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El grupo de la muerte ni asustó: tres selecciones favoritas, fuera en octavos
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Muy decepcionantes

El grupo de la muerte ni asustó: tres selecciones favoritas, fuera en octavos

Francia, Portugal y, en menor medida, Alemania partían como las mayores candidatas a levantar plata. Sin embargo, las tres se fueron a la calle a la primera de cambio

Foto: Cristiano Ronaldo, Benzema y Mbappé durante el Portugal-Francia de la fase de grupos. (Reuters)
Cristiano Ronaldo, Benzema y Mbappé durante el Portugal-Francia de la fase de grupos. (Reuters)

Cuando el caprichoso sorteo de la Eurocopa deparó un grupo conformado por Francia, Portugal, Alemania y Hungría, todos nos echamos las manos a la cabeza. La campeona del mundo, la campeona de Europa y una de las selecciones más competitivas de la historia se daban cita en una fase inicial que, si bien albergaba espacio para las sorpresas, reducía considerablemente las mismas al facilitar el pase a las mejores terceras. Los galos accedieron a la siguiente fase como primeros, los alemanes como segundos y los lusos como terceros. Conseguido un billete que peligró durante mucho tiempo en la última jornada para alguna de las tres, todas habían superado la prueba de algodón. Sin embargo, una vez llegado el momento de la verdad, el resultado no ha podido ser más decepcionante. Ya no queda nadie con vida de un grupo de la muerte que le sonrió a la guadaña sin saber qué se encontraría a la vuelta de la esquina.

placeholder La dupla Benzema y Mbappé no fue suficiente para eliminar a Suiza. (Reuters)
La dupla Benzema y Mbappé no fue suficiente para eliminar a Suiza. (Reuters)

Las causas han sido múltiples y variadas. No le ha sucedido lo mismo a Francia que a Portugal, aunque existen muchos nexos comunes. Las dos cimentaban sus mayores fortalezas en el dominio de las áreas y en una solidez defensiva que se ha evaporado en los cruces. De ese rigor defensivo que superaba con creces las ansias de estimular el potencial ofensivo de los dos conjuntos por parte de sus entrenadores, ambos de marcado carácter conservador y especulativo, quedó muy poco frente a Bélgica y Suiza. Pero todavía hay más. Ni Francia es la de 2018 ni Portugal la de 2016. Las plantillas mejoraron ostensiblemente, la vieja guardia envejeció (esto cobra especial relevancia en el caso luso), los técnicos no estuvieron a la altura y la misma fórmula ya no dio resultados similares.

Dos plantillas muy desaprovechadas

Deschamps contaba con Mbappé, Benzema y Griezmann en un tridente ofensivo al que tan solo la Portugal de Fernando Santos con Cristiano Ronaldo, Bruno Fernandes y Diego Jota (por escoger uno entre tal abanico de opciones) podía mirar a los ojos. Sin embargo, ninguno de los dos técnicos construyó una estructura ofensiva que pudiese acercar la victoria a sus equipos.

placeholder Deschamps se lamenta. (Reuters)
Deschamps se lamenta. (Reuters)

En el caso de Francia, Mbappé siempre se irguió como una solución devastadora al contragolpe cuya mezcla con Griezmann y Benzema debería haber puesto patas arriba la eliminatoria contra Suiza, pero Antoine, gran sacrificado, brilló poco, Mbappé, muy desacertado, finalizó el torneo con una sola asistencia en cuatro partidos y erró el penalti decisivo en la tanda. Benzema fue de los pocos que estuvo a la altura. Como Paul Pogba o N'Golo Kanté. Y en defensa desaprovecharon un 3-1 favorable por no contener al rival desde la circulación de la pelota y no defender con la firmeza exhibida en el Mundial. "Los franceses pensaron que ya habían ganado con el 3-1", confesó el capitán suizo, Granit Xhaka, tras el encuentro. Y, aun así, todo estuvo en los detalles.

"Solo fuimos reactivos. Nos equivocamos por completo en la primera parte", comentó Varane tras el encuentro. Desde la entrada de Lenglet en el once titular con el cambio de sistema en defensa (pasaron a tres centrales y dos carrileros con el interior Rabiot por la izquierda) hasta la falta de alternativas de Deschamps (retiró a Griezmann por Sissoko en el minuto 88) y la incapacidad de los jugadores de sacar un encuentro que se les giró de golpe. Ya se sabe que la victoria tiene 100 padres y la derrota es huérfana.

placeholder Cristiano y Benzema charlan tras finalizar el Portugal-Francia. (Reuters)
Cristiano y Benzema charlan tras finalizar el Portugal-Francia. (Reuters)

A veces más es menos, debería pensar Fernando Santos, incapaz de exprimir el máximo jugo a la mejor plantilla de la que ha gozado. Con Cristiano Ronaldo, Joao Félix, André Silva, Diego Jota, Bruno Fernandes o Bernardo Silva. "Fuimos simples como palomas y sabios como serpientes", dijo el técnico portugués tras la victoria en la final de la Eurocopa con aquel icónico gol de Éder. Después de caer con Bélgica (1-0), el tono fue diferente: "Los belgas dispararon seis veces y nosotros, 29. Ellos marcaron y nosotros no".

