El discípulo de Bielsa que comparte Whatsapp con Xabi Alonso y Aduriz
Ex compañero y amigo de ambos en el Antiguoko, el joven preparador donostiarra ha hecho del modesto Antofagasta la sensación del Clausura chileno
Beñat San José (San Sebastián, 1979) lleva el oficio de entrenador tatuado en su ADN. “Empecé a dirigir con 15 años. Yo jugaba en la Real Sociedad y al mismo tiempo entrenaba a los chicos de 8 años de mi colegio. Luego pasé al Antiguoko, donde tuve la gran fortuna de coincidir con un maestro, Iñigo Santín. Un día me dejó llevar al equipo alevín y me dijo que me lo tomara en serio, que era realmente bueno para esto”. La Real Sociedad, su Real, fue la pista de despegue de una aventura que, como en el caso del célebre Lawrence de Arabia, lleva escritos sus mejores capítulos entre dunas y tempestades de arena.
Después de conquistar la King's Cup con el Al Ittihad saudí y convertirse en el técnico más joven en ganar un título en Asia y ser el más bisoño de Europa en estrenar su palmarés lejos de su país (tenía sólo 33 años), este enamorado de la táctica y la posesión activa cambió el desierto de Arabia por el de Atacama en su romántico empeño por conocer de primera mano el legado de dos colegas a los que admira. “Vine a Chile por Bielsa y Sampaoli. Me encanta el modo de trabajar de ambos, su filosofía, su manera de entender el juego. Gracias a ellos, el fútbol chileno está ahora mismo entre los cuatro mejores de Sudamérica. Me metí en una habitación a ver vídeos, y sólo salía para ir de un estadio a otro. En un mes me estudié todo, tuve tres reuniones con clubes, y Antofagasta fue el que más se interesó. El jugador de aquí tiene mucho talento, o 'buen pie', como les gusta decir. Es bastante completo. Además, es un fútbol con una gran diversidad táctica. Aquí ves de todo. No importa tanto el cómo juegues, mientras juegues bien”, explica San José a El Confidencial.
Su extraordinaria campaña al mando del modesto Club de Deportes Antofagasta, del que se hizo cargo a fines de 2015 con pie y medio en Segunda, se ha quedado a las puertas de colocar a los norteños en el mapa continental por vez primera en su historia. Un penalti ha sido, de hecho, lo que ha privado a los 'Pumas' de jugarse con O'Higgins una plaza para disputar la próxima Copa Sudamericana. “La temporada ha sido histórica porque Antofagasta nunca había entrado en la liguilla. No hay que olvidar que empezamos el torneo Clausura a cuatro puntos de la salvación. Nos daban por muertos, de ahí que entrar en una liguilla para jugar el equivalente a la Europa League haya sido algo increíble. Ya salvarse fue épico, y lo digo con orgullo hacia mis jugadores. Hemos dado espectáculo, jugando un fútbol total que ha dejado a la gente my contenta. Eso es lo que más valoro”, comenta.
Un trotamundos
Su exitoso aunque complejo paso por el balompié arábigo le inoculó un virus de difícil cura: la búsqueda de retos imposibles. “Me van los desafíos, es cierto. Yo podía haber seguido trabajando en las inferiores de la Real, donde llevaba cuatro años muy a gusto, pero mi agencia, IDUB, me comentó la posibilidad de ir a Arabia para hacerme cargo del filial del Al Ittihad. Había que decidirse rápido y me lancé. Cuando agarré el equipo iba octavo, y lo coloqué segundo. Entonces echaron al técnico del primer equipo y me pusieron de interino bajo dos condiciones: construir un equipo con vistas al futuro y clasificarnos para la Kings Cup, que finalmente acabamos ganando. El problema es que el fútbol de allí no tiene ninguna exposición de cara a Europa, cosa que sí sucede con el chileno. Muchos jugadores pasan de aquí para España, Alemania, Italia, Inglaterra… Tu trabajo es mucho más creíble y tiene más nivel que el de Emiratos, Arabia, Qatar o China, por ejemplo. Si te va bien, tienes la oportunidad de volver a Europa. El caché de dirigir en Chile es más alto”, asegura.
