que resentía la actividad atlética en la ofensiva.

Una estrategia tan arriesgada como involuntaria que pudo acabar costando muy cara. La hinchada acabó desesperada y pidiendo la hora. Para mayor apuro rojiblanco, justo antes del final, Godín erró al calcular las distancias y dejó sirvió en bandeja la oportunidad a Ángel de ajusticiar a Moyá y lograr un empate que hubiera hecho justicia a lo visto sobre el verde. Sólo la Copa de la Liga ofrecida por los suyos antes y después del partido (fotos de rigor y vuelta al estadio) les recordó de lo que era capaz este equipo hace tres meses escasos. La sentencia de un sancionado Simeone que cumplió su partido número 100 en Liga con el Atlético fue la esperada: “Somos conscientes de que tenemos que mejorar y trabajar”, comentó en la rueda de prensa posterior al choque.

En la misma línea se expresó Joao Miranda. El central brasileño dejó bien claro que la cosa aún no acaba de cuajar. "Nos falta tiempo. Todavía estamos en formación. En dos o tres jornadas estaremos mucho mejor", opinaba antes de confirmar su continuidad en el equipo tras varias semanas en el ojo del huracán. En Vallecas ante el Rayo Vallecano la segunda parte fue un avance de la apatía de la que se encuentran imbuidos el batallón del Cholo. Los rojiblancos pasaron de puntillas y lograron aguantar un resultado en una plaza correosa. Con todo, hablamos de cuatro puntos sobre seis posibles. ‘No está mal’, pensarán algunos. Desde luego, pero hablamos de sensaciones y éstas versan sobre un equipo alejado de la esencia que le hizo grande en un curso para enmarcar. No es el qué sino el cómo.

Es mirarse al espejo y el vigente campeón de Liga no se reconoce. Una sensación extraña para un Atlético que afronta lo que Simeone llama volver a empezar. Una situación que el técnico argentino viene advirtiendo durante toda la pretemporada y que volvió a ponerse de relieve antes de la machada en la Supercopa de España ante el Real Madrid. "Estamos terminando de formar el grupo, hemos cambiado, sobre todo en ataque. Lo veo como un nuevo comienzo, sobre todo en ataque, porque el equipo es diferente: Mandzukic, Jiménez y Griezmann son diferentes a Costa, Villa y Adrián. Se mantiene la sólida estructura que soporta el equipo, pero estamos buscando cuál es el estilo que mejor se adapta a nosotros. Hay que tener paciencia", comentaba en una charla con el rotativo italiano La Gazzetta dello Sport.

En los dos partidos ante el eterno rival las sensaciones fueron positivas. Basados en un juego tacaño, más pendientes de vigilar la retaguardia que de inquietar la meta ajena, el Atlético consiguió amarrar el primer título del año. En la ida, el balón parado y la falta de complicidad de la zaga del Madrid dieron pie a un gol caído del cielo. En la vuelta, un saque de puerta alumbró el único tanto de un partido lleno de nervios, intensidad y carente de fútbol. Probablemente para lo único que esté preparado un equipo que a día de hoy no ha encontrado la tecla. Los nuevos nombres están en cuarentena. Mandzukic no es del agrado del Cholo; Griezmann anda perdido, desorientado con las rayas rojas y blancas en su zamarra y Raúl Jiménez está verde para jugar minutos importantes en este equipo. De mediocampo para atrás, la influencia de las bajas es menos palpable y el grupo ha conseguido mantener su idiosincrasia.

El rigor táctico es lo que mantiene al cuadro atlético a flote. Falta la chispa, la combinación, ese pase que sólo con verlo incita al remate. Según ha podido saber El Confidencial, en la entidad siguen trabajando para buscar algún refuerzo antes de que el próximo lunes a las 23.59 se cierre el mercado estival. Tras la negativa de Torres de cara a ser el puntal de la nave colchonera, en estos momentos el centrocampista del Torino Cerci es el que más puntos tiene para aterrizar en el equipo.

Gaizka Garitano, el motivador que pasó del ‘odiar’ a ‘amar’ en poco más de 24 horas a su rival del pasado sábado, condensó una idea que agrada entre poco y nada en los aledaños del Manzanares. "Me voy contento con el juego, pero no me voy contento porque he visto a mi equipo tener contra las cuerdas al Atlético de Madrid y he visto que podíamos empatar”. Dudas, miedos e imprecisiones que dan pie a que un recién estrenado en la selva de la Primera División abandone tu casa con el pecho inflado. Algo imperdonable para un equipo que debe mejorar en las próximas fechas si quiere aspirar a las cotas a las que aluden en el vestuario, lejos de los focos.

"No me gusta mentir a la gente y una cosa está clara: no podemos competir con el Madrid y el Barcelona. Nuestros rivales son el Sevilla, Valencia y Athletic; el objetivo es el tercer puesto. Somos un nuevo equipo”. De cara a la galería, el Cholo Simeone adopta un discurso impregnado de humildad. Pese a la gran temporada pasada, la tan manida filosofía del partido a partido va a continuar siendo el santo y seña del Atlético de Madrid. Sin embargo, de puertas para dentro el entrenador argentino aprieta el puño y golpea la mesa pidiendo intensidad hasta límites insospechados. Es un ganador nato. Nadie cree que después de poner en jaque a los dos grandes del fútbol español se vaya a conformar con ser el tercero en discordia. Pero para ello hay que convencer y ganar en base a unos patrones que el equipo rojiblanco no ha sido capaz de seguir en sus dos primeros compromisos ligueros.

Diego Simeone
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