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El Betis, un juguete que baila entre la mano (invisible) de Lopera y una jueza antifútbol
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El Betis, un juguete que baila entre la mano (invisible) de Lopera y una jueza antifútbol

"Al Betis alguien le ha echado un mal de ojo”, comenta un aficionado a las puertas de la Ciudad Deportiva debido a la situación que atraviesa el club

Foto: El presidente, Miguel Guillén, junto a Vlada Stosic minutos antes de ser cesado (Efe).
El presidente, Miguel Guillén, junto a Vlada Stosic minutos antes de ser cesado (Efe).

“Al Betis alguien le ha echado un mal de ojo”, comenta entre dientes un aficionado que espera en las puertas de la Ciudad Deportiva verdiblanca a ver el penúltimo entrenamiento del equipo. Porque al equipo de las trece rayas, que este sábado en la hora del café recibirá al Real Madrid, le está pasando de todo y nada bonito.

El Betis, que este miércoles cerró la llegada de Cristian Erbes procedente del Boca Juniors, dejó con mal pie 2013 y ha encarado 2014 mutilado por todas partes. Hundido en la clasificación (último con 11 puntos y a siete de los puestos de salvación), el equipo verdiblanco lidera el paquete mayoritario de las casas de apuestas que lo condenan al descenso. El club verdiblanco comenzó el curso con el pecho inflado y el regusto dulce de la temporada pasada cuando, contra pronóstico, terminó en puestos de Europa. Pero una serie de gruesos errores le cambiaron el paso. José Antonio Bosch (administrador judicial y factótum del club elegido por la jueza Mercedes Alaya), Vlada Stosic, el director deportivo, y Pepe Mel, el entrenador y artífice del resurgimiento bético, ya no están en el club.

Pepe Mel, ahora entrenando en la Premier League (al West Bronwich Albion), enfiló una peligrosa cuesta abajo y terminó muy tocado tras el 4-0 frente al Sevilla; Stosic, el hacedor de una plantilla escuálida, duró un par de jornadas más. Pero a los béticos les sacó de quicio el operativo que se marcó José Antonio Bosch, el hombre de la jueza Alaya en el club desde finales de 2010. Bosch, un tipo que enarboló la bandera en la lucha contra los corruptos y trincones, se ha tenido que ir del Betis porque sus actuaciones, aunque no ilegales, según Miguel Guillén, presidente del club, rozaban la delgada línea roja de lo correcto.

Empresas de Bosch (Insalus y Bolonia, su bufete de abogados, entre otros) han hecho negocio como proveedores del club y ahora los dirigentes del Betis (que obran por beticismo y de manera altruista) se han visto obligados a realizar una auditoría interna para conocer a fondo los manejos del anterior capitán. Los resultados de esas cuentas irán a parar a manos de la jueza Alaya.

Mercedes Alaya, titular del Juzgado de Instrucción número 6, que lleva el famoso caso de los ERES fraudulentos, prácticamente tiene concluida la instrucción del caso Betis y que afecta de lleno a Manuel Ruiz de Lopera, accionista mayoritario del club. Mujer hermética, asegura entre dientes que no le gusta el fútbol; pero las circunstancias le hacen obrar con firmeza ante los descosidos.

La suerte no le ha acompañado desde el principio. Alaya puso al frente un triunvirato de gestores de primer nivel: Juan Manuel Gómez Porrúa (jurista de gran prestigio), el economista Luis Carlos Ruiz de Huidobro y alguien de la ascendencia en el beticismo como el ex futbolista Rafael Gordillo. Pero el primero murió repentinamente (tenía 49 años), el segundo dimitió y solo quedó Gordillo. El legendario futbolista se encuentra ahora en un segundo plano y no aparece en estos momentos de máxima acción, donde se requiere experiencia, templanza y carisma.

La llegada de Bosch, abogado y bético de refilón, aclaró inicialmente las cuentas, pero el cazador de corruptos y listillos, se pilló un pie. El Consejo de Administración del club, con Miguel Guillén al frente, se rebeló ante las constantes señales de humo negro que se colaban por las paredes del club. A primeros de año cesaron a Bosch y pusieron en manos de la jueza las actuaciones turbias del principal gestor. En el Betis, la enrevesada gestión empresarial de su antiguo dueño, ha generado una montaña de folios y problemas. Su desenlace se encuentra en la fase terminal.

En medio de la tormenta, la mano casi invisible de Lopera vuelve a moverse. Se dice que don Manué ha recuperado la sonrisa. Sus abogados le susurran al oído que pronto pueden caer buenas noticias. No está el asunto tan claro. El caso es que Lopera no deja de entrevistarse con gente afín al Betis. Hay constancia de una entrevista con una parte de la fragmentada facción ultra de los Supporters. Lopera quiere apoyos y aliados ahora, cuando la resolución del caso Betis se encuentra en los últimos metros.

Mientras, en lo deportivo, el club vive en las catacumbas de la clasificación y con todos los pronósticos en su contra. Este sábado, en plena digestión, llega el Real Madrid. El Betis quiere intentar un milagro, porque piensa que el balón (todavía) es redondo y los imposibles existen. Once puntos, dos victorias y un Everest por llegar. Todos hablan. Menos Mick Jagger o Paco Chaparro, que es bético y no canta.

“Al Betis alguien le ha echado un mal de ojo”, comenta entre dientes un aficionado que espera en las puertas de la Ciudad Deportiva verdiblanca a ver el penúltimo entrenamiento del equipo. Porque al equipo de las trece rayas, que este sábado en la hora del café recibirá al Real Madrid, le está pasando de todo y nada bonito.

Real Betis Manuel Ruiz de Lopera
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