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La percepción del fracaso: lo que hoy no satisface al Sevilla antes era un buen año
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la afición clamó contra su equipo en la humillación

La percepción del fracaso: lo que hoy no satisface al Sevilla antes era un buen año

El equipo hispalense ha sido finalista de Copa y ha tenido una notable carrera en Champions, pero sus vaivenes en Liga y el ridículo en la final dejan cierta desilusión en el club

Foto: Decepción en los jugadores del Sevilla. (EFE)
Decepción en los jugadores del Sevilla. (EFE)

La mejor muestra de la dimensión que ha tomado el Sevilla FC es que se considera casi un fracaso una temporada con la que hace no tantos años hubiesen soñado. Sí, es cierto, no habrá Champions League la próxima temporada, no hay un título que celebrar y son probables varias previas para la próxima Europa League. El balance, a pesar de todo, sería soñado por casi cualquier otro club, pues incluye una final de Copa del Rey, un más que digno recorrido por la máxima competición continental y una posición cómoda en la Liga, en la que en este momento caminan en la séptima plaza. Es cierto que en este partido copero la imagen fue lamentable, que se dio el día malo y los aficionados salieron del Metropolitano pensando que bien podrían haber invertido su dinero en cualquier otra cosa, pero no quita para que este año sea mejor que una buena parte de los que tiene la institución.

No es suficiente, porque hoy el Sevilla es un grande. No a la altura del Madrid o el Barcelona, tampoco a la del Atlético, pero justo en el escalón siguiente. Y claro, esa posición en la historia y en el presente obliga a ciertas exigencias que antes no existían. Ser finalista de Copa, un éxito mayúsculo hace no tantos años, es ahora mismo poco más que una desazón, pues esta era la última bala que tenían los hispalenses para hacer de esta temporada una que recordar con cariño.

Foto: La grada de aficionados del Barcelona mientras sonaba el himno español en el Metropolitano. (Reuters)

Claro que las circunstancias son las que son. El arquitecto de la dinastía, el hombre que ha dado relevancia a un proyecto hasta convertirlo en uno de los más envidiados del mundo, ahora está en Roma, esperando ansioso unas semifinales que nadie esperaba. Monchi, un diminutivo guasón para un personaje superlativo, es el principal motivo de un éxito sostenido, pues de su cerebro llegaron los fichajes desconocidos de jugadores que repercutirían en enriquecer al club con sus ventas; en sus libretas estaban los secretos que luego se desvelaban poco a poco en la temporada. Eran muchos los que miraban las plantillas y se preguntaban por qué Monchi encontraba siempre la fórmula mientras que el resto de dirigentes iban dando tumbos.

Bien, es lo que hay, es el pasado. El legado queda ahí, pero en otras manos, probablemente menos expertas. No es, necesariamente, que los que han llegado después, encabezados por Óscar Arias, sean buenos en sus labores, pero es casi imposible lograr la magia de antecesor. Y no se necesitaron muchos meses para sacar a la conclusión, no se tardó mucho en ver que Berizzo, la elección para el banquillo, un técnico que parecía de consenso, no era el adecuado. O no tenía los mimbres suficientes para hacer el cesto que él quería. En todo caso, el club prescindió de él, con cierta polémica, pues despedir al técnico después de una dura enfermedad —otro de esos factores que nada tienen que ver, pero que influyen— tenía cierto regusto amargo.

Quizá la mejor manera de ver que la planificación no fue la adecuada está en enero, cuando se anunciaron los fichajes de Layún, Roque Mesa y Sandro. Porque los equipos se diseñan en verano y los que funcionan no necesitan de pasar por el mercado invernal para hacerse grandes. Tres fichajes, el máximo permitido, es también una confesión: nos hemos equivocado. Buscaron más gol y más juego, pero tampoco los nuevos recambios modificaron la cara de los hispalenses que siguieron, unos cuantos meses más, con una alarmante irregularidad que mezclaba noches mágicas como la de Old Trafford con otras sonrojantes como el 5-1 encajado en Eibar. Tampoco ellos funcionaron.

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El entrenador italiano del Sevilla FC Vincenzo Montella durante la final de la Copa del Rey. (EFE)

Un técnico para las eliminatorias

En esta temporada de extremos tiene mucho que decir Vincenzo Montella. Sorprendió la elección en su momento, aunque solo fuese porque los otros candidatos, Thomas Tuchel y Javi Gracia, sonaban más. El primero, de hecho, ahora parece que va camino de ser el sucesor de Emery, exitoso en el Sevilla, en mansión de oro llamada París Saint-Germain. De él se señalaban dos cosas como elementos definitivos para escogerle. Una, la presencia de Enzo Maresca, uno de los futbolistas más inteligentes que eligió Monchi para el Sevilla y de quien tienen un recuerdo excelente en Nervión. El otro, saber jugar eliminatorias.

Porque cuando llegó el italiano la Liga ya era una entelequia. El objetivo predeterminado, la Champions, sonaba a hueco, aunque solo sea porque eso requería alcanzar al Valencia de Marcelino (cuya única decepción como técnico está en el Sevilla, por cierto) o desbancar al Madrid o el Atlético, de mayor jerarquía y fiabilidad que el Sevilla, también en estos años dorados. Una buena andadura en la Europa, o ganar la Copa, podrían dar también la sensación de que todo el trabajo había merecido la pena.

Lo primero se cumplió, pues solo puede considerarse un éxito llegar a Old Trafford y asaltar la banca. Por más apocado que esté el United, no deja de ser un grande de Europa, y ganar en uno de los grandes lugares del fútbol mundial siempre es un recuerdo que se quedará para siempre. Contra el Bayern de Múnich la victoria no llegó, pero la actuación no empañó lo conseguido hasta ese momento. Porque caer contra el coloso alemán es lo esperado, es aceptable hacerlo plantando cara, que es lo que ocurrió en esa eliminatoria.

También se manejó bien en la Copa, aunque la derrota final deja cierta sensación amarga. Perder contra el Barcelona entra dentro de lo previsible, es verdad, pero este torneo solo se recuerda de verdad si se termina levantando. Lo que se vio en el Metropolitano, además, invita a pensar que Montella no vale, Arias no vale, el presidente no vale, los jugadores no valen... porque la derrota es dura, pero la imagen casi más.

Y la Liga mal, peor aún si se tiene en cuenta que muy probablemente el Betis terminará por delante. La final, Europa, la Liga... ¿cómo es la temporada del Sevilla? Es difícil de saber del todo, aunque lo que sí queda clara es una cosa, la simple sensación de que han faltado cosas marca la grandeza a la que ha llegado este club.

La mejor muestra de la dimensión que ha tomado el Sevilla FC es que se considera casi un fracaso una temporada con la que hace no tantos años hubiesen soñado. Sí, es cierto, no habrá Champions League la próxima temporada, no hay un título que celebrar y son probables varias previas para la próxima Europa League. El balance, a pesar de todo, sería soñado por casi cualquier otro club, pues incluye una final de Copa del Rey, un más que digno recorrido por la máxima competición continental y una posición cómoda en la Liga, en la que en este momento caminan en la séptima plaza. Es cierto que en este partido copero la imagen fue lamentable, que se dio el día malo y los aficionados salieron del Metropolitano pensando que bien podrían haber invertido su dinero en cualquier otra cosa, pero no quita para que este año sea mejor que una buena parte de los que tiene la institución.