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Ganar, ganar, ganar... y volvió a ganar: así fue el camino del Atlético hasta el alirón
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los derbis ante el Real Madrid, las claves

Ganar, ganar, ganar... y volvió a ganar: así fue el camino del Atlético hasta el alirón

Todo el mundo esperaba desde hace meses un bajón del Atlético que nunca se produjo. Los rojiblancos basaron su éxito en la constancia y la resistencia

Foto: El escenario del alirón del Atlético de Madrid, el Camp Nou.
El escenario del alirón del Atlético de Madrid, el Camp Nou.

Hay colchoneros que aún no habían sido concebidos en 1996 y que han alcanzado incluso la mayoría de edad hasta que su equipo ha vuelto a ser campeón de Liga. Ya pueden ir conduciendo a Neptuno. Toda una vida, como cantaba Machín, esperando a que llegase el día lejano y ya insospechado en que bajarían el Paseo de Recoletos buscando su fuente sabiéndose los mejores de toda España. No, no es por ser la mejor afición del país, algo probable pero objetivamente rebatible. Nada de eso. Saben que son los mejores de España, porque su equipo lo es. Y vaya si lo es. El gol de Diego Godín lo confirma.

La Liga era cosa de dos. Los mayores expertos en esto del fútbol, los aficionados de la calle y el resto de los interesados en este deporte no contemplaban otra opción a final de año que un triunfo de Real Madrid o Fútbol Club Barcelona. Sí, el Atlético era el equipo simpático y por momentos hasta heroico que pretendía romper esa hegemonía oligopólica que se extendía ya diez años. Dio ese salto cualitativo y cuantitativo entre los dos grandes al ganarle la Copa del Rey a su eterno rival. A un partido era factible pensar que el Atleti del Cholo pudiese competir y bien con las dos bestias, pero de ahí a perdurar en la lucha titánica durante nueve meses parecía una historia épica que ni Homero habría imaginado.

Camiseta de los campeones.Ya el curso pasado, el Atlético de Madrid completó un año sensacional con el tercer puesto en la Liga y el título de Copa del Rey. La idea para la siguiente temporada era repetir un éxito similar en España e ir dando pasos poco a poco en la Champions League. Las expectativas, como ha sido evidente, se han superado con sorprendente eficiencia. Campeón de Liga con la mejor puntuación de su historia (90 puntos, a falta de la última jornada), semifinalista de Copa del Rey y en la final de la Liga de Campeones cuarenta años después. Si acaba alzando su primera ‘Orejona’, será esta 2013-14, la mejor temporada de la historia atlética.

La idea inicial era, como decimos, mantener el nivel de exigencia y de resultados cosechados con Simeone. Diego Pablo es competitividad hecha carne, por lo que la motivación de los jugadores iba a seguir creciendo y creciendo. Sin embargo, el curso comenzó con la salida ya asumida por el respetable colchonero de Radamel Falcao. El Atlético perdía a su Tigre, al goleador empedernido que había hecho que el Kun Agüero y Forlán fueran sólo un bonito recuerdo. Muchos nombres se barajaron para suplir al colombiano, pero la figura que se acabó fichando fue David Villa. Era una estrella más mediática que prometedora dentro del campo, no en vano el máximo goleador de la Selección venía de recuperarse de una gravísima lesión en la tibia y había dejado de contar para el Barça. Y bueno, tenía 31 años.

La contratación de Villa, si bien es un delantero de confianza, dejaba el peso goleador a Diego Costa. Había cumplido con creces como acompañante de Falcao en la punta de ataque tras marcar 20 goles en todas las competiciones y pasaba a liderar la faceta ofensiva del Atlético seis años después de incorporarse por primera vez al equipo. Era su oportunidad y Costa no la iba a dejar escapar. Sus números de la primera vuelta de la Liga fueron escandalosos: 19 goles en las primeras 17 jornadas, superando incluso a Cristiano Ronaldo y Messi en la tabla del Pichichi. Le costó arrancar de nuevo en 2014, pero a partir de febrero, es decir, cuando la cosa empieza a ponerse seria, Diego ha anotado ocho tantos, valiendo muchos de ellos puntos valiosísimos.

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El gol más importante que ha marcado Diego Costa y que cambió la mentalidad atlética de los últimos años fue en el Santiago Bernabéu. Jornada 7, derbi madrileño. El Real Madrid había pinchado en el Madrigal y recibía al Atlético con ya dos puntos perdidos. Para los rojiblancos, un empate en Chamartín era un buen resultado, pero el Cholo quería más. Ancelotti todavía no había encontrado el místico ‘equilibrio’ que vino a Madrid a imponer y el derbi se presentaba como una oportunidad única del Atleti para demostrar que no iban de broma, que eran candidatos al título tanto como blancos o azulgranas. Perdió una bola Di María en las inmediaciones de su área y Koke estuvo avispado para buscar rápido a Diego Costa. La salida del portero blanco, tocayo del colchonero, fue inútil, pues el balón ya rodaba hacia la red. El Atlético daba el primer gran golpe sobre la mesa.

