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El Mundial y Brasil, en estado de máxima alerta cuando la cuenta atrás se ha iniciado
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eSTADIOS e INFRAESTRUCTURAS SIN ACABAR

El Mundial y Brasil, en estado de máxima alerta cuando la cuenta atrás se ha iniciado

Estadios sin terminar, sin laboratorio antidoping, sin el prometido tren bala, sin infraestructuras... Máxima alerta en Brasil cuando la cuenta atrás se ha iniciado

Brasil tiembla. Lula da Silva y su mensaje cautivaron al mundo entero. De la mano de un político diferente, el país sudamericano dejó atrás tiempos de penumbra para pasar a ser una potencial mundial. Todas las empresas querían meter la cabeza a orillas del Amazonas. No había organización que no pretendiera buscar las bondades de Brasil para dar forma a un evento. De esta manera, el expresidente consiguió, primero, que el país fuera elegido como sede del Mundial de fútbol, para dos años después llevar a Río de Janeiro los Juegos Olímpicos.

Dilma Rousseff, años después de esa efervescencia, no tiene el poder embaucador de Lula y ahora su única preocupación es no perder la mayoría que anuncian los sondeos de cara a las elecciones de este año. Busca que el pueblo no vuelva a salir a calle, tal y como sucedió en el pasado mes de junio, coincidiendo con la celebración de la Copa de las Confederaciones. Eso pasa por cerrar el grifo para los fastos deportivos.

A menos de cuatro meses para el inicio del torneo organizado por FIFA, ese Brasil que pintaban no aparece por ningún lado. Tanto es así que por primera vez el máximo organismo del fútbol mundial duda de que el certamen como tal vaya a llevarse a cabo en hora y lugar señalado. Hasta tres sedes corren peligro de verse abocadas a un cambio de escenario. Curitiba, ciudad que será sede de España en cualquier caso, pasa revista hoy. La organización dice que el estadio estará listo, pero las dudas se multiplican. El pasado 31 de diciembre era la fecha tope, pero en ese momento el Mundial sólo se podría haber celebrado en seis estadios de los doce designados.

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Jerome Valcke, secretario general de la FIFA, se personó en el Arena de Baixada de Curitiba, y confirmó al estadio como sede de cuatro partidos del Mundial y que, según afirmó el máximo organismo del fútbol mundial, era el que más retraso acumulaba. "Jamás un país que ha tenido seis años para trabajar llega con tanto retraso a estas alturas", reconocía el máximo organismo del fútbol. Cinco de los doce estadios se encontraban en febrero sin entregar. La FIFA se personó en aquellos que más retraso acumulaban para ver en persona la evolución de las obras. Sin embargo, en lo que no puede hacer nada es en unas infraestructuras que apenas se han visto mejoradas desde el momento de la elección.

La lección de la pasada Copa de las Confederaciones ha caído en saco roto. Carreteras sin terminar, aeropuertos caducos y obsoletos, accesos a estadios levantados y sin posibilidad de acceso desde kilómetros antes, lonas que tapaban zonas de los recintos que no estaban terminados... Todo valía. La excusa perfecta era que todavía quedaba un año para el inicio del Mundial.

Ocho meses después, muchos de los proyectos se han desvanecido, pasando a ser historia. Las presiones sociales lanzadas desde la calle han servido de freno para que el dinero sea destinado a mejoras en los aeropuertos y accesos a estadios, y todo quede reducido a una cuarta parte. Porto Alegre, el tren bala que iba a unir São Paulo con Río, mejoras en aeropuertos... Todo ha quedado en el olvido.

Los otros estadios que no han sido entregados son el Arena Corinthians de São Paulo, recinto que en los últimos días de diciembre vio como una de las cubiertas se desplomó; el Arena Amazonia de Manaos, que cuenta con tres muertes durante su construcción; el Arena Patanal de Cuiabá, y el Beira-Río de Porto Alegre. Destacan estadios con capacidad para 70.000 espectadores en ciudades donde no hay fútbol de primer nivel, algo que sucede en Brasilia. Circunstancia parecida sucedió con Ciudad del Cabo en el pasado Mundial. El estadio ya es historia.

Los 8.000 millones de euros presupuestados como gastos iniciales se han quedado cortos por culpa de la desviación de muchas de las obras de los estadios. Este gasto salía en un 85% de los diferentes presupuestos públicos, vía Gobierno, estados e incluso ayuntamientos. Se habla de un incremento que eleva el gasto a los 14.000 millones, más que los dos últimos mundiales celebrados.

FIFA ha reaccionado y ha inyectado dinero y mano de obra para que los estadios tengan otra cara y antes de finales de abril estén todos terminados. El último movimiento habla de 300 obreros extra para que el estadio de Curitiba dé un empujón definitivo de cara a que hoy pueda salvar la inspección que le van a realizar.

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El golpe que no esperaban recibir viene con la puesta en marcha del pasaporte biológico que la FIFA tiene pensado introducir a todos aquellos futbolistas que participen en el Mundial. Para ello, durante el mes de marzo pasarán controles sanguíneos. El problema aparece cuando el laboratorio de Río de Janeiro continúa clausurado por parte de la Agencia Mundial Antidopaje, siendo este el único capaz de analizar las muestras.

Ante este panorama, Rousseff está preocupada por mantener la paz social. La orden es evitar cualquier situación que pueda dar pie a revueltas o protestas. De esta manera pidió días atrás alejar a cualquier ciudad de Brasil del foco mediático. Así, el Gobierno de Río de Janeiro rescindió el contrato que le unía con los Premios Laureus, considerados como los 'Oscar del Deporte', teniendo que pagar el dinero acordado pese a no ser sede finalmente.

Un concurso hípico denominado Athina Onassis Horse también ha sido clausurado, así como la feria del deporte Soccerex, que siempre precede a los mundiales de fútbol, allá donde se celebren. Ni Rousseff quiere tener muchas apariciones públicas, ni motivos para que nadie manche el historial de una política que no ha sido capaz de poner orden en un país que emergía y que en poco tiempo está regresando al caos anterior a la llegada de Lula da Silva, pero que acude a las inauguraciones de los estadios que se entregan terminados para recibir el cariño del pueblo, con su opio particular, el fútbol.

Brasil tiembla. Lula da Silva y su mensaje cautivaron al mundo entero. De la mano de un político diferente, el país sudamericano dejó atrás tiempos de penumbra para pasar a ser una potencial mundial. Todas las empresas querían meter la cabeza a orillas del Amazonas. No había organización que no pretendiera buscar las bondades de Brasil para dar forma a un evento. De esta manera, el expresidente consiguió, primero, que el país fuera elegido como sede del Mundial de fútbol, para dos años después llevar a Río de Janeiro los Juegos Olímpicos.

Lula da Silva
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