La 'gestión Gil' hartó al último opositor constructivo

La noticia parecía, a priori, secundaria pero no tardó mucho en saltar este lunes a la mayoría de los medios: Fernando García Abásolo, vicepresidente económico del Atlético de Madrid, dimitía como consecuencia de ciertas “discrepancias en la gestión del club” (ver noticia). Se trata, a su vez, del tercer máximo accionista de la entidad, tras el consejero delegado, Miguel Ángel Gil Marín (60% de las acciones), y el actual presidente, Enrique Cerezo (20%). Y su renuncia tiene un significado muy relevante dentro de la crisis social que vive el ‘Atleti’.

De hecho, García Abásolo representa la oposición constructiva y colaboradora con la gestión que la familia Gil y Cerezo han llevado a cabo en los últimos lustros. Muy crítico con la figura de Jesús Gil, estuvo integrado en un grupo contrario a las actuaciones del entonces dueño del Atlético de Madrid, junto al ex jugador rojiblanco Juan Carlos Arteche, entre otros.

Aprovechando la última ampliación de capital, García Abásolo se convirtió en el trecer máximo accionista e intentó cambiar aquello que no le gustaba desde su puesto en el Consejo de Administración. Más tarde, aceptó el cargo de vicepresidente económico ofrecido por Gil Marín, en un gesto que desde la oposición más crítica se interpretó como de haberse ‘vendido’ a los dueños de esta SAD.

Pero él continuó con su intento de mejorar desde dentro de la entidad aquello que no le gustaba de la ‘gestión Gil’. Entonces, fue crucial en la postrera dimisión de Gil, llegando al cargo presidencial Cerezo poco antes de la muerte del ex alcalde de Marbella. Cansado de la doble línea de comunicación que el poder bicéfalo del club lanzó a partir de ese momento a la afición y tratando de unificar criterios, García Abásolo promovió recientemente la creación de la Comisión Ejecutiva, órgano formado por él mismo, Cerezo, Gil Marín, Antonio Alonso (vicepresidente del área comercial) y Óscar Gil Marín (consejero).

Este órgano funcionó con eficacia sólo durante el final de la pasada campaña, tomando decisiones consensuadas como la rescisión de los contratos de Seitaridis y Maniche o  la continuidad de Jesús García Pitarch y Abel Resino como director deportivo y entrenador, respectivamente. Y también se acordó la venta de Diego Forlán o el Kun Agüero para planificar el siguiente año con una solvencia económica lo suficientemente holgada, no produciéndose, finalmente, ninguna de las dos.

Discrepancias en la política de fichajes y en las primas

Y es que, en el último mercado estival de fichajes, volvieron a decidir Gil Marín y García Pitarch en solitario, sin exponer sus actuaciones ante la Comisión Ejecutiva y creando, además, gran polémica entre la afición. A este hecho, se suma que más tarde se pactaron las primas con la plantilla sin tampoco someterse a ese órgano de consenso, estando García Abásolo, como máximo responsable del área económica, en contra de los criterios por los que se otorgarán estos incentivos.

Todo esto termina por hartar al vicepresidente económico, quien la semana pasada decide dimitir en su puesto. Para no perjudicar demasiado, lo hace público este lunes. Y durante los últimos días, Gil Marín intenta que no lo deje, temeroso de que la noticia eche más leña al fuego en un momento de máxima crispación de la masa atlética con sus dirigentes.

El revuelo creado por la noticia ha sorprendido al propio García Abásolo, quien ayer temía que su anuncio pudiera perjudicar al importante compromiso deportivo de esta tarde, el debut del Atlético en la Liga de Campeones ante el Apoel chipriota (ver previa).

A diferencia del pasado sábado, hoy no hay organizados actos de protesta por parte de los principales grupos opositores. Pero no será difícil que se oigan gritos contra el palco y se cuelguen pancartas que critiquen la gestión de Gil Marín y Cerezo. Para calmar los ánimos, los dos máximos accionistas atléticos estuvieron anoche en dos programas punteros de la noche radiofónica: ‘El Larguero’ de la Cadena Ser y ‘El Tirachinas’ de la Cope. Pero la sensación de crisis en el seno del club del Manzanares está empezando a dar síntomas de ir a más. Y esta vez, los opositores no se están mostrando tan cordiales.