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Löw y Alemania se quedaron sin doblete por confundir el fútbol con el baloncesto
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LAS MANOS DE BOATENG Y ‘SCHWEINI’, decisivas

Löw y Alemania se quedaron sin doblete por confundir el fútbol con el baloncesto

Nadie comprende en Alemania por qué Boateng y Schweinsteiger defendieron dentro del área con los brazos levantados en dos momentos tan decisivos

Foto: En la imagen, Bastian Schweinsteiger junto a Joachim Low (Reuters)
En la imagen, Bastian Schweinsteiger junto a Joachim Low (Reuters)

El carácter impredecible del fútbol volvió a jugar una mala pasada al equipo que aparecía en casi todas las quinielas como el gran favorito para suceder en el trono a la España de Vicente del Bosque. Una peligrosa constante en el devenir de esta nueva y exquisita Alemania desde que perdiera la semifinal de su propio Mundial frente a Italia, en 2006. Sólo la última Copa del Mundo vio, de hecho, coronarse al combinado de Joachim Löw como gran jefe de la redonda en la aldea global después de sucumbir en las dos Eurocopas precedentes y en Sudáfrica.

La aparente madurez alcanzada en Brasil, doblegando en la gran final a la Argentina de Messi tras apalizar previamente a los anfitriones en Belo Horizonte, y sobre todo el crecimiento progresivo de su fútbol y de su puntería en tierras francesas, hacían presagiar el advenimiento de una nueva muesca en el fuselaje de la Mannschaft. Pero hete aquí que entonces apareció el peor enemigo de las escuadras de alta costura, acostumbradas a acogotar a sus rivales, para mandarlo todo al garete: la propia Alemania. Dos errores no forzados, impropios de una selección de la experiencia y fortaleza mental de la germana, convirtieron el plácido crucero de los vigentes campeones del mundo rumbo a París en un inesperado y destructivo maremoto que acabó por engullirles.

Que en un alarde de despiste Jerome Boateng y Bastian Schweinsteiger confundieran las reglas del fútbol con las del baloncesto en sendos momentos puntuales frente a Italia y Francia pasó una costosa factura a Alemania, en el primer caso, y la penalizó de manera irreversible en el segundo. Nadie, probablemente ni los propios protagonistas, comprende aún en el país de los Nibelungos por qué ambos futbolistas defendieron dentro del área con los brazos levantados, como si estuvieran tratando de impedir el lanzamiento a canasta de un rival.

El líder espiritual

Tan absurda acción por parte del zaguero central del Bayern, que propició el 1-1 de los transalpinos en el choque de cuartos al transformar Bonucci el consiguiente penalti, reavivó a un contrincante que a doce minutos de la conclusión estaba KO, pero que acabó llevando a los teutones al límite con una desgastante prórroga y una tanda de penaltis que bien pudo haberse inclinado del lado de los de Conte. En el camino, Löw perdió además a Hummels, que vio una cartulina amarilla que le privó de disputar las semis y que probablemente no hubiera visto de no haber querido su compañero en la zaga jugar a ser Dirk Nowitsky.

Por desgracia para los intereses alemanes, el lapsus de Boateng creó escuela y nada menos que su capitán se animó a fotocopiarlo en los instantes finales del primer tiempo ante ‘Les Bleus’. De nuevo, el infantil manotazo de ‘Schweini’ se produjo cuando su equipo estaba dando un soberano repaso a los galos y poner el partido en franquicia parecía una cuestión de tiempo, habida cuenta de la facilidad con la que generaban situaciones de peligro en torno al marco de un imperial Hugo Lloris. Empero, esa pena máxima, transformada por Griezmann ya con el reloj clausurando el primer acto, daría un giro termidoriano al clásico del balompié continental. Alemania, tocada en su Santa Bárbara por la incomprensible acción de su líder espiritual, perdió de un plumazo la clarividencia que había tenido en los primeros 45 minutos y cedió al empuje y pasión de una Francia que, con ‘Grizi’ a la cabeza, se hizo con los mandos de la contienda y aguijoneó a la contra a los campeones del mundo hasta darles el golpe de gracia definitivo en forma de segunda diana.

Por segundo día consecutivo, un error grosero llevó la contraria a unos números que hablaban de un claro dominio germano: 65% de posesión frente a 35%; 90% de pases correctos frente a un 84%; 575 pases completados frente a 250; 17 remates frente a 16; 47 balones recuperados frente a 44… Pero en el fútbol mandan los goles y, en ese apartado, el once de Löw perdió la gran batalla librada sobre el lamentable verde del Velodrome marsellés.

Comunicado

Plenamente consciente del alcance de su trastada, Schweinsteiger tiró de galones y emitió un comunicado a través de la Federación Alemana (DFB) en el que, al tiempo que felicitaba a los anfitriones por la victoria y por la gran organización del torneo, entonaba a su manera el ‘mea culpa’ recordando que a su gente un detalle que a veces pasamos por alto: que esto del balompié se trata de un juego, en el que unas veces se gana y otras se pierde.

“Es una verdadera pena. Nuestro sueño no se ha logrado. No hemos podido llegar a la final, y a Río no le seguirá otra noche mágica. Por desgracia, frente a Francia nos faltó algo muy importante: la suerte. Pero las derrotas son parte del juego, incluso cuando más duelen. Podemos y debemos aceptar el desempeño de nuestro oponente, y felicitar sincera y calurosamente al equipo francés por haber llegado a la final. Estoy orgulloso de lo que hemos logrado. Permanecimos fieles a nuestro estilo de fútbol. Continuamos creciendo como equipo durante las últimas siete semanas, y esta unidad, que fue nuestra fuerza en Brasil hace dos años, se ha mantenido en Francia. Nuestros seguidores son también una parte importante de esta fuerza. Dondequiera que hemos estado (Lille, Saint-Denis, París, Burdeos o Marsella), gracias a vosotros tuvimos siempre al jugador número 12 de nuestro lado”.

El carácter impredecible del fútbol volvió a jugar una mala pasada al equipo que aparecía en casi todas las quinielas como el gran favorito para suceder en el trono a la España de Vicente del Bosque. Una peligrosa constante en el devenir de esta nueva y exquisita Alemania desde que perdiera la semifinal de su propio Mundial frente a Italia, en 2006. Sólo la última Copa del Mundo vio, de hecho, coronarse al combinado de Joachim Löw como gran jefe de la redonda en la aldea global después de sucumbir en las dos Eurocopas precedentes y en Sudáfrica.

Joachim Löw Antoine Griezmann
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