Un heroico Sevilla se lleva su séptima Europa League en los penaltis ante la rocosa Roma de Mourinho (1-1)
Mendilibar y sus pupilos hacen historia en un partido intenso, vibrante y largo, que empezó en mayo y acabó en junio. Después de 120 minutos, los penaltis dictaron la suerte
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Ser del Sevilla FC y llegar a la final de la Europa League debe ser igual que cuando se es niño y, el día del cumpleaños, va uno a casa de los abuelos: sabe que saldrá feliz y con un botín en los bolsillos. Se trata de una feliz tradición, tanto lo uno como lo otro. Han pasado 17 años desde el primer triunfo europeo de los andaluces y siempre que llega a la final, la gana. La historia no cambia, aunque tenga en frente a un titán como Mourinho, siempre vencedor en las grandes finales europeos. Pero al Sevilla nadie lo vence en su competición, y logró su séptima Europa League tras vencer en una final igualada a la Roma en la tanda de penaltis después de empatar a uno en los 120 minutos de encuentro.
Quién se lo iba a decir al héroe: José Luis Mendilíbar. Cuando Mourinho levantaba su primera Champions League con el Oporto, tras aplastar en Gelsenkirchen al Mónaco en 2004, el entrenador vasco, salvador del Sevilla tan escéptico que se ha visto esta temporada, estaba en Lanzarote. Apenas empezaba su carrera en los banquillos, y no había llegado al fútbol profesional. Y no se puede decir que su carrera haya sido meteórica, o que se haya desarrollado en la élite, como el de su homólogo portugués. Podría decirse, como afirmase el Nobel José Saramago, que gran parte de lo bueno en su vida le vino tarde. Es difícil imaginar que El Zorro de Zaldívar, cuando cumplió los 62 años el pasado mes de marzo, pensase que esta noche estaría en Budapest, levantando el primer título de su vida.
Mourinho, por su parte, sí que se ha fogueado en este tipo de escenarios en los últimos cuatro lustros. Y eso se empezó a notar en los primeros compases del partido. Los romanos salieron mejor, aunque sin generar demasiado peligro, hasta que un balón le llegó a Paulo Dybala, caracoleó, se lo cedió a Çelik, y este dio el pase atrás para el golpeo peligroso de Spinazzola, que acabó con una gran parada de Bono. Primera sería advertencia de un equipo que ya parecía proponer más que lo que había hecho en semifinales ante el Bayer Leverkúsen de Xabi Alonso, donde el luso concibió un cerrojazo que se implementó con éxito para el 0-0 final y el paso italiano a la final.
Los hispalenses no se encontraban en el Puskas Arenas. Las seis Europa League conseguidas en este siglo no pesaban, y aunque la AS Roma no creaba demasiado peligro, la sensación era que el partido estaba en territorio Mourinho. Pasada la primera media hora del partido, que nadaba en ese océano turbio e indefinido para los andaluces, llegó el tanto italiano. Un pase magnífico de Mancini a Dybala dejó a la estrella giallorossa ante el meta marroquí del Sevilla y solo tuvo que cruzar la bola para anotar el 0-1. Los sevillanos reclamaron falta previa, pero lo cierto es que no lo fue. Es curioso lo del anotador argentino: en una temporada en la que ha jugado poquísimo, Qatar 2022 incluido, ha conseguido levantar la Copa del Mundo, y anotar en la final contra Francia –aunque en los penaltis– y en la celebrada en la capital de Hungría.
Solo generó peligro el equipo de Mendilíbar a partir del minuto 43. Fue tras un córner que el banquillo de la Roma protestó como si a sus integrantes les hubiesen acusado de cometer un triple asesinato. Rakitic botó un córner precioso que Fernando no pudo rematar de forma contundente, por lo que la pelota se marchó por encima del larguero. En la siguiente jugada, Dybala volvió a bailar dentro del área y Pellegrini pudo tirar con garantías, pero prefirió empezar a regatear hasta acabar cayendo en el área como si hubiese sido objeto de la bala de un francotirador imaginario. Teatro del bueno.
