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Galliani gana su última guerra: Filippo Inzaghi será el nuevo entrenador del Milan
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aún queda pendiente el finiquito de seedorf

Galliani gana su última guerra: Filippo Inzaghi será el nuevo entrenador del Milan

22 partidos le ha durado a Clarence Seedorf su debut como entrenador. El Milan no cuenta con él para su nuevo proyecto, como quería el consejero delegado

Foto: Pippo Inzaghi sustituirá a su excompañero Clarence Seedorf en el banquillo del Milan.
Pippo Inzaghi sustituirá a su excompañero Clarence Seedorf en el banquillo del Milan.

Que había una guerra abierta en el Milan no es secreto para nadie, ni para los italianos ni para el extranjero. Poca intención había de ocultarlo en Casa Milan y de hecho la impresión que queda al final es que, de hecho, el deseo de varios dirigentes rossoneri era que esa herida se diera a conocer por doquier. Pues bien, como en toda guerra, al final tiene que haber un ganador. Esta vez, quién sabe si será la definitiva o habrá más ediciones, el ganador ha sido Adriano Galliani: ha impuesto su candidato al banquillo y se ha llevado el gato al agua. Pippo Inzaghi será entrenador del Milan.

Es el primer paso para la reconstrucción del segundo club con más Copas de Europa. Una reconstrucción que está llevando mucho más tiempo del que en un primer momento parecía requerir. Hace ya dos años que las vacas sagradas salieron del equipo (los Gattuso, Seedorf, Inzaghi… curiosamente, dos de ellos han sido o van a ser entrenadores) y el progreso ha sido directamente proporcional a la reducción de la inversión en el primer equipo milanista. Es decir, cuanto menos dinero ha salido del Milan para reforzar el equipo, peores resultados han tenido.

La vuelta de Pippo a su equipo del alma aún no es oficial, pero ambas partes están convencidas de la viabilidad del proyecto del exdelantero. El problema actual y lo que impide al Milan anunciar a los cuatro vientos un acuerdo que querían que se produjera hace tiempo es, precisamente, la todavía permanencia del que fue el parche puesto a la herida cuando el remedio estaba disponible: Clarence Seedorf sigue siendo entrenador milanista.

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No será fácil sacar al holandés del banquillo. No es porque él no quiera irse; él se iría encantado porque sabe que no tiene el apoyo del hombre que manda en la sombra, que sigue siendo Galliani (que parecía más fuera que dentro del Milan, pero que finalmente aparenta tener incluso más poder de maniobra que Silvio Berlusconi y su hija Barbara). Pero Seedorf tiene contrato hasta 2016 y no tiene pensado dejar el club hasta que le paguen todo lo que le deben. El total a desembolsar son unos diez millones de euros por los dos años que todavía tiene firmados, cantidad que, inevitablemente, acabe reduciendo la cifra que pudiese invertirse en el mercado para reforzar al equipo.

22 partidos oficiales ha durado Seedorf en su primera aventura como entrenador. Es necesario recordar que justo antes de estampar su firma como técnico del Milan, Clarence se tuvo que retirar del fútbol y rescindir así su contrato de jugador con el Botafogo, club al que llegó cuando dejó el club rossonero en el verano de 2012. Once victorias, mejora significativa de los resultados (y algo también, el juego) de la última época de Massimiliano Allegri, pero le marcaron demasiado las eliminaciones en Coppa Italia contra el Udinese y la goleada en Champions League contra el Atlético de Madrid. Además, sus continuos encontronazos con Galliani (Seedorf concedió una entrevista al margen de la voluntad del club y, pocos días antes, el consejero delegado fue acusado de interferir en las alineaciones del holandés) no han ayudado al equipo. Incluso la relación con el vestuario se enfrió hace semanas.

Inzaghi, con el trofeo del Torneo de Viareggio.Habría ahora que valorar si la elección de un técnico sin la más mínima experiencia como tal era la mejor elección o si era un proyecto predestinado a un fracaso por todos consabido. La figura de Seedorf, un peso pesado del vestuario milanista durante la última década era la imagen del nuevo Milan guiado por el gran Milan campeón de Europa en 2003 y 2007. La primera intención no fue afortunada; la segunda, la de Inzaghi, está por empezar pero se plantea igualmente complicada.

La diferencia con la experiencia de su excompañero es sustancial: a Inzaghi no se le exigirá optar al título, ni siquiera llegar a la Champions League. El plan de Barbara Berlusconi es volver a lo grande a la máxima competición continental en 2016. Sin prisas y con alguna que otra pausa. Inzaghi tiene por delante, si le dejan, dos años para reconstruir el Milan y otorgarle buena parte de la actitud que el derrochaba en el terreno de juego. Por ahora, en su experiencia en el sector juvenil milanista, hay más sombras que claros. Su mejor resultado se produjo en el e Torneo internacional de Viareggio de febrero. Su Milan sorprendió a todos y se plantó en la final contra un gran Anderlecht, al que consiguió batir en la prórroga. Sin embargo, en la Lega, apenas pudo llegar hasta la primera ronda del playoff.

Todo esto sucede en pleno inicio del fulgurante mercado de fichajes. Lo mejor para el Milan, y lo verdaderamente triste a la vez, es que le quedan tan pocas estrellas que apenas tendrá salidas que le rompan los esquemas. La más traumática podría ser la marcha de Balotelli, que tendría ofertas del Monaco y de la Premier League. Incluso quizás se marche Kaká, pero su ausencia sólo sería dolorosa en el sentido sentimental más que en el futbolístico. La idea de Inzaghi es darles galones a los jóvenes que ya están en el primer equipo, como Stephan El Shaarawy, y empezar a incorporar a los chavales de la primavera que tan bien conoce, como Hachim Mastour.

Que había una guerra abierta en el Milan no es secreto para nadie, ni para los italianos ni para el extranjero. Poca intención había de ocultarlo en Casa Milan y de hecho la impresión que queda al final es que, de hecho, el deseo de varios dirigentes rossoneri era que esa herida se diera a conocer por doquier. Pues bien, como en toda guerra, al final tiene que haber un ganador. Esta vez, quién sabe si será la definitiva o habrá más ediciones, el ganador ha sido Adriano Galliani: ha impuesto su candidato al banquillo y se ha llevado el gato al agua. Pippo Inzaghi será entrenador del Milan.

Silvio Berlusconi
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