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A Julen Lopetegui lo echaron del Oporto al 'estilo Florentino'
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Víctima del ‘presidencialismo’ de Pinto da Costa

A Julen Lopetegui lo echaron del Oporto al 'estilo Florentino'

El técnico guipuzcoano, despedido del club portugués con una derrota en 31 partidos de Liga, ha sido víctima del presidencialismo de Pinto da Costa, que gestiona el Oporto como Pérez el Real Madrid

Foto: Pinto da Costa, en el momento de hacer oficial la contratación de Lopetegui (Efe).
Pinto da Costa, en el momento de hacer oficial la contratación de Lopetegui (Efe).

Real Madrid y Oportoviven en galaxias diferentes en lo que a potencial de plantillas se refiere. En cambio, guardan un peligroso paralelismo a nivel dirigencial. Ambos clubes navegan a la velocidad y el rumbo que les marcan sus respectivos presidentes. Nada se mueve en el Santiago Bernabéu o en Do Dragao sin la aquiescencia de Florentino Pérez y Jorge Nuno Pinto da Costa. Son los jefes indiscutibles de la tribu y cualquier decisión de cierto calado ha de contar con su beneplácito. En caso contrario, no se ejecuta. Y punto.

[Lea aquí: Julen Lopetegui, nuevo seleccionador de España]

El destino ha querido que merengues y dragones hayan dado pasaporte casi al unísono a sus entrenadores. Cayó primero Rafa Benítez en el Madrid y, casi sin solución de continuidad (tres días después), le tocó el turno a Julen Lopetegui a orillas del Duero. Dos despidos que, curiosamente, llegaron sin previo aviso (aunque en realidad se venían cocinando a fuego lento) y poquitos días después de que sendos mandatarios hubieran salido en defensa pública de sus empleados asegurando que sus respectivos trabajos no corrían peligro y que tanto Rafa como Julen seguían gozando de la confianza del club (es decir, de Florentino y Jorge) para remontar el vuelo.

Apariencias al margen, lo cierto es que tanto la caída a los infiernos del preparador madrileño como la del donostiarra se consumaron simple y llanamente porque el señor Pérez y el señor Pinto da Costa bajaron el pulgar cual Poncio Pilatos, para acto seguido lavarse las manos y disfrazar una decisión absolutamente personalista de 'consensuada'por la junta directiva o el consejo de administración de turno.

En lo que concierne al 'caso Julen Lopetegui', llama la atención que el presidente portista sentenciara al cuerpo técnico español cinco días después de perder el primer partido liguero de la temporada hasta la fecha y el liderato de la competición a manos del Sporting Club, y horas antes de que la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS) proclamara a los Dragones como el mejor club lusitano de 2015. La presión de la hinchada blanquiazul y buena parte de los medios locales, muy críticos con el juego del equipo pero sobre todo con los tres últimos pinchazos (dos derrotas y un empate), dio al dueño y señor del dos veces campeón de Europa la coartada perfecta para mandar a paseo a Lopetegui y su equipo de trabajo (Juan Carlos Martínez, Julián Calero y Juan Carlos Arévalo), camuflando su voluntad de medida populista.

Con la misma sangre fría y falta de argumentos cabales que Florentino se ventiló al molesto Benítez y se sacó de su chistera de parches sin fondo a Zinedine Zidane para anestesiar por enésima vez a los moradoresdel coliseo madridista: así es cómo el hombre que ha gobernado con mano absolutista los designios del Oporto en los últimos 33 años despachó al preparador que había elegido personalmente hace año y medio para encabezar un proyecto minimalista (fichajes a coste cero, revalorizar a los mejores para su ulterior venta y exprimir la cantera) con aires de grandeza que aún latía con fuerza, pese a las trabas varias tejidas en el camino por quien sigue siendo el personaje más influyente en el balompié del país vecino.

Volver a disputarle la liga al Benfica tras una campaña desastrosa y recuperar el prestigio perdido en Europa fueron los deberes que Pinto da Costa apuntó en el cuaderno de bitácora de un Lopetegui que nada más plantar bandera en el Centro Deportivo de Olival tuvo que inventarse un nuevo equipo luego de los traspasos de Otamendi (Valencia); Defour (Anderlecht); Mangala y Fernando (Manchester City); Fucile (Nacional); Lucho González (River Plate) e Iturbe (Roma), que dejaron en las arcas portistas 91 millones de euros.

VÍDEO: Así recibieron los hinchas del Oporto a Lopetegui tras perder con el Chelsea

Un equipo de bajo perfil para cumplir los objetivos

El preparador vasco aceptó el reto con donaire y logró cumplir los objetivos establecidos por el club con un plantel de bajo perfil en el que sobresalieron arriesgadas apuestas como la del canterano Rúben Neves; cesiones como la del atlético Óliver Torres, el azulgrana Tello o el madridista Casemiro y fichajes ganga como Brahimi o Marcano. El mexicano Héctor Herrera rompió también el cascarón de la mano de Lopetegui, que además puso nuevamente en órbita a Quaresma y a los brasileños Maicon, Alex Sandro y Danilo. A Jackson Martínez le entregó el brazalete de capitán como muestra de confianza plena en su capacidad resolutiva en los metros finales, que acabaría resultando decisiva para que los Dragones rozaran con la punta de los dedos la Primeira Liga (una derrota en casa con el Benfica les privó de arrebatar el trono a los encarnados) y completaran una soberbia campaña en la Liga de Campeones poniendo contra las cuerdas al Bayern de Guardiola en los cuartos de final con aquel sorprendente 3-1 en la ida jugada en Do Dragao.