Había aguantado el tirón inicialde temporada, pero todavía no había asumido el liderato de la clasificación en solitario. Tardaría 22 jornadas en producirse y vino producido por el pinchazo inesperado de sus dos rivales. El Valencia ganó en el Camp Nou al Barcelona, y el Athletic Club arañó un punto al Real Madrid. El Atlético, con el debut con gol de Diego Ribas, goleó 4-0 a la Real Sociedad. Esa posición de privilegio marcaría la capacidad competitiva del Atlético llevando el peso de la Liga, pero no era ese el momento para mantener el liderato. Tras caer en Copa en el Bernabéu, el Almería aprovecharía la resaca atlética para ganar al líder y alejarlos del primer puesto. Y en apenas dos semanas, volverían a caer en El Sadar con Osasuna. Dos derrotas que parecían eliminar las opciones de título rojiblancas.

Y de nuevo llegó el derbi. El Real Madrid era líder y tenía tres puntos de ventaja sobre el Atlético y uno sobre el Barça. En el Calderón, los blancos podían dar un paso de gigante por el título y cargarse las posibilidades colchoneras. Pero de nuevo salió a relucir el mejor Atleti cuando realmente hacía falta y sólo un gol de Pepe en los últimos instantes evitó que recortaran de nuevo tres puntos al Madrid y, por ende, fuesen líderes otra vez. Es decir, volvieron a salir del derbi con las posibilidades intactas. Todo eso, mientras el equipo del Cholo seguía pasando rondas en Champions League. La primera, contra el Milan.

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Se llevaba esperando un bajón real del Atlético desde el principio de temporada; un momento en el que la exigencia física de mantener un altísimo nivel en tres competiciones al unísono afectara a las piernas de los jugadores. Pero ni bajón físico, ni lesiones de importancia. Nada afecta al Atleti del Cholo. Ni siquiera el poste del Coliseum hizo que Costa se perdiera ni un partido. Sólo faltó Arda Turan en cuatro partidos y en ninguno lo echó especialmente de menos el conjunto rojiblanco. Ganó los cuatro (uno de ellos, la vuelta de cuartos de final de Champions contra el Barcelona). Nada rompe el equilibrio, nada se sale de la línea marcada del ‘partido a partido’.

Nueve victorias consecutivas se acabaron bruscamente en el Ciudad de Valencia, cuando nadie esperaba ya un tropiezo del Atleti, sobre todo después de ganar en San Mamés y en Mestalla, por ejemplo. Llegó esa derrota contra el Levante que al final, por los resultados de sus rivales, fue menos trascendental de lo que en un principio podía parecer. Su enemigo acérrimo y principal contrincante por la Liga, el Madrid, cedió dos empates y una derrota que, por extraño que pudiese parecer, podían perjudicar a los rojiblancos, porque el Barça llegaba para jugarse la Liga a su estadio.Pero el Cholo los alejó del runrún exterior. Lo importante, como diría Luis Aragonés, era “Ganar, ganar, ganar, ganar y volver a ganar”. Empató con el Málaga en el Calderón y no lo hizo así el Barça en Elche. Así, la 'final' de la Liga se jugaba en el Camp Nou. Pero el vuelo de Godín fue el salto de todos los atléticos que llevaban casi veinte años esperando este día.Euforia desatada de color rojiblanco. Neptuno vuelve a ver una Liga, y no una cualquiera. La Liga de los 90puntos, que puede ser un calentamiento para recibir algo nunca visto por el dios acuático: la Copa de Europa.

Hay colchoneros que aún no habían sido concebidos en 1996 y que han alcanzado incluso la mayoría de edad hasta que su equipo ha vuelto a ser campeón de Liga. Ya pueden ir conduciendo a Neptuno. Toda una vida, como cantaba Machín, esperando a que llegase el día lejano y ya insospechado en que bajarían el Paseo de Recoletos buscando su fuente sabiéndose los mejores de toda España. No, no es por ser la mejor afición del país, algo probable pero objetivamente rebatible. Nada de eso. Saben que son los mejores de España, porque su equipo lo es. Y vaya si lo es. El gol de Diego Godín lo confirma.

Diego Costa David Villa Diego Simeone Arda Turan Luis Aragonés