El partido que te resume en cinco claves el año del Real Madrid... pese a los raros llantos de Imanol
El Madrid tuvo que remontar hasta en dos ocasiones un marcador adverso, que le sirvió para meterse en la gran final de la Copa en un choque que sacó todos los demonios blancos
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La mejor noticia posible para el Real Madrid es la clasificación a la final de la Copa del Rey (4-4), en un partido en el que sucedió de todo y donde cualquiera de los dos equipos pudo lograr el objetivo. Los blancos firmaron un partido espeso, hasta que se vieron con el agua al cuello, momento en el que despertaron y, abonados a esa épica tan habitual en el Santiago Bernabéu, lograron un empate cuando el partido se encaminaba a los penaltis que supo a gloria en el equipo blanco.
Pero el éxito no puede servir para tapar todos los problemas que el equipo demostró ante la Real Sociedad y que estuvieron al borde de eliminarle del torneo del KO. Los de Carlo Ancelotti siguen sacando sus compromisos adelante con más pena que gloria y, sin duda, la mejor lectura que se puede hacer es que, incluso en los momentos más complicados y delicados, el Madrid es capaz de activarse y poner una marcha más para resolver sus compromisos. Pero está jugando con fuego.
Endrick pudo enjugar la ventaja que la Real había tomado con el tanto de Barrenetxea, pero los dos autogoles de Alaba dejaban al Madrid con el agua al cuello. Bellingham y Tchouaméni parecían haber resuelto el problema y la clasificación, pero Oyarzabal iba a forzar la prórroga en el descuento. Y, cuando el partido parecía que se marchaba en dirección a la tanda de penaltis, Rüdiger lo arreglaba con un cabezazo que hacía buena la victoria blanca en el partido de ida de las semifinales.
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Pero Imanol Alguacil, el mismo que alabó la decisión de expulsar a un jugador suyo ante el Barcelona, rajaba en rueda de prensa, hablando de que el Madrid había ganado por "ayudas arbitrales". Se refería a un supuesto fuera de juego posicional de Mbappé en el tercer tanto blanco. Eso sí, nada del penalti a Bellingham por el manotazo de Álex Remiro ni de la roja perdonada a Olasagasti por la violenta entrada sobre Vinícius, que calificó como "una entrada típica de una semifinal".
Pero la realidad es que este partido te explica, en cinco claves, la temporada del Real Madrid:
1) Lucas y la defensa, un drama que no cesa
Hasta este martes, la Real Sociedad había jugado 29 partidos, en los que había anotado 27 goles, menos de uno por partido. Pues bien, en el Bernabéu, el conjunto donostiarra hizo cuatro tantos. Y, todos ellos, por fallos defensivos clamorosos. El tanto de Barrenetxea sirvió para desnudar de nuevo a Lucas Vázquez, un jugador que volvió a quedar retratado en el partido. Sin velocidad, colocación, ni lectura de juego defensivo, esa banda es un completo coladero partido tras partido.
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El problema no es tanto de Lucas como de Ancelotti, que insiste con él como lateral, y de la dirección deportiva, que cree que es el jugador perfecto para esa posición cuando no está Carvajal. El problema es que tiene que jugar toda la temporada y, claro, se le ven las costuras. El gol de Barrenetxea es el mejor ejemplo: Asencio salta a una zona que no es la suya y, cuando el balón pasa, Lucas duda si debe de ir o quedarse. Error que le mata y se convierte en el primero.
A ello hay que sumarle los dos autogoles de Alaba, que tiene una importante cuota de responsabilidad, así como el resto de la zona defensiva. Otros dos goles por la banda de Camavinga, donde los rivales se encuentran con una alfombra roja en lugar de oposición, amén del regalo de Andriy Lunin en el cuarto tanto, tras una horrenda salida en el área pequeña. La defensa genera muchas dudas y, lo que es peor: el equipo, como bloque, no es capaz de cerrar su portería.