La reacción sevillista
Fue en el tiempo extra de la primera contienda cuando apareció ese Sevilla que el espectador ha podido ver en los últimos dos meses de curso, el que ha derrocado a monstruos como el Manchester United y la Juventus de Turín y que partía como favorito. Un zapatazo desde Zágreb de Rakitic –otro que sabe lo que es marcar en finales, como en Berlín 2015, cuando el FC Barcelona venció, justamente, a la Vecchia Signora– se estrelló en el palo. La clave pasaba por mantener este ritmo de los siete minutos de alargue tras el inicio de la segunda mitad. Entró Suso, protagonista destacado con su gol ante los turineses en semifinales, y dinamitó el partido con su calidad.
La agresividad con la que salió el renovado Sevilla tras el paso por los vestuarios se tradujo pronto en el gol del empate. Jesús Navas, el superviviente del primer entorchado, cuando la competición se conocía como la UEFA, puso un centro precioso que Mancini, con escasa fortuna, se introdujo en su portería. Las fuerzas se volvían a equilibrar, aunque parecía el momento de los hexacampeones, ya que estaban envalentonados tras el empate. Pero el choque volvió a enfriarse. El minutero seguía funcionando y el partido entró en la última media hora.
La AS Roma no estaba ni mucho menos noqueada. Tras una falta que desató la enésima protesta procedente del banquillo romano, los de Mourinho tuvieron una ocasión clarísima, en un barullo en el área chica que ni Abraham ni sus compañeros supieron culminar con gol. Gran mérito de Bono, que tapó el primer tiro del delantero. Pasó el susto.
Instantes decisivos
Unos milímetros pudieron cambiarlo todo en el minuto 75. El VAR quitó el penalti inicial que había decretado Anthony Taylor por una entrada de Ibáñez sobre Ocampos dentro del área. Pero la tecnología mostró claramente cómo el defensor brasileño tocaba el esférico antes de contactar con el ariete argentino. Parece que en Europa sí funciona bien el VAR, ¡qué cosas!
En cualquier caso, pese al coitus interruptus, lo cierto es que parecía que encaraba mucho mejor el Sevilla los últimos minutos del encuentro. Pero la AS Roma volvió a demostrar que conviene no darle por muerto. Bellotti, que salió al césped por el peleón Abraham, estuvo a centímetros de anotar el 1-2, pero la manopla de Bono salvó la tragedia. De nuevo, un magistral pase de Mancini, protagonista en el partido tanto para el bien de su club como para mal, a su pesar, pues también fallaría un penalti en la tanda.
Hubo alguna ocasión más en los estertores del tiempo reglamentario, especialmente sobre la portería defendida por Rui Patricio, pues el Sevilla parecía acabar el encuentro con ese punto más. En-Nesyri la tuvo de cabeza en el minuto 91, pero sin excesivo peligro, y Suso inquietó al internacional luso cuatro minutos después, pero no varió el electrónico. Llegaba el tiempo del alargue
Prórroga y penaltis
Los primeros minutos del tiempo extra para dilucidar el primer campeón continental del curso mostraban un partido muy abierto; difícil de pronosticar un ganador. Apenas pasó nada reseñable en los primeros quince minutos. Y prácticamente tampoco en la segunda parte, hasta que se llegó al minuto 131. ¡Sí, el 131!, en el once de añadido. En ese momento, Sevilla enmudeció cuando Smalling estrelló el balón en el larguero tras un cabezazo.
Los penaltis decidieron una de las finales más largas de la historia. Empezó en mayo y acabó en junio. Ocampos y Cristante empezaron anotando. Lamela hizo lo propio, pero Mancini erró su lanzamiento. Era la primera ventaja del Sevilla en el partido, y no la perdería. Rakitic puso el 3-1 en la tanda, e Ibañez lanzó la pelota a la madera. Montiel, ídolo en Qatar, volvió a reescribir la historia más grande de su vida. Marcó el decisivo, como hiciera, para hacer tricampeón a Argentina, y ahora lo repitió para llevar la séptima a Nervión. Impresionante.
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