La violencia empaña al balón: ni 90.000 policías pueden frenar la barbarie ultra

La Eurocopa de Francia está decepcionando a los grandes aficionados al fútbol y no sólo por culpa del balón. Después de siete partidos disputados, lo cierto es que el juego que se está viendo en estos comienzos de campeonato está muy alejado de lo que se espera de un torneo de estas características, pero quizá sea lo de menos. El enorme grado de violencia entre 'aficionados' y los continuos incidentes la están convirtiendo en la Eurocopa del terror.

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Agresiones extremas, batallas campales o palizas entre radicales se están convirtiendo en la tónica general en los prolegómenos de los encuentros. Hasta este lunes, se han disputado siete partidos del torneo y sólo en tres de ellos no ha habido incidentes previos a que el balón eche a rodar. Y no hablamos de un ligero problema en la calle sin más: se tratan de peleas multitudinarias que acaban con múltiples destrozos y con numerosos heridos de diversa índole.

Curiosamente, la Eurocopa de Francia se trata de una de las más blindadas de todos los tiempos. La amenaza del terrorismo yihadista después de los atentados de París de noviembre ha provocado que, durante el torneo, el país galo haya decidido poner en marcha el mayor dispositivo de seguridad, con cerca de 90.000 agentes de seguridad. Sin embargo, poco o nada se ha notado la presencia policial para evitar las multitudinarias peleas que han tenido lugar en las calles.

Después de unos primeros partidos sin incidentes de ningún tipo, el gran problema llegó en Marsella con un cóctel explosivo: los 'hooligans' ingleses, los radicales rusos y los ultras marselleses. Esta situación dio lugar a una monumental batalla en el Puerto Viejo de la cudad francesa, donde esta brutal pelea acabó con un espeluznante registro: 35 hospitalizados, 3 heridos muy graves, 1 en estado crítico y otro aficionado desparecido. Pero no acabó ahí la cosa.

No se tratan de incidentes aislados

No contentas ambas aficiones con lo sucedido en la calle, continuaron la pelea dentro del estadio. Primero, el sector ruso se encargó de lanzar bengalas contra el inglés para, al terminar el encuentro, provocar una nueva pelea en las propias grandas del Vélodrome. Está situación ha dado lugar a que la UEFA haya abierto un proceso disciplinario a ambas selecciones, a las que incluso ha anunciado la posibilidad de que queden expulsadas del torneo si se repiten estos tristes hechos. Eso sí, la UEFA sólo juzgará lo que ocurra en el interior de los estadios, pues es el único lugar en el que tiene competencia.

La realidad es que esta situación no ha sido puntual y los incidentes se han producido en muchos más partidos: turcos, croatas, polacos, norirlandeses, alemanes y ucranianos han salido a puñetazos por las calles francesas en las horas previas a sus respectivos partidos de debut en el campeonato. O, lo que es lo mismo, parece que buena parte de los aficionados están más interesados en pelear en el exterior que de disfrutar de su selección sobre el césped.

El gran problema radica en la sensación de descontrol por parte de los servicios de seguridad. A pesar del espectacular despliegue policial, el mayor de la historia, que se ha llevado a cabo en una Eurocopa, la violencia callejera le está ganando la partida al fútbol, en un torneo que debería ser una fiesta del fútbol. La crispación y la violencia están manchando la cara del balón, ese que se ha olvidado de sonreír por culpa de los graves incidentes que están ocurriendo en Francia.