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El City ya entiende la propuesta de Guardiola; el United no sabe la de Mourinho
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El City ya entiende la propuesta de Guardiola; el United no sabe la de Mourinho

Los blues se imponen en el derbi con una exhibición del Silva y siendo absolutamente reconocible en sus esencias. El United, con Fellaini y Pogba, no jugó nada aunque pudo empatar

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Guardiola y Mourinho son dos personalidades tan arrolladoras que se tiende a simplificar el fútbol y convertirlo en un ajedrez en los que ellos plantan las piezas y las mueven a su antojo. No es así, aunque con Pep, ciertamente, lo parece. El Manchester City, con solo unas semanas de trabajo, ya es su equipo. Perfectamente reconocible. No importaría que les pusiesen cualquier otra camiseta, que jugasen al despiste y dijesen no ser quienes son, pues lo más elocuente en ellos es la manera de jugar. Tocar, tocar y tocar. Hasta con algunas de las carencias que los críticos explotan, fundamentalmente relacionadas con la falta de remate.

A Mourinho, todo esto, no le vale. Él acepta que su equipo fue inferior en la primera mitad, pero si tiene que elegir un motivo para su derrota está en el árbitro. "os afectaron dos decisiones de Mark Clattenburg, porque incluso los mejores árbitros cometen errores, y él cometió dos". Se refiere a dos teóricos penaltis cometidos por el City, uno de ellos, de Bravo, muy claro. "Si cualquier otro jugador hace eso fuera del área, es tiro libre directo y tarjeta roja. Pero el árbitro tal vez pensó en las consecuencias, ya que el resultado habría sido un partido completamente distinto y no quiso tomar esa decisión", estimó.

Foto: Pep Guardiola, durante un entrenamiento del Manchester City. (Reuters) Opinión

La primera mitad del partido fue una auténtica exhibición. Un dominio abrumador en todas las líneas. Tocar, tocar y más tocar. Todo eso a pesar de jugadores evidentemente limitados para el estilo como Fernandinho. Esta es, probablemente, la peor plantilla de todas las que ha entrenado Pep. Y en el entorno más competitivo posible. Eso hace, lógicamente, que sea su mayor reto. Por el momento, aunque solo sea el del estilo, lo va ganando. Es más sencillo, eso sí, con jugadores como Silva. Es pequeño, poca cosa, ligero, pero qué jugador. Como era de esperar, Guardiola le ha retrasado, le ha puesto en contacto constante con la pelota y el equipo confía ciegamente en su talento. Que es enorme.

Mientras tanto Mourinho no ha encontrado aún lo que quiere del United. Entre otras cosas porque perdió, y en su fútbol más que los modos importa el resultado. Sin eso queda desnudo. Se equivocó en la alineación, y él es el primero que lo reconoció con dos cambios en el descanso. Trató de generar un muro de músculo con Fellaini y Pogba, contrapesar el talento con tamaño. No funcionó, se pasaron 45 minutos corriendo detrás del balón recordando la máxima que dice que ni siquiera Bolt es capaz de ser más rápido que un balón a toda velocidad.

Tras el descanso el portugués encontró algo mejor. Metió a Ander y a Rashford, quitó a los intrascendentes Mkhitarian y Lingard. El partido se equilibró e, incluso, tuvo opciones de ser empatado por el equipo más poderoso de la ciudad. Es especialmente llamativo el caso del joven inglés, que revolucionó el ataque de su equipo con sus piernas largas y su fútbol vertical. Se llevará bien con Mou, porque si Silva representa el juego de Pep el delantero lo hace con el exmadridista. Sueña con la portería y rechaza el artificio.

Un gol poco guardiolista

El partido se resolvió en la primera mitad, con dos goles del City consecuencia de su excelente dominio. El primero, sin embargo, llegó de la forma menos guardiolista posible. Un balón largo de Kolarov, peinado por Iheanacho (buen delantero, dicho sea de paso) y recogido por De Bruyne que marcó a placer contra De Gea. El segundo, no mucho después, fue de Iheanacho, que aprovechó una buena jugada grupal y la empanada mental de un defensa que rompía el fuera de juego.

