La cautela de Guardiola y el mimo del Bayern se quedan sin efecto para Thiago
El español estaba casi al 100% físicamente a finales de agosto, pero el club quiso ir con calma y prudencia. El infortunio hace que toda la cautela no sirva para nada
Pasaban apenas tres días después de que la ensaladera, la 24ª de la historia bayerer, cuando la resaca todavía mantenía entumecidas las piernas de los jugadores. El campeón jugaba un partido en el Allianz contra el Hoffenheim. Un choque sin mayor tensión competitiva que la voluntad perenne de ganar del Bayern y de Guardiola, que por algo se quieren tanto desde el primer día. Pero una desafortunada jugada poco después de que los visitantes se adelantaran hizo que Thiago se llevara las manos a la rodilla derecha. Parecía una pequeña rotura, como mucho. Al menos de cara al público, el Bayern todavía tenía esperanzas de que llegara a la final de la DFB Pokal y Del Bosque, lo propio para el Mundial. Al final, Thiago no recayó, sino que se dieron cuenta de que la lesión era mucho más grave de lo que parecía. Lo cierto es que Thiago no ha vuelto a jugar un partido desde entonces.
Y no lo hará hasta dentro de varios meses, con total seguridad. Cualquier lesión de rodilla implica un periodo de recuperación importante y la precaución crece considerablemente, mucho más si se tiene que pasar por el quirófano… y por segunda vez. De hecho, el Bayern estaba casi pecando de precavido con Thiago. Según ha podido saber El Confidencial, el jugador internacional estaba en un estado casi perfecto a finales del mes de agosto, tres meses después de someterse a la primera operación. Sin embargo, los médicos del Bayern, con Hans-Wilhelm Müller-Wohlfahrt (famoso por operar a Ronaldo Nazário o Usain Bolt y muy criticado por utilizar homeopatía en sus tratamientos) a la cabeza, y los fisioterapeutas de Guardiola decidieron que el jugador tenía que ir con muchísima cautela.
Thiago Alcántara no pudo ni tocar balón durante muchos días después de que su rodilla se encontrase entonces en perfecto estado. No había dolor, el ligamento estaba funcionando de nuevo a la perfección… pero no tenía una carga de trabajo similar a la del resto de sus compañeros. Poco a poco, muy poco a poco fue entrando en la dinámica hasta estar ya este lunes incorporado al 100% con el grupo, entrenando a la misma intensidad y al mismo ritmo que el resto este lunes. En los planes de su entrenador estaba introducirlo unos quince minutos en el partido que este sábado el Bayern juega contra el Werder Bremen y ya darle incluso media hora contra la Roma el martes. Es decir, iban a rodarlo para que estuviera en breve disponible para ser titular.
Thiago veía la luz al final del túnel. Un trayecto que había sido infinitamente más largo de lo esperado, porque se preveía que incluso podía estar en el Mundial. Pero no sólo no fue así, sino que aún no tiene fecha de regreso al pasto. En una acción fortuita, en un choque inocuo aparentemente, como ya le pasara contra el Hoffenheim, Thiago se volvió a romper parcialmente el ligamento lateral interno. La pesadilla volvía a ceñirse sobre el hispano-brasileño.
A Thiago lo han mimado muchísimo durante todos estos meses de lesiones, sesiones de fisioterapia y bajón físico y psicológico. Cuando un jugador del Bayern se lesiona, el dolor en la piel del jugador se traslada también al resto de miembros del cuerpo técnico y la directiva. Guardiola dijo que el Bayern es como una gran familia, y si lo es, es porque cuando sucede algo negativo, nunca se le da la espalda al que lo sufre, sino que ese sufrimiento se aprecia como algo propio, muy sentido por todos los miembros del sistema bávaro. Eso sucedió en su momento con Holger Badstuber, después con Bastian Schweinsteiger y ahora también con Javi Martínez.
La importancia de Thiago
Pero además del cariño del que se les impregna cuando se visten de rojo (rojo y azul esta temporada), lo de Thiago es un caso especial. Para Guardiola, Thiago no es uno más, en absoluto. Era una punta de lanza destinada a liderar el centro del campo del Bayern durante la próxima década, y así lo ha podido demostrar el de Santpedor siempre que el jugador nacido en Italia ha estado en buen estado físico. El mejor momento del Bayern de Pep, como cuenta Martí Perarnau en su libro Herr Pep, el Bayern tenía un centro del campo escalado en tres: Lahm era el que iniciaba la jugada; Kroos, el que llevaba el balón desde la medular hacia los tres cuartos de cancha; y Thiago, el encargado de dar ese último pase mágico. Guardiola ya no puede contar con dos de ellos (Thiago volverá, pero dentro de bastante tiempo).
La baja de Thiago no es trascendente únicamente en el Bayern, sino, por supuesto, en la selección española. La inevitable retirada de Xavi Hernández le abría el hueco en el once titular de Vicente del Bosque, pese a que sus características tanto físicas como futbolísticas son ciertamente diferentes. Pero en esa necesaria evolución del juego de España, Thiago era básico para liderar ese cambio de estilo, esa forma de jugar algo más directa que requiere un juego algo ya trasnochado. Iba a ser importante en el Mundial y, con casi total seguridad, indiscutible a partir de la retirada de Xavi. No podrá ayudar a la Selección a clasificarse para Francia 2016 hasta, por lo menos, el próximo año.
Igualmente trascendente es la baja de Javi Martínez para España, pero estará incluso más tiempo de baja de lo que, en principio, tardará Thiago en volver a estar a tope. Pero a pesar de todo lo que supone su gravísima lesión, Javi salió tremendamente ilusionado con una pronta recuperación del quirófano de J. Richard Steadman, uno de los cirujanos más prestigiosos del planeta. El texano operó a Javi y probablemente, según informa el diario Bild, Thiago siga sus pasos y se marche a Texas para operarse de la rotura parcial del ligamento lateral interno. Su objetivo no es otro que poder llegar en plenas condiciones al final de la presente temporada. El presente pinta bien negro, pero puede que allá por mayo, el Bayern lleve tiempo disfrutando de Javi en el centro de su defensa y a Thiago enganchando con Lewandowski.
Pasaban apenas tres días después de que la ensaladera, la 24ª de la historia bayerer, cuando la resaca todavía mantenía entumecidas las piernas de los jugadores. El campeón jugaba un partido en el Allianz contra el Hoffenheim. Un choque sin mayor tensión competitiva que la voluntad perenne de ganar del Bayern y de Guardiola, que por algo se quieren tanto desde el primer día. Pero una desafortunada jugada poco después de que los visitantes se adelantaran hizo que Thiago se llevara las manos a la rodilla derecha. Parecía una pequeña rotura, como mucho. Al menos de cara al público, el Bayern todavía tenía esperanzas de que llegara a la final de la DFB Pokal y Del Bosque, lo propio para el Mundial. Al final, Thiago no recayó, sino que se dieron cuenta de que la lesión era mucho más grave de lo que parecía. Lo cierto es que Thiago no ha vuelto a jugar un partido desde entonces.