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Mastour y Bonazzoli, los niños prodigio a los que se agarran los dos gigantes de Milán
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Mastour y Bonazzoli, los niños prodigio a los que se agarran los dos gigantes de Milán

Tanto el Inter como sobre todo el Milan están en plena crisis deportiva y de resultados y han tirado de dos jóvenes promesas para reanimar su esperanza

Foto: Mastour, con el Milan, y Bonazzoli, con la 'Azzurra' sub-17, son las mayores perlas del fútbol italiano (Imago).
Mastour, con el Milan, y Bonazzoli, con la 'Azzurra' sub-17, son las mayores perlas del fútbol italiano (Imago).

Si nos acercásemos mucho a lo más alto del duomo de Milán, tras subir innumerables escaleras y sortear los arcos y contrafuertes de la majestuosa catedral lombarda, encontraríamos una pequeña estatua de la Virgen María, diminuta en comparación con la inmensa mole que preside desde hace siglos. Allí arriba, además de contemplar la otra excepción arquitectónica destacable de la urbe, la Galleria Vittorio Emanuele II, al mirar hacia la Madonnina, le veríamos una lágrima dorada corriendo por su santa mejilla.

Llora porque los dos clubes que llevan décadas peleando por su amor se desangran sin remedio y sin la más mínima señal de reconducción.Llora la Madoninna porque su Inter ya hace tiempo que dejó de aspirar a ganar cosas; es más, ni siquiera lo intenta porque se sabe incapaz, alejado como un polo de su contrario de los títulos que hace bien poco levantaba con regularidad. Llora porque su Milan dejará de llevar su diabólica figura rossonera como un estandarte amenazante por toda Europa después de muchos años. Llora porque ya ni siquiera el estadio que la venera se queda cerca del tutto esaurito (no hay billetes), sino que más bien hace lo que puede por llegar a completar los dos primeros anillos. Pero puede que esa lágrima correosa y triste empiece a secarse con el calor de la juventud inminente que está por aparecer en su ciudad.

No es un secreto que a Milan e Inter se les conoce, entre amigos y enemigos, con el término no poco despectivo de geriátricos futbolísticos. Por pura insistencia propia de las directivas casi invariables, tanto milanistas como interistas se colapsaron en el último lustro con jugadores cercanos a sus últimos servicios balompédicos y cada día más alejados del altísimo nivel que demostraron para llegar a ser estrellas mundiales. Estos son los Gattuso, Seedorf, Zambrotta, Zanetti, Samuel, Milito, Cambiasso… Algunos ejemplos de futbolistas próximos a la retirada que han aguantado largo tiempo ofreciendo lo que sus cuerpos les permitían dar. Todos ellos ya son historia milanesa.

El nuevo amanecer empieza a asomar por el este y se refleja en los rostros de dos niños que han dado el salto de sus vidas en los últimos días de la temporada 2013-14. Hachim Mastoury Federico Bonazzoli marcan el futuro en el Milan y en el Inter, respectivamente. Ambos dos de las mayores promesas que han salido en los últimos años en los dos conjuntos lombardos y que ya forman parte de las primeras plantillas. Bonazzoli, a sus 17 años recién cumplidos, llegó incluso a debutar tanto en Coppa Italia como en Serie A con la maglia nerazzurra. Mastour, a sus 15 años, acabó la temporada entrenando con los que un día antes solo veía de lejos en la ciudad deportiva de Milanello.

Hachim Mastour es marroquí, al menos de origen. Nació en el Reggio Emilia, apenas llega a la quincena de edad y ya estampó su firma (bajo supervisión paterna, evidentemente) con Nike. Es decir, que no solo en el Milan tienen expectativas enormes en ese chaval que hace tales virguerías con el balón que ya se le compara con Messi. Quizás esa comparación no es del todo acertada. El estilo de Mastour no se adecúa a las posiciones del argentino. Mastour, para entendernos, es más Isco que Messi.

Es extremadamente hábil con el balón para su edad, regatea casi sin mover el cuerpo y la pelota va como cosida con hilo de oro a su bota derecha. Debutó esta misma temporada con la primavera (filial) del Milan y antes de que terminara la temporada, Seedorf lo reclamó para el primer equipo. En la última jornada estuvo en el banquillo de San Siro, donde sólo había estado antes al hacer el tour del estadio. No saltó al campo porque el Milan acabó con nueve jugadores y el Meazza se quedó con las ganas de ver al que, si Berlusconi quiere, será la próxima estrella rossonera.

En cambio, el mismo Meazza sí pudo contemplar con altísimas expectativas el debut de Federico Bonazzoli con el equipo de su vida. Al contrario que Mastour, que llegó al Milan en 2012, Bonazzoli lleva vistiendo el negro y el azul desde que entró en la escuela del Inter a los 7años. Ahora tiene 17 (cumplidos el pasado miércoles), es decir, que cuando nació, Zanetti ya llevaba dos años en el Inter y Ronaldo estaba a punto de firmar por los nerazzurri. Él se ha criado viendo a su modelo, como él mismo dice, Zlatan Ibrahimovic marcar goles para el club y ganar títulos con relativa facilidad.

Lo cierto es que por el físico se podría asemejar al que tendría a su misma edad. Es alto y espigado y aunque no es especialmente técnico, si tiene un grandísimo olfato de gol. Eso sí, al revés que Zlatan, Federico es zurdo.Este delantero ha pasado por todas las divisiones inferiores del club interista, pero no se imaginaba que el lapso de tiempo entre su debut en la primavera y su primer partido con el primer equipo sería tan breve. Igual que su homólogo milanista, pasó en menos de un año de los juveniles a los mayores.

Ese último salto se produjo por primera vez en la Coppa. El Inter recibía al Trapani siciliano en la cuarta ronda y Mazzarri quiso establecer un once con varios suplentes. En el banco se quedaron varios de los interistas más prometedores, como Patrick Olsen y el propio Bonazzoli. El delantero, con el ‘97’ a la espalda, apenas dispuso de diez minutos, pero demostró unas ganas enormes. Mazzarri siguió vigilándolo y finalmente lo hizo jugar en la Serie A en la última jornada.

Fue ese la despedida de Milito, el ‘9’ del Triplete. Fue el primer partido de su sucesor. Casualidades de la vida hacen que el partido que cerraba la temporada del Milan podría ser también el adiósde Kaká… con su relevo generacional en el banquillo esperando madurar cual fruta colgante de un árbol. Dicen en el Inter que no soltarán Bonazzoli por nada del mundo, que lo van a cuidar hasta convertirlo en su ariete titular. En el Milan no dicen lo mismo de Mastour, pero confían en él como en agua de mayo. Retenerlos sería el primer paso de los dos gigantes milaneses para sembrar los frutos del futuro.

Si nos acercásemos mucho a lo más alto del duomo de Milán, tras subir innumerables escaleras y sortear los arcos y contrafuertes de la majestuosa catedral lombarda, encontraríamos una pequeña estatua de la Virgen María, diminuta en comparación con la inmensa mole que preside desde hace siglos. Allí arriba, además de contemplar la otra excepción arquitectónica destacable de la urbe, la Galleria Vittorio Emanuele II, al mirar hacia la Madonnina, le veríamos una lágrima dorada corriendo por su santa mejilla.

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