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Ibrahimovic-Maxwell: dos hermanos del Calcio que vuelven al Camp Nou
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un relación que va más allá del fútbol

Ibrahimovic-Maxwell: dos hermanos del Calcio que vuelven al Camp Nou

París ha terminado de cincelar una relación personal que ya se extiende a representante (Mino Raiola lleva los asuntos de los dos jugadores), esposas, hijos de ambos e incluso las vacaciones veraniegas

Foto: Ibrahimovic y Maxwell, en una imagen de archivo (Reuters)
Ibrahimovic y Maxwell, en una imagen de archivo (Reuters)

Son amigos íntimos y residentes en París. Antes lo fueron en Amsterdam, Milán y Barcelona, a donde hoy regresan dispuestos a vender cara la eliminación europea del PSG ante varios de los que fueron sus compañeros. Pocas veces el fútbol sirvió de nexo de unión entre dos personas tan dispares y antagónicas de carácter como Zlatan Ibrahimovic y Maxwell Scherrer Cabellino. Pero el tiempo ha jugado en favor de dos jugadores que ya no conciben sus carreras deportivas sin estar el uno cerca del otro.

"Estaba nervioso mientras hacía las maletas y me disponía a viajar. El Ajax de Amsterdam era algo completamente nuevo para mí. Me acuerdo muy bien del vuelo, del aterrizaje en Schiphol y de la mujer del club que me vino a buscar. Se llamaba Priscilla Janssens y era Team Manager del Ajax. También conocí ese día a una persona que venía con ella. Era un chico de mi edad que parecía tímido, pero que hablaba bastante bien inglés. Era de Brasil y también era nuevo en el Ajax, como yo. Tenía un nombre largo que no entendí bien, pero me dijo que le podía llamar Maxwell. Intercambiamos los números de teléfono y después Priscilla me llevo en su Saab Cabriolet a la casa que el club me había alquilado en Diemen, un pueblo lejos de la ciudad. Allí estaba yo, sentado en una cama Hästens, con un televisor de 60 pulgadas y nada mas. Me puse a jugar a la Play y me preguntaba cómo me irían las cosas".

Aquella tarde de verano de 2001, que Ibrahimovic relata en las primeras páginas de su autobiografía ('Yo, Zlatan'), marcó el inicio de una de las amistades más íntimas y al mismo tiempo inhóspitas en la historia del balompié. La relación personal entre el genio sueco y su inseparable camarada brasileño, a la sazón dos individuos completamente antitéticos en sus respectivas formas de ser y de interpretar la vida, se fue agigantando a medida que el destino los volvía a unir allá donde dieran con sus huesos para continuar su carrera profesional.

"Lleva mis botas a ese vestuario"

Ajax, Inter de Milán, Barça y PSG pueden atestiguar las buenas vibraciones entre Ibra y Maxwell, o tal vez sea mejor mentarlos del revés, por aquello de que siempre fue el internacional canarinho el encargado de 'inspeccionar' el terreno antes de que se produjese el desembarco del controvertido atacante de origen bosnio. Lo que en principio resultó ser fruto del azar y la casualidad, terminó siendo prácticamente un plan preconcebido para volver a reunirse. El propio Zlatan reconoce en una de sus numerosas referencias a Maxwell del libro que cuando éste fichó por el PSG, en enero de 2012, le dijo a modo de sorna al enterarse: "Lleva mis botas a ese vestuario que en breve te sigo".

Seis meses después Ibra aterrizó con fanfarrias en el Parque de los Príncipes, no sin antes reconocer que cambiaba Milán por París siguiendo los consejos de su hermano brasileño. "Me dijo cosas muy positivas sobre cómo estaba creciendo el club. Es un muy buen amigo. Parece que nos seguimos por todas partes porque este es el cuarto club en el que coincidimos", recordó.El histórico club holandés fue la primera de las cuatro etapas que ambos jugadores han compartido en sus particulares hojas de ruta y la que sirvió para fijar los cimientos de una amistad más producto de las circunstancias que de compartir realmente lugares comunes.

Un ángel de la guarda

El sueco procedía de un barrio conflictivo de Malmoe, a donde habían llegado sus padres huyendo de Bosnia, donde la tensión emergente hacía ya presagiar el dramático conflicto que poco después se viviría en Los Balcanes. De familia acomodada, el brasileño era un chico sumamente tranquilo, educado, con un nivel cultural superior a la media que se relacionaba sobre todo con la conexión latina del vestuario ajacied. Ibra, un auténtico torbellino emocional al que le fascinaba ejercer de bad boy a la mínima ocasión, encontró muy pronto en el egipcio Mido el socio ideal para sus andanzas. Y claro, el cóctel resultó sumamente explosivo.

Empero, el irreverente Zlatan nunca dejó de respetar y tener en una alta estima a la persona que más le había ayudado en esa primera aventura lejos de casa. "No tenía dinero ni para comer porque el primer salario nos lo pagaban a fin de mes, así que llamé a Maxwell. Le dije que tenía problemas, que no tenía qué comer y le pedí ayuda. Me dijo OK, vente a mi casa. Puso un colchón en el suelo y me quedé con él dos semanas. Íbamos a entrenar en su coche, comíamos en su casa... Max es el mejor tipo del mundo. Si piensas en un osito de peluche, sin duda sería como él", afirma en su autobiografía, best seller en Suecia y Holanda.

Dicen quienes bien les conocen que la creciente ascendencia de Maxwell sobre el fenómeno sueco ha sido decisiva para amainar su agresivo carácter. Lo cierto es que el grado de compenetración de ambos es tal que desde su etapa interista (segundo cruce de caminos) han hecho todo lo posible para permanecer en el mismo vestuario.

Mientras que el brasileño movió sus hilos durante su primer semestre en la Ciudad Condal para conseguir que Laporta forzara un trueque Eto'o-Ibra con el Inter, el sueco le devolvió la moneda dos años después convenciendo a Galliani de que su amigo era el hombre perfecto para reforzar la banda izquierda milanista. El Barça, sin embargo, no aceptó la oferta de los italianos y Max continuó en el Camp Nou hasta que se presentara la siguiente oportunidad.

Dos hermanos

Como si de dos perpetuos amantes se tratara, a Ibrahimovic y Maxwell les aguardaba la Ciudad de la Luz al final del túnel. Y es que París ha terminado de cincelar una relación personal que ya se extiende a representante (Mino Raiola lleva los asuntos de los dos jugadores), esposas, hijos de ambos e incluso las vacaciones veraniegas.

"Zlatan es como un hermano para mí. Estamos realmente muy unidos. Hemos crecido juntos y compartido grandes momentos. Nuestra amistad ha ido a más con el paso de los años y a medida que volvíamos a coincidir en otro equipo. Es mucho más que un amigo y me alegra un montón que estemos juntos también en Francia", explicaba no hace mucho Maxwell en el canal de televisión del PSG. Y es que, con tal de compartir coche para ir a entrenar, estos hermanos forjados con el cuero de la redonda son ya hasta vecinos en la deslumbrante capital gala.

Son amigos íntimos y residentes en París. Antes lo fueron en Amsterdam, Milán y Barcelona, a donde hoy regresan dispuestos a vender cara la eliminación europea del PSG ante varios de los que fueron sus compañeros. Pocas veces el fútbol sirvió de nexo de unión entre dos personas tan dispares y antagónicas de carácter como Zlatan Ibrahimovic y Maxwell Scherrer Cabellino. Pero el tiempo ha jugado en favor de dos jugadores que ya no conciben sus carreras deportivas sin estar el uno cerca del otro.

Zlatan Ibrahimovic
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