Diogo Jota, el perfecto jugador número 12: de la imagen con Cristiano a su pasión por el FIFA
El futbolista portugués perdió la vida en un trágico accidente de tráfico en España, un duro golpe para el deporte que se despide antes de tiempo de un jugador que hizo más grande al mundo del balón allá donde pisó un terreno de juego
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La muerte de Diogo Jota en la madrugada de este jueves ha sido uno de los golpes más dramáticos que ha sufrido el fútbol en los últimos años. No solo por su juventud, su reciente situación familiar o lo inesperado del suceso sino, sobre todo, por el perfil del portugués: un futbolista muy querido, amante del fútbol y de los videojuegos que nunca destacó por sus malas acciones y sí por esa sonrisa perenne que siempre le acompañaba cuando había un balón cerca, real o virtual.
Diogo Jota se formó en el modesto Gondomar, club del que no tardó en fichar por el Paços Ferreira, donde debutó al más alto nivel con solo 18 años. Tras dos buenas temporadas, fue el Atlético de Madrid el que logró hacerse con su fichaje, pero nunca llegó a debutar con el primer equipo. Primero, fue cedido al Oporto y, después, al Wolverhampton, club que ejecutó su opción de compra para quedárselo en propiedad. Pero no duraría mucho en los wolves.
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Tres cursos, ascenso a la Premier incluido, le sirvieron al portugués para fichar por el Liverpool, justo unos meses después de haber debutado con la selección absoluta de Portugal. Y ahí, precisamente en el conjunto red, es donde demostró qué tipo de jugador era. Muchas veces, hay futbolistas que destacan en clubes humildes y, cuando dan el salto a la absoluta élite, se apagan. No fue el caso, ni mucho menos, de Diogo Jota y, lo más importante, siempre supo saber estar.
Quizá nunca llegó a convertirse en un titular indiscutible en el Liverpool, pero siempre fue ese futbolista que cualquier entrenador quisiera tener en su plantilla: un jugador número 12, siempre con muchísimos minutos en el equipo y capaz de aportar numerosos goles y asistencias. En sus cinco temporadas como red, disputó 182 partidos, en los que marcó 65 goles y dio 21 asistencias. Es decir, una media de 36 partidos por temporada y casi una participación de gol cada dos encuentros.
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Sin malas palabras, sin malos gestos y con el trabajo como bandera, Diogo Jota se ganó un hueco en uno de los mejores Liverpool de toda la historia. Fue un jugador fundamental primero para Jürgen Klopp y, después, para Arne Slot. Sobre todo, era un jugador de equipo, un futbolista que hacía grupo, que unía y que empastaba a la plantilla. Uno de los mejores ejemplos de su personalidad tiene que ver con Luis Díaz, que fue su compañero las últimas tres temporadas y media.
Diogo Jota, con casa en Oporto desde su etapa en el club, se la había alquilado al colombiano cuando recaló en Do Dragao... Pero en invierno de 2021 se complicó el negocio: "Él me pagaba el alquiler y terminó siendo mi compañero. Pero el problema es que llegó en enero y tenía contrato conmigo hasta julio, así que dejé de cobrarle porque pasó a ser mi compañero", decía entre risas en una charla con FourFourTwo. Siempre cercano y dispuesto a ayudar a quien lo necesitara.
De hecho, una de sus imágenes más icónicas de los últimos años fue involuntaria. Sucedió en la Eurocopa de 2024 cuando, en los octavos de final, Cristiano Ronaldo fallaba un penalti en la última jugada de la primera parte de la prórroga. Diogo Jota fue el primero en acercarse a consolar y animar a la estrella portuguesa. Sin reproches, sin enfados, sin malas caras. Solo un abrazo cuando alguien lo necesitaba para seguir adelante. Ese jugador que todos querían tener siempre cerca.
😅 @DiogoJota18 participated in the FIFA 22 global series qualifiers. He had to leave in round 4 because of work pic.twitter.com/SQFvBo2Z7B
— 433 (@433) November 27, 2021
Un jugón de FIFA
Pero, además, era un gran jugador de videojuegos de fútbol. A lo largo de los años, siempre mostró su pasión por el FIFA y por el posterior FC donde, de hecho, EA Sports le hizo varios guiños a lo largo de los años. Pero su mayor anécdota sucedió en 2022, cuando se clasificó entre los 300 mejores jugadores de las Global Series Qualifier. ¿El problema? Su partido de cuarta ronda del torneo virtual coincidía con un encuentro real del Liverpool contra el Southampton de la Premier.
Contactaba por privado con su rival virtual para comentarle que no podría jugar su partido de FIFA... porque tenía partido de fútbol con el Liverpool. Y, ¿qué ocurrió? Diogo Jota marcó dos goles en la victoria por 4 a 0, siendo la gran figura y celebrando los goles sentado en el suelo, al mismo tiempo que hacía el gesto de estar jugando con un mando de videoconsola. Una pasión que siempre le acompañó, la misma que la de ser ese jugador de equipo con el que todos los entrenadores soñaban.
La muerte de Diogo Jota en la madrugada de este jueves ha sido uno de los golpes más dramáticos que ha sufrido el fútbol en los últimos años. No solo por su juventud, su reciente situación familiar o lo inesperado del suceso sino, sobre todo, por el perfil del portugués: un futbolista muy querido, amante del fútbol y de los videojuegos que nunca destacó por sus malas acciones y sí por esa sonrisa perenne que siempre le acompañaba cuando había un balón cerca, real o virtual.