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Diego Costa, la china en el zapato de Wenger
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Diego Costa, la china en el zapato de Wenger

El técnico siempre ha valorado jugadores con menos nervio y más calma. Diego Costa ya las tuvo tiesas con el Arsenal en Inglaterra. Frank Lampard asegura que la Premier le echa de menos

Foto: Diego Costa, en el Atlético. (Reuters)
Diego Costa, en el Atlético. (Reuters)

Diego Costa no es sabor para todos los paladares. Tiene un punto cañero, casi tabernario, es la definición del 'cholismo' en su forma de delantero, igual hay otros con más recursos, más rápidos o habilidosos, pero no los encontrarán más concienzudos y tenaces. Lo mejor que se puede decir del hispanobrasileño es que siempre llama la atención, no es de esos jugadores que, al terminar el encuentro, uno tenga que plantearse siquiera si ha estado o no. Para bien o para mal, destaca, y eso otros de su estirpe lo aplauden.

Es el caso de Frank Lampard, que en una columna en el 'Evening Standard' se ha deshecho en elogios con el delantero, con quien coincidió en el Chelsea. "El fútbol inglés le ha echado de menos desde que volvió al Atlético, él es grande, con mucho carácter. Le amas o le odias, pero tienes que valorar a un jugador de ese tipo", explicaba el mediocentro, él también bastante peleón en su tiempo como futbolista. Costa no estuvo en el Emirates por una lesión, pero se le espera en el Wanda Metropolitano. Y eso mismo es lo que teme Lampard que terminará derribando a sus compatriotas.

Foto: Arsene Wenger. (Reuters)

"Por él me da miedo el Arsenal. No es solo su presencia física, es también su capacidad para marcar goles", cuenta en un párrafo. "Sabemos que a los centrales del Arsenal no les gustan los empujones, y Costa es un maestro en eso. Siempre jugó bien contra ellos cuando estaba en el Chelsea", agrega el histórico jugador inglés. En realidad, Costa representa el 'cholismo' casi tanto como es la antítesis de Arsene Wenger y su Arsenal. Este puede ser el último partido europeo del francés y tendrá que enfrentarse contra uno de sus mayores demonios.

"En cada partido provoca y se sale con la suya por la debilidad del árbitro. Lo sabíamos antes de este partido, solo piensa en eso. Su comportamiento ha sido asqueroso e irrespetuoso", expresó Wenger después de un derbi de Londres en el que un jugador suyo, Gabriel, terminó expulsado por una trifulca con Diego Costa. Cómo no. Lo cierto es que el brasileño inocente del todo no debía ser tampoco, pues la federación inglesa consideró que tenía que cumplir tres partidos de sanción por lo acontecido. "Es triste que Diego Costa continuara en el campo", decía esa misma tarde Santi Cazorla, otro de actitud moderada que no entiende el torbellino.

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EPA7919. MILÁN (ITALIA), 08 03 2018.- Fotografía de archivo del técnico del Arsenal, Arsene Wenger, durante un partido contra el AC Milan en el estadio Giuseppe Meazza de Milán (Italia), el 8 de marzo de 2018. Wenger dejará el equipo 'Gunner' al final de esta temporada tras 22 años al frente, informó hoy el club a través de un comunicado titulado 'Merci Arsene' (Gracias Arsene) en su página web. EFE Daniel Dal Zennaro

El último baile de Wenger

No puede sorprender demasiado la falta de empatía de Wenger con Costa, aunque solo sea porque lleva años buscando todo lo contrario. En los equipos del francés la rabia o la furia sobran, todo es clase y algo de dejadez, como si buscase en el mercado más perfiles que no sorprenderían en un salón de te, y no jugadores capaces de tirar una puerta abajo con una barricada si la noche lleva a ello. Son estilos, del mismo modo que Simeone no siempre ha tenido afinidad con jugadores de mucha clase pero indolentes, Wenger es todo lo contrario. Y en ambos casos hay aciertos y errores suficientes como para no descartar ninguna de las dos filosofías.

Esta es la última bala de Wenger, la opción final de salir de 22 años del Arsenal con un título europeo. Su carrera no se juzgará por esta competición, él en sí mismo es tan propio del club del norte de Londres como el escudo con el cañón, pero de algún modo le faltará algo si se retira sin haber logrado nunca vencer en el continente. Aunque sea, como es el caso, en el hermano pobre de la Champions League.

Foto: Arsène Wenger, durante un acto con aficionados del Arsenal. (Reuters) Opinión

Su legado siempre quedará, entre otras cosas porque transformó el fútbol rudimentario y visceral que caracterizaba a su club en otro mucho más refinado. El Arsenal de los 1-0, el de antes de Wenger, el de la infancia de Nick Hornby, hubiese sido un entorno propicio para un Diego Costa ochentero. Porque eran equipos con una ilusión desbordante, esforzados y trabajadores. Cosas que seguro que el alsaciano también valora, a nadie le gusta trabajar con vagos y perezosos, pero por debajo de otros conceptos que son, precisamente, los que le han hecho grandes como técnico. No solo es que no le guste jugar contra Costa, es que muy probablemente nunca se hubiese planteado ese delantero como un fichaje posible.

También son muy del estilo Arsenal sus centrales, con clase pero algo blandos. Tanto que uno de ellos, Koscielny, es el principal responsable de que un día en el que estaban saliendo las cosas bastante bien para el Arsenal todo se fuese por el sumidero. En la ida los 'gunners' dominaron la escena, se aprovecharon de la expulsión de Vrsljko para acosar la portería del Atlético, empezaron ganando 1-0... y terminaron con un empate a uno que sabe a poco y hace los del Cholo favoritos para esta eliminatoria. Y todo por un error de un central que no supo mantener la calma y vio como Griezmann le comió la tostada.

En la ida no estuvo Costa, a quien se espera en el Wanda para enardecer a las masas. Ha salido de la lesión y de él se espera pundonor y gresca. Justo lo que Wenger nunca querría ver en un campo de juego.

Diego Costa no es sabor para todos los paladares. Tiene un punto cañero, casi tabernario, es la definición del 'cholismo' en su forma de delantero, igual hay otros con más recursos, más rápidos o habilidosos, pero no los encontrarán más concienzudos y tenaces. Lo mejor que se puede decir del hispanobrasileño es que siempre llama la atención, no es de esos jugadores que, al terminar el encuentro, uno tenga que plantearse siquiera si ha estado o no. Para bien o para mal, destaca, y eso otros de su estirpe lo aplauden.

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