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El derbi de China que pretende poner fin a la crisis perenne de Milan e Inter
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El derbi de China que pretende poner fin a la crisis perenne de Milan e Inter

Berlusconi y Moratti desaparecen del 'derby della Madonnina' por primera vez en 30 años hartos de un hundimiento del que creen que solo los millones de los chinos les pueden sacar

Foto: Locatelli (i) e Icardi (d) (Imago).
Locatelli (i) e Icardi (d) (Imago).

El derbi de Milán dejó de ser atractivo hace mucho tiempo. Decimos solo el derbi de Milán porque se juega este domingo una vez más, pero se podría extender esa falta de interés internacional al resto del 'calcio'. Más allá de la Juventus, cuyo dominio ya es hasta aburrido, el fútbol italiano ha perpetuado la agonía de su fútbol, una decrepitud que nadie ha diagnosticado con exactitud y que le está quitando vida con el paso de los años. Esta vida forma aún parte de la filosofía de vida del país, pues millones de italianos siguen el fútbol fervientemente, pero cada vez menos lo hacen desde el estadio. Qué necesidad de ir a pasar frío para ver a un grupo de jugadores mediocres profanando la camiseta que tanto aman. Días como este 20-N, que en Italia tiene el mismo significado que cuaquier otro día aleatorio, sí generan afición: nadie quiere perderse un Milan-Inter aunque prometa 'a priori' bien poca diversión.

Foto: Con 80 años, Berlusconi dice definitivamente adiós al Milan. (Flavio Lo Scalzo/Reuters)

Este 'derby della Madonnina' (como se le conoce en Milán, en referencia a la estatuilla dorada de la Virgen María que corona el Duomo) es particular. Es el último en el que mandarán italianos, al menos en una de las partes. A partir del 13 de diciembre, como fecha tope, ninguno de los dos clubes más grandes de la Lombardía será propiedad italiana. El 2 del próximo mes se inicia la asamblea de accionistas de Fininvest, la sociedad propietaria del club y presidida por Silvio Berlusconi, en la que se dará el visto bueno definitivo y se firmarán los papeles de la venta del 99,93% del total de las acciones del Milan al grupo Sino-Europe Sports Investment Management Changxing, sociedad que se creó precisamente para llevar acabo esta compra y que pertenece al magnate chino Li Yonghong y en el que participa también Han Li. En ese momento, en el Giuseppe Meazza jugarán dos clubes chinos.

¿Quiénes son Li Yonghong y Han Li? Pues aquí en Europa poco se sabe de ellos, la verdad. No sabe quiénes son ni siquiera el presidente de la Federación italiana de fútbol (FIGC, por sus siglas en italiano) Carlo Tavecchio. "No he tenido ningún contacto con el consorcio chino del Milan", dijo Tavecchio esta misma semana. Eso sí, el presidente de la FIGC sí que siente, al menos de primeras, cierto respeto por estos inversores. "Habiendo invertido 100 millones de euros no creo que los puedan perder", reconoció.

Foto: El Milan-Inter de hace ocho días fue uno de los más flojos de la historia (Reuters).

Asentar al Milan entre los mejores

Como todo gran inversor que se hace cargo de un club, sea éste grande o pequeño, los objetivos que se marcan de primeras son extremadamente altos. "Durante muchas generaciones de aficionados, el Milan de Silvio Berlusconi —que seguirá siendo presidente de honor del club—, ha encarnado la idea de la victoria y el éxito. Nuestro objetivo es devolver este equipo legendario al nivel de los mejores clubes del mundo", dijo Li en septiembre, cuando puso sobre la mesa los 85 millones de euros de la segunda parte de la fianza de compromiso de compra. El trabajo que queda por delante para cumplir con lo prometido (lo único que se le suele pedir a los que llegan de nuevas, que se lo digan a Ramón Calderón) es largo y tremendamente escarpado.

