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Aznar recupera su sitio en el Palco del Bernabéu
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EL EX PRESIDENTE ACUDIÓ AL FEUDO BLANCO PARA VER EL PARTIDO ENTRE EL MADRID Y EL MILAN

Aznar recupera su sitio en el Palco del Bernabéu

"Mira, por ahí viene alguien importante. Mira todos los guardaespaldas que le rodean", comenta una aficionada cámara en mano y que buscaba hacer una foto a

Foto: Aznar recupera su sitio en el Palco del Bernabéu
Aznar recupera su sitio en el Palco del Bernabéu

"Mira, por ahí viene alguien importante. Mira todos los guardaespaldas que le rodean", comenta una aficionada cámara en mano y que buscaba hacer una foto a todo aquel que se acercara al palco. La amiga, siempre suelen estar acompañadas, fue más allá en su afirmación: "Por lo menos ese es el presidente". No era para menos, ya que hasta seis fornidos hombres con auriculares al oído, acompañaban cada paso que daba el señalado. Cuando ya se sintió seguro, a escasos diez metros de la puerta del palco, el protagonista dio señales de vida.

Pues no, no era el presidente. Lo fue, pero ahora no. Hablamos de José María Aznar, que ayer decidió darse una vuelta por el Bernabéu en un partido de su gusto. Lo cierto es que su presencia, y la de los que le acompañaban, no pasó inadvertida. En el momento en el que se dejó ver, recibió una salva de aplausos de la gente que se agolpa a las puertas del palco para ver a todo aquel que se acerca a la zona de honor del estadio madridista. El ex correspondió con una sonrisa a los vítores y un saludo desde la puerta grande, la del palco, claro.

A la aficionada, la de la cámara, no le gustó su presencia. "Bah, es Aznar", afirmó apuntando a José Mercé, otro fijo del palco. Las últimas visitas de miembros del gobierno o destacados miembros del PSOE se habían saldado con bronca y pitos. En el paseíllo que da acceso al palco fueron abucheados por los allí presentes. Le sucedió a José Blanco y a Diego López Garrido. Desde ese momento, el Bernabéu dejó de ser objetivo prioritario de ministros y demás, pero lo cierto es que la cita del Milan atrae es de las importantes y alguno se dejó ver. Manuel Chaves fue el primero en aparecer por el estadio madridista.

A diferencia de otros, el vicepresidente del gobierno y Ministro de política territorial dejó el coche oficial en la misma puerta del palco. Silencio a su llegada. Jaime Lissaveztky, secretario de Estado para el deporte y candidato a la alcaldía de Madrid, también se dejó caer por el Bernabéu. Madridista confeso, es un habitual de los partidos del Real Madrid. Amparo Valcarce, delegada del Gobierno en Madrid, completó la terna socialista. Y es que las elecciones autonómicas y municipales ya se atisban en el horizonte y la campaña ya ha empezado.

La presencia del Milan no fue la esperada. Muchos se volvieron buscando la presencia de Silvio Berlusconi, pero el primer ministro italiano bastante tiene en Italia como para viajar hasta Madrid. Además, una operación en la mano, le ha obligado a retirarse a sus cuarteles de Cerdeña. En quince días sí que estará en el palco de San Siro, presumiendo de estrellas, de equipo y de las siete Copas de Europa que adornan su historial. Adriano Galliani, administrador delegado del Milan, fue el que representó al club italiano. Y lo hizo acompañado de unas muletas por culpa de una reciente caída. El morbo deportivo lo volvió a poner Zinedine Zidane.

Algunos apostaban a que la del Milan era su última presencia en el palco, ya que parece que su paso al césped, al lado de Mourinho parece que se va a producir muy pronto. A su lado, Di Stéfano, presidente de honor del club blanco y que volvió a compartir confidencias con Jorge Valdano. Nieto, Santana y el dueño del Madrid Open de tenis, Tiriac, fueron otros de los amantes del canapé y del buen fútbol que se pasaron por el Bernabéu. José Julio Rodriguez, Jefe del Estado Mayor del ejército, dio algo de lustre a un palco sin el glamour de otras ocasiones y que contó con los embajadores de Estados Unidos, Chile y Nicaragua entre los invitados.

"Mira, por ahí viene alguien importante. Mira todos los guardaespaldas que le rodean", comenta una aficionada cámara en mano y que buscaba hacer una foto a todo aquel que se acercara al palco. La amiga, siempre suelen estar acompañadas, fue más allá en su afirmación: "Por lo menos ese es el presidente". No era para menos, ya que hasta seis fornidos hombres con auriculares al oído, acompañaban cada paso que daba el señalado. Cuando ya se sintió seguro, a escasos diez metros de la puerta del palco, el protagonista dio señales de vida.

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