La selección de Roberto Martínez aplicó la misma inyección letal que solía aplicar Portugal en la Eurocopa de 2016. Seguros atrás, compactos en el centro del campo y temibles a campo abierto cuando el rival se estira. A diferencia de en ese torneo donde los lusos tan solo ganaron un partido de siete en los 90 minutos reglamentarios (ante Gales), la calidad individual de los De Bruyne, Hazard y Lukaku puso en jaque todo su plan una vez encajaron el tanto inicial. Antes, Cristiano ya había estado aislado y a muchos metros de la portería rival a pesar de tener 36 años, Diego Jota había perdonado y Bruno Fernandes, el gran timón creativo luso, esperaba en el banquillo. Del doble pivote de la primera jornada se pasó a un centro del campo que ya no se repitió en ninguna de las posteriores jornadas.

placeholder Bélgica supo dónde hacer daño a Portugal. (Reuters)
Bélgica supo dónde hacer daño a Portugal. (Reuters)

Poco acostumbrados a llevar la iniciativa, no encontraron ni en la pizarra ni en la creatividad individual la receta para empatar el encuentro. Tuvieron un poste (de Guerreiro), pero la mayoría de acciones se finalizaron de manera forzada, precipitada o sin grandes combinaciones. O dicho de otro modo: se decidió mal, se atacó peor y no se tuvo la suficiente suerte en un escenario extraño para ellos. El acumular delanteros a borbotones no surtió efecto y la madura Bélgica, en el momento perfecto para plantar cara en esta Eurocopa, consiguió el pase. Da la sensación de final de ciclo.

Alemania, segunda debacle

¿Qué le ha sucedido a Alemania en este torneo? ¿Lo mismo que le pasó en el Mundial de 2018 donde tan solo ganó un partido en la fase de grupos? Sí y no. A excepción del partido frente a Portugal donde Löw detectó la debilidad en los laterales lusos, la selección germana ha dejado mucho a deber en el plano táctico, individual e incluso mental. Y a nivel colectivo. Otro fiasco para el bote para un proyecto que ya transmitía síntomas de agotamiento desde hacía tiempo, pero cuyo pasado dorado sostenía la cabeza de Löw, técnico desde 2006. Construir sobre la derrota es relativamente sencillo; hacerlo desde la victoria parece una utopía. O que se lo digan a la Selección española tras los trompazos de 2014, 2016 y 2018.

placeholder Los jugadores ingleses rodean a Kroos. (Reuters)
Los jugadores ingleses rodean a Kroos. (Reuters)

Alemania logró una clasificación agónica frente a Hungría con el gol de Goretzka en el minuto 84 en la fase de grupos, pero las sensaciones ya eran muy malas. Ante Inglaterra, en un partido donde arriesgó poco y reaccionó peor ante el gol de Sterling, la selección germana cayó sin pena ni gloria. Sin plan. Sin grandes fiabilidades competitivas. Como si hubiese sido normal que Müller fallase esa ocasión solo en un mano a mano para una selección distinguida por su crueldad y determinación competitiva. Con Kimmich apartado del centro del campo y Kroos sin socios a su alrededor, el mejor fue Manuel Neuer, portero y capitán. Eso lo debería explicar todo.

Ahora empieza una nueva etapa de la mano de uno de los técnicos más estimulantes del panorama europeo: Hans-Dieter Flick. Alquimista del Bayern de Múnich campeón de Copa de Europa, dominador de la Bundesliga y máquina goleadora. Un técnico mucho mejor conectado con las nuevas ideas que plagan el fútbol teutón y que cuenta con ideas frescas para renovar y reconstruir una selección necesitada de un 'electroshock' competitivo. Alemania se va. No tardará en volver.

Cuando el caprichoso sorteo de la Eurocopa deparó un grupo conformado por Francia, Portugal, Alemania y Hungría, todos nos echamos las manos a la cabeza. La campeona del mundo, la campeona de Europa y una de las selecciones más competitivas de la historia se daban cita en una fase inicial que, si bien albergaba espacio para las sorpresas, reducía considerablemente las mismas al facilitar el pase a las mejores terceras. Los galos accedieron a la siguiente fase como primeros, los alemanes como segundos y los lusos como terceros. Conseguido un billete que peligró durante mucho tiempo en la última jornada para alguna de las tres, todas habían superado la prueba de algodón. Sin embargo, una vez llegado el momento de la verdad, el resultado no ha podido ser más decepcionante. Ya no queda nadie con vida de un grupo de la muerte que le sonrió a la guadaña sin saber qué se encontraría a la vuelta de la esquina.

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