Y aunque todavía no había influencia directa china, algo ha cambiado en el Milan. De repente, los jóvenes han ganado espacio en el equipo que dirige Vincenzo Montella. El único que ha jugado todos los minutos hasta ahora en competición oficial es Gianluigi Donnarumma, ese portero de 17 años que le quitó el puesto a Diego López. Pero también han ganado protagonismo otros chavales como Romagnoli, Niang, Locatelli y el español Suso, el mayor de este grupo con 23 años. Jugando a lo que quiere Bonaventura, el Milan se ha colado en puestos Champions por primera vez en mucho tiempo y aunque lo normal es que acabe por desinflarse y conformarse con Europa League, regresar por fin a una competición continental es un logro después de tres años sin pisarlas. Se podría decir que el Milan tiene algo parecido a un proyecto. El último servicio de Adriano Galliani al club.

El Inter, de Indonesia a China

El Inter quisiera tener uno, o no, quién sabe. A lo mejor realmente a todo el mundo que lo dirige ya le da igual. Aunque como dice Tavecchio de los milanistas, si los Thohir y los de Suning (indonesio y chino, respectivamente) pusieron tantísimo dinero por hacerse con el club, no tendrán ningún tipo de gana de perderlo. Por ahora no lo evidencian, las cosas como son. Erick Thohir entró en el club hace tres años y hace tres meses ya vendió la mayoría de su paquete accionarial al grupo Suning, y permanece como único accionista minoritario y presidente. Entre medias, un club roto, cuatro entrenadores, millones gastados en jugadores que no juegan (Kondogbia, Jovetic...) Un despropósito tras otro.

Tras probar con Ranieri y Mazzarri, dos hombres asentados en el 'calcio' y con un chaval del filial, Stramaccioni, el Inter recuperó a Mancini pensando que con el hombre volvía la gloria, obviando una realidad muy evidente: el Inter de Mancini de 2004 a 2008 era la mejor plantilla de Italia y se quedó sin competencia por el descenso de la Juventus. Lo que consiguió Mancini, eso sí, fue devolver al Inter a Europa, algo que visto lo visto no carece de importancia, tanto económica como de prestigio. Su heredero, Frank de Boer, dejó al equipo al borde de la eliminación antes de ser despedido.

El fichaje de De Boer parecía tener sentido. Un nombre importante dentro del fútbol que había ganado y mucho en el Ajax como técnico. Era, aparentemente, ideal para formar un proyecto a largo plazo. Llegó en pleno verano, con la plantilla hecha y no precisamente a su gusto. Jugó con las armas que tenía, pero no le fue suficiente. La impaciencia de Thohir y de los chinos, que no se pueden permitir un año sin Europa, acabó con él. Los chinos querían a Marcelino García Toral, pero la vertiente italiana forzó para fichar a uno de los suyos. Contrataron a Stefano Pioli, un interista que jugó y ganó con la Juventus y que apenas ha tenido grandes resultados como entrenador. Se enfrenta al mayor reto de su carrera con una plantilla rota, con su capitán, Icardi, enfrentado a la grada, y sabiendo que lo que realmente desea la nueva directiva es convencer con muchísimo dinero a Diego Simeone para que entrene al equipo la próxima temporada. Ah, y debuta en un derbi. Entrenador nuevo, ¿victoria segura?

El derbi de Milán dejó de ser atractivo hace mucho tiempo. Decimos solo el derbi de Milán porque se juega este domingo una vez más, pero se podría extender esa falta de interés internacional al resto del 'calcio'. Más allá de la Juventus, cuyo dominio ya es hasta aburrido, el fútbol italiano ha perpetuado la agonía de su fútbol, una decrepitud que nadie ha diagnosticado con exactitud y que le está quitando vida con el paso de los años. Esta vida forma aún parte de la filosofía de vida del país, pues millones de italianos siguen el fútbol fervientemente, pero cada vez menos lo hacen desde el estadio. Qué necesidad de ir a pasar frío para ver a un grupo de jugadores mediocres profanando la camiseta que tanto aman. Días como este 20-N, que en Italia tiene el mismo significado que cuaquier otro día aleatorio, sí generan afición: nadie quiere perderse un Milan-Inter aunque prometa 'a priori' bien poca diversión.

Inter de Milán Silvio Berlusconi
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