El Rayo Vallecano del ‘suicida’ Paco Jémez tiene sabor europeo

Muy pocos creían en el proyecto de este Rayo Vallecano cuando encajó importantes y sonrojantes goleadas ante Valladolid (6-1), Barcelona (0-5) o Real Sociedad (4-0) en la primera parte de la presente temporada. El estilo alegre y en ocasiones catalogado hasta de ‘suicida’ por parte de su entrenador, Paco Jémez, hacía presagiar que el equipo franjirrojo iba a vivir una temporada difícil, con serias dificultades para mantener la categoría. Unos meses después, el Rayo es sexto clasificado, ocupa puestos de Europa League y, lo que es más importante para la entidad, se encuentra dieciséis puntos por encima del descenso, a tan sólo once de la presumible permanencia. Y eso, a falta de toda una segunda vuelta por disputar.

Los de Vallecas, tras el triunfo de postín ayer en La Catedral (fortín venido a menos en los últimos tiempos), han firmado la mejor primera vuelta de su historia en cuanto a puntuación se refiere; en la 77-78 finalizaron terceros, tras Barça y Madrid, pero por aquel entonces las victorias valían sólo dos puntos. Sea como fuere, la cuestión es que este Rayo Vallecano está sacando un rendimiento fabuloso a los recursos que tiene, no se nos olvide que es, con diferencia, el presupuesto más bajo de Primera División.

¿La razón del cambio? Sencilla. Trabajo, trabajo y más trabajo. El técnico rayista se ha dado cuenta que aquello de imitar a Cruyff y Guardiola con la defensa de tres era un riesgo innecesario y ha reculado para meter cuatro hombres atrás que con el paso de los partidos han ido dotando al equipo de una seguridad que no se vislumbraba al inicio del campeonato. Ahora bien, sí ha seguido el manual de buen juego y exquisito trato de balón que sus homónimos. Rara vez veremos al Rayo pegar un pelotazo. Eso no está en el libreto de Paco Jémez. Como ya hizo en el Córdoba, sus equipos se distinguen por hacer un fútbol vistoso, y el del Rayo lo es.

Además, el entrenador canario ha encontrado la columna vertebral que todo equipo necesita. Rubén, que ayer cuajó una buena actuación en San Mamés (que se lo digan a Llorente), ha relevado al lesionado Cobeño con garantías, Amat se ha convertido en el hombre que da seriedad a la zaga, Javi Fuego y Chori Domínguez son la contención y la brújula en la medular y Leo Baptistao es el gran descubrimiento (por algo el Atleti tiene prácticamente cerrado su fichaje para la próxima campaña). Con estos mimbres, y a la chita callando, el Rayo se ha soltado la melena y, ya sea viernes o lunes, los franjirrojos están dando grandes alegrías a una afición fiel como pocas. En San Mamés, hasta 500 rayistas vieron a su equipo ganar.

Eso sí, el mensaje desde el equipo es claro: tener los pies en la tierra. Tras la mala experiencia del año pasado, donde el conjunto de Sandoval empezó muy bien la temporada y la acabó con la soga al cuello, tras una segunda vuelta nefasta, en esta ocasión el discurso es de Perogrullo, y el único objetivo es la permanencia. “Una vez conseguida, ya se verá”, se desprende del vestuario. Pero, de momento, al Rayo ‘que le quiten lo bailao’, dando un ejemplo más de que no siempre el dinero garantiza el éxito en este enrevesado y loco mundo del fútbol.