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La vieja herida se cerró: madridistas y culés, unidos para ganar otra Eurocopa
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La vieja herida se cerró: madridistas y culés, unidos para ganar otra Eurocopa

Antes del debate sobre De Gea y Casillas, la comidilla en la Selección era la relación entre los jugadores de Barça y Madrid, pero cada día muestran que aquella historia forma parte del pasado

Foto: Piqué, Ramos y Alba, juntos en el entrenamiento. (EFE)
Piqué, Ramos y Alba, juntos en el entrenamiento. (EFE)

Hace no demasiado tiempo, la comidilla en la Selección española no era la lucha por la titularidad de Iker Casillas y David de Gea, ni si España tenía problemas con el gol, aunque ese siempre es un asunto recurrente. De lo único que se hablaba era de la más que tensa relación que tenían los jugadores de Real Madrid y Fútbol Club Barcelona cuando se juntaban en el equipo nacional. Se decía que se odiaban, que no se podían ni ver, algo muy corrosivo para el equipo. No mucho después, ese tema ya es algo que pasó a la historia, para beneficio de toda la Selección. Las viejas heridas parecen por fin absolutamente cerradas.

Fue durante la temporada 2010-11 cuando los clásicos entre Madrid y Barça comenzaron a parecer más campos de batalla que simples partidos de fútbol. Los ambientes previos a todos los encuentros se enrarecieron. No paraban de producirse mensajes ofensivos de las dos partes enfrentadas, ya fuera de los jugadores, los entrenadores o las directivas. Era la primera campaña en la que coincidieron en los dos grandes Mourinho y Guardiola. El portugués convirtió su paso por el Madrid en una guerra constante contra el Barça, que no se quedaba únicamente en sus declaraciones, casi siempre negativas sobre el rival, sino que transmitió a su vestuario, que actuabafuera de lugar en el campo.

placeholder Que la pareja de centrales se lleve bien es fundamental. (Reuters)
Que la pareja de centrales se lleve bien es fundamental. (Reuters)

Para el recuerdo (doloroso) quedan escenas como el pisotón de Arbeloa a Villa en la final de la Copa del Rey, la entrada de Pepe a Dani Alves, que le costó la roja en las semifinales de la Champions League, o el vergonzoso episodio de la vuelta de la Supercopa de España de aquel año en el Camp Nou, en que varias entradas más allá de la reglamentación acabaron con varios expulsados y con Mourinho metiéndole el dedo en el ojo a Tito Vilanova. En aquel momento, los clásicos tocaron fondo, hundiéndose cada vez más en el fango de las peleas, las broncas, las tánganas… Y la prensa nacional, especialmente la televisión, lo alentaba a sabiendas de lo beneficioso que resultaba para su ‘share’ diario, ya que a la gente le atrae la carnaza.

Mucho tuvieron que ver Iker Casillas y Xavi Hernández en frenar aquel enfrentamiento absurdo que conducía al fútbol español a la barbarie. Esa llamada entre los dos pesos pesados de Madrid y Barça recondujo el destrozo hacia la base del fútbol, donde todo debió quedarse desde un principio. Y también se notó la intermediación de Vicente del Bosque. El salmantino, con la calma que le caracteriza, fue capaz de reorientar a una plantilla plagada de jugadores de ambos equipos para que, al menos durante el tiempo que durase la Eurocopa de 2012, el ambiente en el vestuario fuera el mejor posible. Y el resultado, como todos sabemos, no pudo ser mejor: España revalidó el título en Kiev.

Sin embargo, esa llama nunca se apagó del todo. De vez en cuando, muy de vez en cuando, vuelve a encenderse. La relación de los jugadores blancos y azulgranas nunca ha sido de amistad, más bien lo contrario. Por todos es conocida la animadversión que sienten entre sí Sergio Ramos y Álvaro Arbeloa con Gerard Piqué y Jordi Alba, por poner apenas un ejemplo. Arbeloa ya no forma parte de la Selección, pero Ramos es el segundo capitán, uno de los grandes pesos pesados, casi tanto como el central culé. Alba, siempre vivaz y polémico, tampoco dio nunca un paso adelante para arreglar las cosas. Hasta ahora.

placeholder Juanfran y Ramos olvidaron su incidente de Milán. (EFE)
Juanfran y Ramos olvidaron su incidente de Milán. (EFE)

“Sergio Ramos es importantísimo no solo en el terreno de juego, sino también fuera. Me llevo fenomenal con él. Es un espejo en el que mirarse en todos los sentidos”, dijo Jordi Alba este miércoles en la sala de prensa sobre el capitán del Real Madrid. “Es un vestuario muy bueno, la tensión siempre es necesaria, pero una vez en la Selección, todos defendemos lo mismo”, añadió el defensa catalán. Y por lo que se puede apreciar en Saint-Martin-de-Ré, es cierto. Aunque, claro, cada uno se lleva mejor con sus compañeros. Por ejemplo, antes de iniciar el entrenamiento previo al debut, pudimos ver a Ramos pelotear con Lucas Vázquez y Morata, dos madridistas, mientras Piqué y Alba lo hacían con Thiago, Fàbregas yPedro, a los que se unió Koke.

Cierto es que lo que podemos ver los periodistas es reducido, porque buena parte de los entrenamientos del equipo español son a puerta cerrada y el hotel de concentración es un búnker impenetrable. Pero lo que ellos nos transmiten cuando tenemos oportunidad de cruzar palabras es que el ambiente ahora mismo es realmente bueno. De verdad, no solo de cara al público. Los jugadores de Madrid y Barça han dejado a un lado sus viejas polémicas y han empezado a ‘soportarse’ con el fin común de volver a ganar otra Eurocopa. Es bastante habitual ver en el campo de trabajoa Sergio Ramos bromear con Alba y Piqué, con los que cada vez se relaciona más. Y fue el andaluz el primero en celebrar el gol del triunfo ante Chequia con Gerard. Incluso Juanfran y Ramos, que tuvieron un pequeño encontronazo en la final de la Champions League de Milán, parecen haberlo olvidado totalmente. Todo por el bien de la Selección.

Hace no demasiado tiempo, la comidilla en la Selección española no era la lucha por la titularidad de Iker Casillas y David de Gea, ni si España tenía problemas con el gol, aunque ese siempre es un asunto recurrente. De lo único que se hablaba era de la más que tensa relación que tenían los jugadores de Real Madrid y Fútbol Club Barcelona cuando se juntaban en el equipo nacional. Se decía que se odiaban, que no se podían ni ver, algo muy corrosivo para el equipo. No mucho después, ese tema ya es algo que pasó a la historia, para beneficio de toda la Selección. Las viejas heridas parecen por fin absolutamente cerradas.

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