Pese a la ausencia de títulos, las buenas sensaciones dejadas por el Oporto 'made in Julen' en su primer ejercicio permitieron a Pinto da Costa volver a hacer de Olival el mejor zoco del balompié europeo con la llegada del estío. Por desgracia para el exseleccionador de La Rojita, ese mercadeo tan del agrado del dirigente blanquiazul se produjo mayormente en una sola dirección, la de salida. Las ventas de Danilo (Real Madrid, 35 millones); Alex Sandro (Juventus, 30); Casemiro (Real Madrid, 7’5); Quaresma (Besiktas, 1’5), Jackson Martínez (Atlético, 35), Carlos Eduardo (Al Hilal, 8) y Kleber (Beijing Guoan, 5) arrojaron un botín de 122 millones de euros a las arcas de la escuadra del norte de Portugal, líder indiscutible en dicho capítulo en el fútbol europeo gracias a los 689 'kilos' ingresados durante la última década, cifra que contrasta radicalmente con la de gastos en refuerzos (323) a lo largo del mismo período.

La consecuencia deportiva de tan brillante balanza de pagos fue que Lopetegui perdió en verano hasta 14 futbolistas, de ellos siete titulares, y apenas vio satisfecha su lista de la compra con el fichaje a coste cero de Iker Casillas y los mexicanos Jesús Corona (pagaron 10’5 millones) y Miguel Layún (cesión) sobre la bocina. La pertinaz cerrazón de Pinto da Costa a rascarse los bolsillos para equilibrar la plantilla y poder afrontar con ciertas garantías un ejercicio en el que disputarían cuatro competiciones impidió al cuerpo técnico español contar, entre otras cosas, con un 'killer'de enjundia que llenara el vacío dejado por Jackson en la punta de lanza.

Un '9'capaz de acercarse a los 32 goles del colombiano (su mejor registro en los tres años que militó en el Oporto) se antojaba prioritario para un equipo cuyas acciones de peligro morían habitualmente en el corazón del área enemiga. Sin embargo, el dueño de la caja de caudales portista echó por tierra cada una de las peticiones del entrenador guipuzcoano (Soldado, Siem de Jong, Raúl Jiménez, Nolito, Lacazette…) y acabó trayendo a préstamo de Boca Juniors al problemático Pablo Osvaldo. Doce partidos y un gol después, el ariete ítalo-argentino se acaba de volver por donde vino. Curiosamente, el desembolso más elevado (en Portugal se sospecha que el dinero lo puso un fondo de inversión) se hizo por el francés Gianni Imbula, un joven y prometedor mediocampista que Lopetegui nunca pidió.

VÍDEO: La derrota ante el Sporting marcó a Lopetegui

Una derrota en 31 partidos para despedirle

A pesar de esa importante tara ofensiva y de verse obligado a apostar por futbolistas lusos de perfil humilde llegados a Do Dragao a bajo coste (Danilo Pereira, André André y Sergio Oliveira) para apuntalar la maltrecha plantilla, el Oporto ha sido esta temporada el último conjunto de las grandes ligas en perder su condición de invicto y llegó a establecer un nuevo récord de victorias consecutivas como local (20), superando la marca que tenía anteriormente José Mourinho. Su regularidad incluso le aupó al liderato del campeonato luso hasta que el Sporting de Jorge Jesús, auténtica bestia negra del donostiarra en su breve periplo portugués, le infligió el anterior fin de semana su primera derrota en el torneo doméstico de sus últimos 31 choques.

Un puñado nada desdeñable de buenas razones para seguir creyendo en el proyecto encabezado por Lopetegui y que, sin embargo, han sido obviadas ante la avalancha de críticas recibidas en el último mes por el supuesto deterioro del juego desplegado por los Dragones pero, sobre todo, por su eliminación de la Liga de Campeones. El inesperado tropiezo en Do Dragao ante el Dinamo Kiev alteró radicalmente un panorama que parecía propicio para que Iker y compañía sellaran sin problema su pase a la siguiente ronda del torneo continental. De hecho, fue a partir de ese instante cuando la hinchada blanquiazul la tomó con el cuarteto hispano, que llegó a ser insultado, escupido y vejado por miembros del grupo ultra 'Super Dragões'tras caer en Stamford Bridge ante el Chelsea, partido que certificó el adiós del Oporto a la Champions. Ese tipo de situaciones amenazantes, cuyo objetivo último era amedrentar a Julen y forzar su renuncia, se han prodigado en las últimas semanas. Y todo ello sin que el club haya movido un dedo por atajarlo.

Pese a tanta presión externa, Lopetegui se sentía con fuerzas para seguir adelante y pelear por estrenar su palmarés con el equipo blanquiazul. Tiempo y margen había de sobra. O eso pensaba el preparador vasco, que de un día para el otro se encontró con que Pinto da Costa había pasado de defender su continuidad contra viento y marea a echarle a los leones y sacarse de la chistera los parches de Nuno y Villas-Boas para calmar al respetable y al que no lo es tanto. ¿Les suena de algo la película?

Real Madrid y Oportoviven en galaxias diferentes en lo que a potencial de plantillas se refiere. En cambio, guardan un peligroso paralelismo a nivel dirigencial. Ambos clubes navegan a la velocidad y el rumbo que les marcan sus respectivos presidentes. Nada se mueve en el Santiago Bernabéu o en Do Dragao sin la aquiescencia de Florentino Pérez y Jorge Nuno Pinto da Costa. Son los jefes indiscutibles de la tribu y cualquier decisión de cierto calado ha de contar con su beneplácito. En caso contrario, no se ejecuta. Y punto.

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