Antofagasta reunía las condiciones idóneas para labrarse un nombre en el país más largo del planeta por lo crítico de su situación. Y lo ha conseguido a fuerza de hacer valer su singular modo de interpretar el juego. “Cuando llegué el equipo había marcado dos goles en seis partidos. Era necesario usar un sistema que potenciara al jugador de forma natural. Atendiendo a esa premisa, el dibujo a utilizar sale casi per se. Por eso hemos usado el 3-5-2. Era el que mejor cuadraba con el plantel que tenemos. Ahora, en cambio, si renuevo y los jugadores buenos quieren seguir, trataremos de reforzarnos con gente que nos ayuden a crecer como equipo. Y seguro que pasaremos a jugar de otra manera porque el sistema se tiene que amoldar al jugador para sacar su máximo potencial. En este sentido, el club está encantado porque buscaba una identidad y en pocos meses se la hemos dado con una manera de jugar muy reconocible”.
Mencionar la palabra táctica le da pábulo a adentrarse en lo que el donostiarra considera el Santo Grial del profesional de los banquillos. “El buen entrenador tiene que saber cuándo y cómo dirigir al grupo para sacar la naturalidad del jugador. Lo importante es que el bloque ande bien. A mí me gusta jugar con tres atrás, pero mis equipos defienden con once. El que no lo hace, no tiene sitio en mis equipos. Me ha costado mucho inculcarles el concepto del achique de espacios, que presionen todo el partido y en campo contrario. Ahora estamos bien. Los especialistas locales destacan que somos un equipo ordenado, muy europeo, que deja poco espacio entre líneas”, apunta.
El regreso a casa
Su buen hacer en la Segunda Región del país andino se ha convertido en la comidilla de su ilustre ‘cuadrilla’ de amigos de la redonda, entre los que se encuentran Xabi Alonso y Aduriz. Un grupo de chat, de nombre ‘Harlem 97’, les tiene en contacto permanente. “Se llama así por un torneo que fuimos a jugar a esa ciudad holandesa con el Antiguoko. De hecho, todos los que estamos en el chat salimos de ese club: Xabi y su hermano Mikel; Aduriz; Juan Ugarte, que era buenísimo; Joseba Barandiaran (su actual agente); David Asensio (ex Athletic), Iban Fagoaga… He conseguido que sigan el fútbol chileno e incluso comenten los partidos de Antofagasta. Xabi, en concreto, ya es todo un experto gracias a sus charlas con Arturo Vidal en el Bayern (risas)”.
Aunque las ofertas han comenzado a llamar a su puerta (Unión Española o el Bolívar, entre otros), San José siente la necesidad de cerrar el círculo con un Antofagasta al que le gustaría devolver con algún logro importante la confianza que depositaron en él. “Lo económico no es lo más importante para mí. Cuando llegué las condiciones no eran las mejores para un equipo de Primera, así que cuando el presidente me habló de renovar, le presenté una lista con diez puntos pidiendo básicamente que se mejoren las condiciones de bienestar en el día a día del jugador; y luego las del staff técnico. Lograr eso, para mí, vale mucho más que una mejora de contrato”, explica.
Volver a la Madre Patria no le quita el sueño de momento. Es más, se ve antes cambiando de desierto que enfilando el camino de regreso a la Península. Aunque la excepción a esa regla empieza por R. “No tengo prisa por volver a España. Mi prioridad es renovar y respetar al que te ha dado la oportunidad. Ahora bien, no puedo ocultar que mi sueño romántico es entrenar algún día a la Real. Tuve la suerte de conocer el viejo Atocha gracias a mi abuelo, ver jugar a Arkonada, Gajate… Sé que trabajando las cosas se consiguen. Zubieta es mi casa, allí está mi gente. Así que si un día la Real me llama, ahí estoy yo”, concluye.
Beñat San José (San Sebastián, 1979) lleva el oficio de entrenador tatuado en su ADN. “Empecé a dirigir con 15 años. Yo jugaba en la Real Sociedad y al mismo tiempo entrenaba a los chicos de 8 años de mi colegio. Luego pasé al Antiguoko, donde tuve la gran fortuna de coincidir con un maestro, Iñigo Santín. Un día me dejó llevar al equipo alevín y me dijo que me lo tomara en serio, que era realmente bueno para esto”. La Real Sociedad, su Real, fue la pista de despegue de una aventura que, como en el caso del célebre Lawrence de Arabia, lleva escritos sus mejores capítulos entre dunas y tempestades de arena.