Burdeos será una fortaleza contra los ultras croatas, pero la Federación tranquiliza
Se espera que las autoridades francesas redoblen la seguridad en las calles y sobre todo en los accesos al estadio para tratar de minimizar las bengalas que puedan entrar a las gradas
Qué difícil se está haciendo hablar sólo de fútbol en estos días previos al último partido de la fase de grupos de la Eurocopa. Debería ser lo más fácil del mundo, pero no es posible. La seguridad manda. Y en este caso, puede afectar de manera directa a los intereses de la selección española. El partido contra Croacia, determinante todavía para los intereses de España para cerrar el primer puesto del grupo, se va a declarar de alto riesgo por las autoridades francesas en vista de que los ultras croatas vuelvan a crear un caos similar (o mayor incluso) que el formado en los últimos minutos del partido que los ajedrezados acabaron empatando contra Chequia.
Sin embargo, desde la Real Federación Española de Fútbol transmiten absoluta calma sobre este asunto. No consideran que las medidas de seguridad que vayan a haber en Burdeos sean mucho mayores que las normales, ya que la mayoría de estos partidos ya son considerados previamente de alto riesgo. Además, aseguran que, en todo caso, a los que perjudicaría sería a los propios croatas, por lo que están bastante tranquilos al respecto y quieren mandar un mensaje de ánimo a todos los españoles que se quieran trasladar a Burdeos, ya que creen que no correrán peligro. Ciertamente, la guerra no va contra los españoles, sino entre los propios ultras del Hadjuk y el Dinamo, que probablemente se vuelvan a encontrar en la grada, como pasara en Saint-Étienne.
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La solución, o al menos la medida paliativa que implementarán las autoridades francesas es la de redoblar el número de las fuerzas del orden público, tanto policías como gendarmes, así como los antidisturbios y los agentes de empresas privadas de seguridad y los propios voluntarios de la UEFA para así tratar de evitar que los seguidores radicales de Croacia puedan entrar al Matmut Atlantique, el estadio en el que se disputará el partido en Burdeos, o si no pudieran dar con ellos, sí al menos impedir que entrasen en la grada las bengalas y ‘cartas bomba’ que sí pudieron colar en Saint-Étienne. Es algo que, como mínimo, trata de reducir la posibilidad de que se produzcan de nuevo altercados que trastornen la normalidad del encuentro.
No se plantea en absoluto tarea fácil esto. Los ultras del Hadjuk Split, principales sospechosos de provocar los graves incidentes del viernes pasado, son profesionales en este asunto. Llevan boicoteando los partidos de su selección desde hace una década, y lo seguirán haciendo mientras no consigan lo que quieren. ¿Y qué es eso? Que desaparezca del mapa futbolístico de una vez Zdravko Mamic, actual vicepresidente primero de la Federación Croata de Fútbol e histórico directivo del Dinamo de Zagreb, principal rival del Hadjuk.
Los ultras reclaman que tanto Mamic como Davor Suker, presidente de la federación y también ex del Dinamo, favorecen desde hace años al Dinamo y perjudican directamente a los de Split, que llevan desde 2005 sin ganar el título de la liga del país, algo que, según ellos, viene provocado precisamente por ese apoyo al gran club de la capital. Algunos de los miembros de la ‘Torcida’, como se hace llamar el grupo ultra del Hadjuk, han tenido la posibilidad de expresarse en algunos periódicos importantes croatas. Algunos de ellos dicen que responsabilizar a los seguidores del Hadjuk de lo sucedido es una “muestra de odio y desprecio” por la ciudad de Split y que supone “escupir sobre las tumbas de los miembros veteranos de la Torcida fallecidos” en la Guerra de los Balcanes. Sin embargo, también llegan a comprender que algunos hayan perdido “la fe en las medidas legales” contra la directiva.
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Como decimos, estas actitudes no son nuevas y vienen motivadas por lo que consideran una organización corrompida de la Federación. Bien es cierto que Mamic fue detenido en 2015 junto a otras cinco personas por supuesta evasión de capitales y sobornos. Los aficionados quieren conseguir, a través de sus propios actos vandálicos, que la UEFA o la organización internacional de turno, acabe por expulsar al equipo croata de sus torneos, lo que supondría así un duro castigo para la federación que dirigen Suker y Mamic. En los últimos años, esta situación se ha repetido en varias ocasiones. En el estadio de San Siro, en un Italia-Croacia clasificatorio para esta Eurocopa, lanzaron decenas de bengalas al campo, lo cual provocó que la vuelta entre ambos equipos se jugara a puerta cerrada. Y fue entonces cuando se produjo el escándalo más famoso: la esvástica dibujada sobre el césped del estadio Poljud de Split, lo que supuso la deducción de un punto para Croacia.
Qué difícil se está haciendo hablar sólo de fútbol en estos días previos al último partido de la fase de grupos de la Eurocopa. Debería ser lo más fácil del mundo, pero no es posible. La seguridad manda. Y en este caso, puede afectar de manera directa a los intereses de la selección española. El partido contra Croacia, determinante todavía para los intereses de España para cerrar el primer puesto del grupo, se va a declarar de alto riesgo por las autoridades francesas en vista de que los ultras croatas vuelvan a crear un caos similar (o mayor incluso) que el formado en los últimos minutos del partido que los ajedrezados acabaron empatando contra Chequia.
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