Roberto Martínez emigró a Inglaterra hace dos décadas para convertirse en 'Sir'

Todo emigrante llena la maleta de sueños en el momento de dejar su país. Muchos regresan al poco tiempo, pero muy pocos, los elegidos, triunfan y se convierten en referencia a la hora de marcar el camino de otros muchos. Roberto, a partir de ahora será 'Bob', Martínez hizo el petate y decidió marcharse al Wigan allá por el verano de 1995. No estaba de moda que el futbolista español se marchará a Inglaterra, pero se armó de valor junto a Jesús Seba e Isidro Díaz para formar una sociedad llamada 'The three amigos'. 18 años después el tímido catalán de entonces se ha atrevido a profanar el templo de Old Trafford como entrenador y guía espiritual del Everton.

Su llegada a Inglaterra nada tenía que ver con la Premier. En España lo tenía complicado. Sin entrar en los planes del Zaragoza B, regresó a su Balaguer antes de emprender la aventura inglesa. Su destino estaba unas cuantas categorías más abajo, en la Third Division. Los dos años de contrato, se convirtieron en seis, hasta ser declarado mejor jugador de la historia del club en 2005. Y todo por la confianza de Dave Whelan, millonario por obra y gracia de unos supermercados y que en una visita a España para implantar su franquicia de tiendas de deportes, decidió cambiar el rumbo de su inversión y fichar a los tres jugadores ambos citados.

Después del Wigan llegaron el Motherwell, Wallsall, Swansea y Chester, hasta que en 2007 recibió una tentadora oferta para convertirse en técnico del equipo galés. Poco a poco se hizo un nombre como entrenador, tanto como para que Whelan decidiera invertir de nuevo en él, pero a un coste mucho más elevado. Dos millones de libras a cambio de que el ya llamado Bob regresara al Wigan, pero en esta ocasión al banquillo. La apuesta salió barata, tal y como quedó demostrado el pasado mes de mayo, cuando el millonario levantó la Copa inglesa. Poco importó el descenso. Bob había tocado el cielo.

Deulofeu gana en importancia

Su trabajo llamó la atención de los dueños del Liverpool, pero se terminaron decantando por Brendan Rodgers, noticia recibida con alegría en el otro lado de la ciudad. El Everton, tras el adiós de Moyes, decidió fichar al que fuera delantero. Llegó e hizo olvidar el juego rudimentario del pasado reciente. Su filosofía es clara, posesión como método. Bob busca la pelota, el control del juego, jugadas largas, algo que ha calado en una afición que ha puesto como objetivo el regreso a Europa.

El triunfo de esta semana en Old Trafford ha colocado al español entre los elegidos. El buen hacer de los Coleman, Barry, Pienaar o Lukaku han llevado al equipo de Liverpool a pensar en logros no recordados. Siete puntos le separan del líder Arsenal, pero está en condiciones de luchar de igual a igual con los grandes de la Premier. Y eso que el día del cierre del mercado se quedó sin Fellaini. Poco le importó. Decidió construir el equipo sin figuras, pero sí con importantes referencias dentro del once.

Martínez invitó a compartir su aventura a Deulofeu. El joven azulgrana le ha costado entender la filosofía del fútbol inglés, pero poco a poco está demostrando que tiene un sitio en el once del Everton, ese que dirige un emigrante de verdad, ese que llegó sin nada en la mano y que ahora le tratan como si fuera todo un Sir. Y si lo dudan, pregunten a Alex Ferguson y lo que sintió cuando el equipo de Liverpool asestó el que dicen ha sido el golpe definitivo al Manchester United de Moyes.