El éxito del Valencia campeón de la Copa del Rey que celebran hasta en Singapur
El Valencia conquista la Copa del Rey. El equipo de Peter Lim, Mateo Alemany y Marcelino —las tres piezas claves— propina otro duro golpe a un Barcelona sin alma ni juego
Este Barcelona podría tener a once Messis que nunca sería capaz de ganar un partido decisivo después del golpe de Anfield. Un equipo sin alma pierde la seguridad y la confianza. Por el contrario, un grupo de jugadores que sueña es capaz de todo. Esta fue la gran diferencia entre los dos finalistas. El Valencia es campeón (1-2) por el hambre, ilusión y la altísima concentración con la que salió al campo para no desaprovechar la oportunidad de su vida. Regresa a la élite del fútbol español un equipo que está en el año de su centenario. Un histórico. El Valencia de Peter Lim destrona al Barça de Messi. El multimillonario tiene un título. La décima fortuna de Singapur y el hombre que ocupa el puesto 916 en la lista Forbes —con 2.500 millones de dólares— puede presumir, por fin, de que su proyecto en Valencia es campeón.
El secreto del Valencia es el equipo. La unión. La solidaridad. La fuerte mentalidad de un líder en el banquillo: Marcelino García Toral. Capaz de convencer con su idea. Los lobos atacan en manada. Los malos cazadores van solos, en grupos desperdigados o simplemente son asustadizos. El lobo que ha creado Marcelino es un equipo ordenado, resistente, sólido y con colmillo. Devoró a un Barcelona con piel de gallina. La que tienen los azulgranas desde el batacazo contra el Liverpool. No lo ha superado. Está siendo una pesadilla. Es muy difícil de entender como profesionales con tanto talento y experiencia son incapaces de recuperarse y motivarse para otra final. Nunca deseó el Barcelona esta Copa del Rey. Lo reconoció Piqué cuando perdieron en Sevilla. "Si no es este año, será el siguiente", se sinceraba el central. Le molestaba porque el objetivo era estar fresco para el asalto de la Champions. Vaya error. En el fútbol, queda demostrado, que no puedes guardarte nada.
[La depresión de Messi es profunda]
El Barcelona se ha quedado sin ninguno de los dos títulos que anunciaban el triplete. Ni Champions ni Copa. Es el campeón de Liga y ni siquiera la ha celebrado. La derrota contra el Valencia abre una crisis en el club culé. A Bartomeu se le ha llenado la boca defendiendo la continuidad de Ernesto Valverde. Ratificando a un técnico que vuelve a demostrar que no tiene el don de meterle sangre al equipo en citas claves. A las fatídicas noches de Roma y Liverpool se une ahora la de Sevilla con la derrota ante el Valencia. Con la inspiración de Messi no le ha llegado al Barcelona para estar en la final de la Champions ni tampoco para conseguir otro doblete. La temporada, con una Liga, no debería ser mala. Pero la decepción puede más que el éxito de un Barcelona que sacó, nada más y nada menos, que 26 puntos al Valencia en la Liga. Valverde sale mal parado con otra derrota y acusado de traicionar el estilo.
Un equipo afinado
En las finales, como en los partidos contra el Liverpool y la Roma, se trata de competir. Lo avisó Messi antes de la final de Copa. El Valencia compitió mejor que el Barcelona. Con sus armas. El equipo de Marcelino García Toral no es atractivo. Es efectivo. Los jugadores son fanáticos de una idea que tiene su base en dar prioridad a no recibir goles y contraatacar. Es el estilo más parecido con el que triunfó el Atlético de Madrid de Simeone. Seguridad atrás, defensa férrea, repliegue, sacrificio y contraataque. El equipo por encima de las individualidades. Con el talento de Parejo, la velocidad de Gayá, Carlos Soler y Guedes. La dinamita de Rodrigo y Gameiro. Jugadores revalorizados en un sistema que les da seguridad e interpretan con maestría.
La temporada del Valencia es un éxito. Campeón de la Copa del Rey, cuarto en la Liga después de quitarle el puesto a un grandísimo Getafe y semifinalista de la Europa League después de caer contra el Arsenal de Emery. La estabilidad institucional es el secreto del triunfo. Gracias, en parte, a Mateo Alemany —director general— que ha puesto sensatez y criterio en las malas rachas. El ejecutivo ha defendido la continuidad de Marcelino cuando sonaban campanas de despido y el entrenador ha justificado su sabiduría con la remontada en la Liga y una Copa del Rey.
Este Barcelona podría tener a once Messis que nunca sería capaz de ganar un partido decisivo después del golpe de Anfield. Un equipo sin alma pierde la seguridad y la confianza. Por el contrario, un grupo de jugadores que sueña es capaz de todo. Esta fue la gran diferencia entre los dos finalistas. El Valencia es campeón (1-2) por el hambre, ilusión y la altísima concentración con la que salió al campo para no desaprovechar la oportunidad de su vida. Regresa a la élite del fútbol español un equipo que está en el año de su centenario. Un histórico. El Valencia de Peter Lim destrona al Barça de Messi. El multimillonario tiene un título. La décima fortuna de Singapur y el hombre que ocupa el puesto 916 en la lista Forbes —con 2.500 millones de dólares— puede presumir, por fin, de que su proyecto en Valencia es campeón.
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