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piqué marcó el gol de la victoria

Con Iniesta todo es posible

El centrocampista dio un recital y puso el balón para que Piqué marcara de cabeza el 1-0. España fue muy superior a la República Checa, pero pecó de lo de siempre: la falta de gol

Foto: Piqué marcó el gol del triunfo español (Sergio Pérez/Reuters)
Piqué marcó el gol del triunfo español (Sergio Pérez/Reuters)

Jugó De Gea, marcó Piqué, creó Iniesta. Ese es el resumen más breve posible sobre el debut de la Selección en la lucha por la tercera Eurocopa consecutiva. Olvídense definitivamente del partido contra Georgia. Aquí España sí jugó con brío, quiso ganar desde el principio a la República Checa y lo hizo al final, con un gol del que dicen que no quiere ser español pero que juega para este equipo como los ángeles. Porque como una deidad solo juega Iniesta. Ah, y algo de celestial empezó a tener De Gea, que sacó con muchísima solvencia la única gran ocasión checa.

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España tiene un don y una maldición que son la misma cosa. Nadie en el mundo, salvo esta selección, tiene a Andrés Iniesta en plantilla. Otros tienen a sus Messis, a sus Cristianos, pero España tiene a Iniesta. Es tan bueno que el aficionado nacional puede estar tranquilo, porque intuye que en cualquier instante va a hacer lo que lleva haciendo ya más de una década. Siempre se ve venir el momento en que va a romper el partido, porque nadie como él usa un cuerpo tan menudo para ganar la posición y ver ese pasillo del que nadie más se percató. Pero acumular tanta calidad en un solo hombre crea dependencia. Y sí, España sufre ‘iniestadependencia’.

Del Bosque le ha intentado crear una estructura, un caparazón en el que sentirse cómodo, con jugadores que entienden lo que necesita Andrés para desarrollarse en plenitud. Busquets para iniciar y Silva y Cesc para asociarse. El resto es accesorio. Ese cuarteto está formado para el disfrute de Iniesta, para destacarlo y buscarlo. Pero los otros tres no pueden crear las ocasiones a las que no llega Iniesta. El juego de España contra los checos fue bastante mejor que el visto en los meses anteriores a esta Eurocopa, es esperanzador, pero volvió a pecar de lo mismo de siempre, de no marcarle un gol a nadie. Por una razón o por otra, con un jugador u otro, España sufre para ver de cerca al portero contrario.

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Para ser justos con esos compañeros de Iniesta, siempre tuvieron cerca el gol. Es decir, España siempre daba la sensación de estar a punto de abrir el marcador. Pero en este tipo de competiciones tan breves y definitivas, no vale con ser buenos, jugar bonito y tener el balón. Hace falta marcar goles, y a España le sigue faltando eso. Pero la calidad está, y esta vez se percibió como otras veces en los años gloriosos.

Del Bosque lleva con un esquema de juego definido desde hace mucho tiempo. Dejó a Busquets como único pivote, con la opción siempre útil de incrustarse entre Ramos y Piqué para sacar el balón con fluidez. Y a partir de ahí, hay escalas. Cesc justo por delante de él, con menos participación en los metros determinantes, pero sí en la creación de las jugadas. Posteriormente, Iniesta en la mediapunta, más cerca del ataque de lo que lo hace en el Barça. Nolito a la izquierda, Silva a la derecha y Morata en punta. Esa idea no parece rebatible, al menos en partidos no demasiado gordos como podía ser éste de la República Checa. Otra cosa será ya unos hipotéticos cuartos o semifinales, donde el doble pivote es una opción muy plausible.

Y Pavel Vrba lo contrarrestó con un once mucho más defensivo de lo esperado. Se cargó a Pavelka, el jugador junto a Rosicky de mayor capacidad inventiva, y dobló el lateral derecho. Gebre Selassie pasó al extremo y Kaderábek ocupó el lateral. Lo hizo por una razón muy evidente: España iba a volcar su juego ofensivo por el costado izquierdo, que es donde tiene al único extremo puro del once. Nolito y Jordi Alba forman una pareja en teoría letal. Se conocen del Barça y deberían encajar lo suficientemente bien como para ser un peligro constante. En la derecha, Juanfran encontraba carril porque Silva se adentraba en la mediapunta, su zona natural. España estaba volcada hacia la izquieda, y Chequia defendió por ahí. Y España no encontró alternativa a ello.

