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Messi salvó a Valverde tras Anfield, pero la final de Copa vuelve a señalarlo
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Messi salvó a Valverde tras Anfield, pero la final de Copa vuelve a señalarlo

La Copa del Rey no era consuelo suficiente para tanto pesar, pero perderla no ayuda en absoluto a levantar el ánimo. Las consecuencias están por ver

Foto: Messi, con los brazos en jarra tras perder la final de Copa. (Reuters)
Messi, con los brazos en jarra tras perder la final de Copa. (Reuters)

Pitó Undiano Mallenco el final del partido (1-2) y mientras Marcelino se abrazaba con sus jugadores y Parejo lloraba, Leo Messi, desencajado, miraba a su alrededor con cara de no creérselo. El argentino, sin ser consciente, ya había dado la clave de la final cuando salió a hablar en la previa en la rueda de prensa con Piqué. Después de flagelarse y admitir que en Anfield ni habían competido y era lo que más le dolía, le preguntaron por la Bota de Oro y contestó: "No pienso en eso. No lo tengo en la cabeza. Nos estamos reponiendo aún de lo de Liverpool".

El sopapo en la Champions fue de tal magnitud que ni Messi, ni el resto del equipo, lo había digerido aún. Y con esa melancolía, con el duelo todavía a cuestas, se plantaron en Sevilla para disputar una final ante un Valencia de festival por el centenario, ilusionado y con los ánimos por las nubes. Se cometió además el pecado de la soberbia desde el club, que en su afán por pasar página rapidito y darle mérito a la temporada, sumó prácticamente el título de Copa. Bartomeu, días antes de la final, hablaba de la gran temporada si se conseguía el doblete, dándolo casi por descontado. Los medios de comunicación repitieron el soniquete: cinco Copas seguidas, el noveno doblete de la historia, el cuarto en las últimas cinco temporadas, tratando de espantar así el mal fario y las sensaciones de equipo roto, tocado, que había dado el Barça en los dos partidos de Liga después del naufragio en Liverpool.

Si Messi salvó a Valverde de toda responsabilidad de lo sucedido en Europa, ahora todas las miradas críticas volverán a enfocarle como objetivo. Alineó en el once a tres jugadores (Semedo, Arthur y Coutinho) que estaban tocados. Sustituyó a los dos primeros en el descanso con 0-2 en el marcador y el tercero terminó el partido roto sin poder ni caminar, pero en los goles él no tuvo la culpa. Si el fútbol es un estado de ánimo, como dijo Valdano, el del Barça era de zozobra y en el primer tanto fallaron primero Busquets y después Sergi Roberto y en el segundo, Soler se fue de Jordi Alba en carrera. Poco puede hacer ahí un técnico.

placeholder Bartomeu ratificó a Valverde tras la derrota en la final de Copa del Rey. (EFE)
Bartomeu ratificó a Valverde tras la derrota en la final de Copa del Rey. (EFE)

Pese a todo, el Barça echó mano del orgullo en la segunda parte y arrinconó al Valencia. Messi, al que todos buscaban, disparó al palo en el 56’, marcó el 1-2 y ni lo celebró por las prisas para sacar el balón del centro del campo y seguir jugando, Piqué jugó de '9' y animó a la grada, Arturo Vidal se dejó el alma (y se mereció la roja por una patada a Wass desde el suelo), todos remaban. Los culés se enchufaron al partido demasiado tarde, con el Valencia ordenadísimo en defensa y en plan frontón. "Estoy contento por la reacción que ha tenido al equipo, hemos podido empatar, pero no ha sido así. Felicito al Valencia", dijo Piqué mientras Valverde se acercaba uno a uno a sus jugadores para darles una palmada en la espalda, un apretón, un gesto de ánimo.

Minutos después, Messi se fue al palco para recibir el triste aliento de las autoridades y la medalla del perdedor, Bartomeu le dijo algo al oído y ni le miró, ni le contestó. No estaba para gaitas. "Valverde tiene contrato para la próxima temporada. No creo que sea culpa del entrenador esta derrota. Lo que cuenta es el gol y hoy no ha entrado por mucha posesión y ocasiones que hayamos tenido. No es una temporada de notable pero sí buena", acertó a decir el presidente a TVE.

La noche que el Barça se estrelló en Liverpool se acabó la temporada. La Copa del Rey no era consuelo suficiente para tanto pesar, pero perderla no ayuda en absoluto a levantar el ánimo. Las consecuencias están por ver.

Pitó Undiano Mallenco el final del partido (1-2) y mientras Marcelino se abrazaba con sus jugadores y Parejo lloraba, Leo Messi, desencajado, miraba a su alrededor con cara de no creérselo. El argentino, sin ser consciente, ya había dado la clave de la final cuando salió a hablar en la previa en la rueda de prensa con Piqué. Después de flagelarse y admitir que en Anfield ni habían competido y era lo que más le dolía, le preguntaron por la Bota de Oro y contestó: "No pienso en eso. No lo tengo en la cabeza. Nos estamos reponiendo aún de lo de Liverpool".

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