En ese momento pareció que la tempestad no terminaría en Old Trafford. Era un baile en el que los del United habían acudido pero no tenían arrestos para participar. Toque, toque y toque. Ocasión tras ocasión. Así hasta el infinito. Los de Mourinho no encontraban argumentos, pero en un balón perdido justo antes del descanso sí que encontraron una solución. Fue un error garrafal de Bravo, que salió a por uvas, no atajó el balón y la dejó muerta en su área. Más tarde Guardiola diría que era uno de los mejores partidos que le ha visto, en un curiosísimo análisis. Quedaba para embocar un remate difícil para los jugadores normales y rutinario para una excelencia como Zlatan Ibrahimovic. Sacó la pierna a la altura de Boing 747 y remató. Dio vida a un equipo que no la merecía.

En la segunda mitad, y fundamentalmente por Rashford, las cosas se igualaron. El City volvió a llevar la batuta, también porque es imposible que la lleve el United. Con Pogba y, sobre todo, con Fellaini, no hay manera de domar el juego. Especialmente sangrante el caso del belga, que no deja de sorprender que haya llegado a profesionales. Es alto, y es lo mejor que se puede decir de su fútbol. Como argumentario suena bastante escaso. Le tiene fe Mourinho, como otros también se la tuvieron antes. Uno de los casos paranormales que tiene este juego.

No fue directamente señalado por Mou, aunque el técnico no quiso dejar a sus jugadores sin el correspondiente toque de atención: "En el inicio, varios jugadores estuvieron jugando debajo de su nivel normal. Cuando en un duelo de esta envergadura, tres o cuatro jugadores no tienen el nivel, lo pagas. El equipo tuvo que pagar por eso".

El primer gran partido de la capital del norte de Inglaterra no decepcionó. El fútbol inglés puede no ser siempre el más preciso, pero tiene una intensidad que reina en el ambiente. Se lo pueden decir a Nolito, que estuvo desacertado pero nunca dejó de intentarlo. Allí se juega con más amperios que en el resto del mundo. Y eso, controlado como lo hace Guardiola, es una experiencia sensorial. Si sigue así su City será otro equipo para la historia. El tercero bruñido por el entrenador. El fútbol, decíamos, no se puede resumir en una lucha de entrenadores, pero cuando los técnicos tienen una idea y la ponen en juego es, probablemente, cuando mejor es jugado. Pep, en eso, es un gran maestro.

Ficha técnica

1 - Manchester United: David De Gea; Antonio Valencia, Eric Bertrand Bailly, Daley Blind, Luke Shaw (Martial, m.81); Marouanne Fellaini, Paul Pogba, Henrik Mkhitaryan (Ander Herrera, m.46), Wayne Rooney, Jesse Lingard (Marcus Rashford, m.46); Zlatan Ibrahimovic.

2 - Manchester City: Claudio Bravo; Bacary Sagna, Nicolás Otamendi, John Stones, Aleksandar Kolarov; Fernandinho, Kevin De Bruyne (Zabaleta, m.90), David Silva, Raheem Sterling (Leroy Sane, m.60), Nolito; Kelechi Iheanacho (Fernando, m.53).

Goles: 0-1, m.16: De Bruyne; 0-2, m.36: Iheanacho; 1-2, m.42: Ibrahimovic.

Árbitro: Mark Clattenburg. Mostró tarjeta amarilla a David Silva y Fernandinho, del Manchester City y a Bailly, Ibrahimovic, Fellaini y Rooney, del Manchester United.

Incidencias: encuentro de la cuarta jornada de la Liga de Inglaterra disputado en el estadio de Old Trafford de Manchester ante unos 75.500 espectadores.

Guardiola y Mourinho son dos personalidades tan arrolladoras que se tiende a simplificar el fútbol y convertirlo en un ajedrez en los que ellos plantan las piezas y las mueven a su antojo. No es así, aunque con Pep, ciertamente, lo parece. El Manchester City, con solo unas semanas de trabajo, ya es su equipo. Perfectamente reconocible. No importaría que les pusiesen cualquier otra camiseta, que jugasen al despiste y dijesen no ser quienes son, pues lo más elocuente en ellos es la manera de jugar. Tocar, tocar y tocar. Hasta con algunas de las carencias que los críticos explotan, fundamentalmente relacionadas con la falta de remate.

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