La movilidad de Morata era la otra gran baza del ataque español. No había mucho más donde rascar. Pero Álvaro no está, al menos no por ahora, cogiendo con las dos manos los galones del ‘9’ español. No ha encontrado esa dinámica en la que adquirir confianza a base de goles constantes, y se le vio algo perdido entre los centrales checos, que le defendieron con cierta suficiencia. Cuando se les escapó (porque Morata se escapa siempre al menos un par de veces por partido), el delantero de la Juventus no estuvo acertado. Se atolondró con el balón en los pies y perdió algunas de las oportunidades más claras del equipo por culpa también de un magnífico Cech. Algo similar le ocurrió a Nolito, al que le superó la responsabilidad de ser el que rompiese por los costados.

Y mientras, Chequia se defendía con comodidad. El juego checo es simple, como el de muchos equipos, lo cual no indica que sea negativo, ni menos eficiente. Es el que mejor se adapta a la calidad de la plantilla. Una organización muy seria en torno a Plasil y Darida, y la opción de Necid para hacer de receptor de los balones largos con los que oxigenar la salida de balón propia. En la creación, los dos pivotes, en vez de incrustarse entre centrales, se abrían casi hasta la posición de los laterales, donde recibían para iniciar lo que nunca se acababa. Rosicky tiene una calidad enorme, pero no está para estos trotes. Al final, el único peligro checo fue a balón parado, donde respondió perfectamente el protagonista de la última semana, David de Gea, que ejerció de salvador en dos acciones de mucho mérito. Para eso está. No esperen nunca que haga diez paradas. No. Él tiene que parar dos o tres como mucho por partido. Y lo hizo.

El gol de Piqué llegó cuando ya empezábamos a hacer cálculos sobre lo que hubiera necesitado España para estar en octavos sin sufrir. Pero de nada valen las matemáticas cuando hay goles de por medio. Encontró España el gol por medio del que tiene que sacar las castañas del fuego casi siempre, Iniesta. Un centro suyo acabó con Piqué, ese al que se le silba en suelo patrio, celebrando el primer gol de la bicampeona en Francia 2016. Y dando tres puntos que, por ahora, calman el ambiente, hacen olvidar la polémica con De Gea y plantean mucho mejor lo que resta de Eurocopa.

Ficha técnica

1 - España: De Gea; Juanfran, Piqué, Sergio Ramos, Jordi Alba; Busquets, Cesc (Thiago, m.70), Iniesta; Silva, Nolito (Pedro, m.82) y Morata (Aduriz, m.62).

0 - República Checa: Cech; Kaderebaek, Sivok, Hubnik, Limbersky; Theo Gebre Selassie (Sural, m.84), Plasil, Darida, Krejci, Rosicky; y Necid (Lafata, m.75).

Goles: 1-0, m.87: Piqué.

Árbitro: Szymon Marciniak (Polonia). Amonestó a Limbersky (61) por la República Checa.

Incidencias: encuentro correspondiente a la primera jornada del Grupo D, disputado en el estadio de Toulouse. Lleno, con la presencia de 33.000 aficionados en sus gradas, unos 8.000 españoles.

Jugó De Gea, marcó Piqué, creó Iniesta. Ese es el resumen más breve posible sobre el debut de la Selección en la lucha por la tercera Eurocopa consecutiva. Olvídense definitivamente del partido contra Georgia. Aquí España sí jugó con brío, quiso ganar desde el principio a la República Checa y lo hizo al final, con un gol del que dicen que no quiere ser español pero que juega para este equipo como los ángeles. Porque como una deidad solo juega Iniesta. Ah, y algo de celestial empezó a tener De Gea, que sacó con muchísima solvencia la única gran ocasión checa.

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