2) Una siesta continua durante muchos minutos
Durante muchos partidos de la temporada, el Real Madrid muestra problemas en su activación. Es un equipo que juega lento, previsible y sin sorpresa, con pocos movimientos al espacio y demasiados balones al pie. Solo hay un puñado de jugadores que se atreven a desbordar, a superar líneas y a ofrecer algo diferente sobre el césped que no sea el típico pase de seguridad para evitar riesgos. Y eso provoca que el mensaje de calma cale en el equipo.
Eso se traduce en ataques demasiado estáticos, laxitud defensiva y poca intensidad en algunas fases de los partidos, como si con la camiseta fuera suficiente para sacar las victorias adelante. Los equipos llegan temerosos en un primer instante pero, cuando huelen sangre, buscan la manera de hacer daño, que suele ser la banda derecha de Lucas Vázquez. Es entonces cuando el Madrid recibe un par de golpes, momento en el que se despereza de la siesta y empieza a jugar.
3) Se desata el caos y el Madrid es intratable
Es, precisamente en ese momento en el que parece que todo está perdido, cuando el Real Madrid saca su mejor versión. Los laterales se olvidan de defender, los centrales ganan veinte metros, el medio del campo vuelca balones a la banda y los goles no se hacen esperar. Cuando el Madrid necesita ese plus de energía, especialmente si está apoyado por su afición, genera una atmósfera irrespirable para los rivales, muchas veces exitosa para los blancos.
Cuando estas remontadas se producen tan habitualmente con buenos resultados para el Madrid, no se puede hablar de suerte. Es esa mística, ese creer hasta el final y ese espíritu de lucha que conlleva vestir la camiseta blanca, la que lleva a resultados que, de otra manera, no se producirían. Pero lo que muchos aficionados se preguntan es por qué el equipo no resuelve los partidos antes y se empeña en acudir a la heroica de manera constante.
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4) Endrick y la gestión de los cambios
Otra vez más, los cambios de Ancelotti no gustaron por la enorme tardanza. Pero, además, ante la Real, con un elemento clave: Endrick. El brasileño volvió a firmar un gran partido, golazo incluido y chilena para enmarcar que estuvo a punto de convertirse en un tanto de leyenda. Pero cuando el primer cambio llegó en el 66' y el jugador que se marchaba era el joven delantero, la grada del Bernabéu lo desaprobó con silbidos. Era el cambio fácil y no el que necesitaba el equipo.
Endrick no solo marcó el primer tanto, sino que trabajó en defensa, ayudó en la presión y se incrustó durante muchas fases del partido en banda derecha para proteger al equipo. Pero volvió a ser el primer sacrificado. El Madrid estaba eliminado y Ancelotti solo hizo dos cambios en los primeros noventa minutos, para hacer tres en la prórroga. Especialmente extraño el de Brahim, que entró en el 106' después de estar calentando desde el primer minuto de la segunda parte.
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5) Continúan los sobreesfuerzos
Después de tener que jugar los dos partidos extra para lograr el pase a los octavos de final de la Champions, con el desgaste que conlleva hacerlo contra el City, esta es la tercera prórroga que disputa el Madrid en lo que va de curso (Atlético en Copa de Europa, además de Celta de Vigo y Real Sociedad en Copa del Rey). El problema son los sobreesfuerzos a los que está habituándose el equipo blanco, con excesivo castigo en las piernas de algunos jugadores que están muy exigidos.
Jude Bellingham, Vinícius, Rodrygo, Fede Valverde o Kylian Mbappé, entre otros, llevan una temporada muy cargada de minutos y, como el equipo no es capaz de resolver compromisos que debería de hacer más fácilmente, los sobreesfuerzos de estos jugadores son cada vez mayores. El problema es que aún queda el tramo definitivo del curso, ese en el que todo se juega y donde se deciden los títulos. Recuperar su mejor versión es básico en el momento clave de la temporada.
La mejor noticia posible para el Real Madrid es la clasificación a la final de la Copa del Rey (4-4), en un partido en el que sucedió de todo y donde cualquiera de los dos equipos pudo lograr el objetivo. Los blancos firmaron un partido espeso, hasta que se vieron con el agua al cuello, momento en el que despertaron y, abonados a esa épica tan habitual en el Santiago Bernabéu, lograron un empate cuando el partido se encaminaba a los penaltis que supo a gloria en el equipo blanco.