No puede comentar los partidos de Islandia en la tele... porque está en su banquillo
Cargarse a la todopoderosa Holanda en la fase de clasificación le obligó a renunciar durante esta Eurocopa a su contrato de analista televisivo por razone obvias
“Mi país está revolucionado con la Eurocopa. Como el partido contra Austria pilla en horario de trabajo, van a dar fiesta a todo el mundo por la tarde para que puedan ver por la tele a la selección. Mañana habrá más islandeses en el Stade de France de los que caben en nuestro Laugardalsvöllur (estadio Nacional de Rejkjavik). Yo también estaré allí. Para nosotros es un día histórico. Espero que ganemos y nos clasifiquemos para los octavos de final. Sería una hazaña”. Helga Kjartansson deja que hable el corazón mientras prepara un capuccino al otro lado de la barra del café ‘Art Original’, un diminuto reducto vikingo situado a tiro de piedra de la catedral de Notre Dame. La bandera del país que se ha ganado la simpatía y el afecto del aficionado francés con esas camisetas modelo ‘Evasión o victoria’ ondea a la puerta del establecimiento. Un reclamo inmejorable para atraer a los cerca de 17.000 ‘guerreros’ que desde ayer exhiben la tricolor nórdica con una sonrisa cosida al rostro por las calles parisinas.
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Austria es la frontera que separa al aguerrido once islandés de un hito con el que ni siquiera soñaban cinco años atrás, cuando el director ejecutivo de la Federación (KSI), Geir Porsteinsson, anunciaba la contratación de Lars Lagerback como nuevo responsable técnico del equipo nacional. “Muchos me preguntaron cuando acepté este trabajo: ¿por qué te vas a Islandia? ¿Qué posibilidades tienen? Tengo que reconocer que la respuesta a esa pregunta llegó con el tiempo. Es muy bonito ver cómo hemos ido mejorando. Trabajar con estos jugadores es muy fácil porque siempre vienen con hambre de darlo todo por su país. Les encanta volver a casa para jugar con la selección. Su actitud es perfecta", confesaba el veterano preparador sueco en la única entrevista que ha concedido desde que llegaron a suelo francés. En las ruedas de prensa suele comparecer su mano derecha, Heimir Hallgrimsson. Igual que cuando compartía con Tommy Söderberg responsabilidades técnicas en la selección sueca, a la que clasificó cinco veces consecutivas a fases finales de Eurocopas y Mundiales entre 2000 y 2009.
En realidad, el pelotazo que está dando con sus irredentos vikingos en las antiguas Galias le pilló medio en fuera de juego. A sus 62 años y después de guiar los pasos de Nigeria en Sudáfrica 2010, Lagerbäck había decidido cambiar el banquillo y los entrenamientos por un plató de televisión. La cadena de televisión por cable sueca Viasat le sedujo con una tentadora oferta para comentar los partidos de la liga local (Allsvenkan) y las grandes competiciones de selecciones. La relativa flexibilidad que da un cargo como el de seleccionador ha permitido al preparador nacido en Katrineholm simultanear ambas funciones, hasta que Islandia decidió ponerse el mundo por montera y cargarse a la todopoderosa Holanda en la fase de clasificación. De modo que Lagerbäck se ha visto obligado a renunciar durante esta Eurocopa a su labor de analista televisivo por causa mayor.
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En la KSI están encantados con su profesionalidad y humildad. Lamentan, de hecho, que vayan a separar sus caminos una vez concluya la aventura islandesa en Francia. Al igual que parece que hará Del Bosque, el seleccionador escandinavo ha decidido colgar el chandal para dedicarle más tiempo a su familia y poder cumplir sin sobresaltos su compromiso con Viasat. Hallgrimsson será el encargado de recoger su testigo, con lo que la continuidad del proyecto iniciado a fines de 2011 está asegurado.
Pase lo que pase este miércoles, Lagerbäck se irá con el buen sabor de boca que deja haber superado con creces los objetivos que le marcaron en la Federación cuando aterrizó en Rejkjavik. Su vasta experiencia, ojo clínico para apostar de plano por una generación de jóvenes talentos (Sigurdsson, Sigthorsson, Birkir Bjarnason, Aron Gunnarsson, Johann Gudmundsson, Gislason, Finnbogason y Valdimarsson) que demandaba continuidad tras sus logros con la sub 21 y su capacidad de adaptación a un medio escaso en recursos y con un bajo presupuesto han resultado determinantes para que Islandia esté codeándose con la flor y nata del balompié continental.
El seleccionador islandés ha tenido que asumir labores impensables en otros combinados a los que había dirigido con anterioridad, como tener que montar los vídeos con los análisis de sus rivales para luego mostrárselos a sus jugadores. Una tarea de la que, por lo general, suele encargarse un analista especializado en la materia. Empero, el reducido número de ayudantes con los que cuenta le obligó a tomar ciertas responsabilidades extra a las que no estaba acostumbrado, pero que en cambio ha llevado a cabo con la mentalidad abierta y la ilusión de un preparador novel, y no la de un entrenador que está viviendo su última aventura en los banquillos.
Superar a la ‘Oranje’ dos veces consecutivas después de diez tentativas pinchando en hueso, y forzar unas meritorias tablas ante Portugal en su puesta de largo de una gran competición han terminado por situar en el mapa mundi de la pelota a una escuadra pétrea, de físico interminable, que hace de la disciplina táctica (el 4-4-2 es un dogma de fe a lo largo de los 90 minutos), las jugadas de estrategia y los contragolpes a ritmo de látigo los referentes de un estilo marcado por la eficiencia y la ausencia de florituras. Además, son los causantes directos del mayor desplazamiento de hordas vikingas desde la noche de los tiempos, cuando sus ancestros surcaban las aguas del Atlántico Norte a borde de sus drakkars, knarrs y snekars. ¡Qué miedo!
“Mi país está revolucionado con la Eurocopa. Como el partido contra Austria pilla en horario de trabajo, van a dar fiesta a todo el mundo por la tarde para que puedan ver por la tele a la selección. Mañana habrá más islandeses en el Stade de France de los que caben en nuestro Laugardalsvöllur (estadio Nacional de Rejkjavik). Yo también estaré allí. Para nosotros es un día histórico. Espero que ganemos y nos clasifiquemos para los octavos de final. Sería una hazaña”. Helga Kjartansson deja que hable el corazón mientras prepara un capuccino al otro lado de la barra del café ‘Art Original’, un diminuto reducto vikingo situado a tiro de piedra de la catedral de Notre Dame. La bandera del país que se ha ganado la simpatía y el afecto del aficionado francés con esas camisetas modelo ‘Evasión o victoria’ ondea a la puerta del establecimiento. Un reclamo inmejorable para atraer a los cerca de 17.000 ‘guerreros’ que desde ayer exhiben la tricolor nórdica con una sonrisa cosida al rostro por las calles parisinas.