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El Barcelona que no apareció en Roma humilla al Sevilla para ser campeón de Copa
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goleada en la final de la copa del rey

El Barcelona que no apareció en Roma humilla al Sevilla para ser campeón de Copa

El Barcelona mostró esta vez la mejor cara posible, un equipo tan precioso como contundente que encontró a todos sus jugadores, desde Cillesen a Messi, para humillar al Sevilla

Cuando el Barcelona se pone a tono y es capaz de mezclar sus diferentes versiones es capaz de ganar una Copa del Rey sin casi despeinarse en menos de una mitad de partido. El bombardeo azulgrana fue tal que al descanso se marcharon con 0-3, como si tuviesen prisa por volver a casa después del trabajo hecho. La exhibición fue colosal, desde el primer minuto, ante un Sevilla timorato y desubicado, muy por debajo del nivel exigido para una final en un equipo que, además, quiere presentarse en el mundo del fútbol como un grande. No es que perdiesen, es que mancharon el escudo con su pobre rendimiento.

El Barça fue capaz de mezclar a la perfección el fútbol de salón academicista tan de la escuela de Guardiola con la versión un poco más 'punky' que fueron explorando sus sucesores Luis Enrique y Valverde. La mejor muestra de lo primero son los 13 primeros minutos de partidos, jugados íntegramente en la mitad del campo que pertenecía a David Soria, con 21 hombres metidos en un cuadrado, los acosados sevillistas y los muy cómodos azulgranas. No puede sorprender que en ese baile de salón el rey fuese Iniesta, que no necesitaba correr demasiado porque el balón era siempre suyo. Que los demás, si se atrevían, intentasen arrebatárselo.

Foto: La grada de aficionados del Barcelona mientras sonaba el himno español en el Metropolitano. (Reuters)

Estaba siendo un dominio abrumador y lo más llamativo es que el gol llegó, sí, pero en una contra. Fue la primera vez o casi que el Sevilla pasó de la medular, apareció sin peligro en el área del Barcelona y allí, como protagonista sorprendente, apareció Jesper Cillesen. El portero no paró un balón, no lo necesitó en todo el encuentro, pero sin su juego el primer gol de su equipo no hubiese llegado. Dio un zapatazo memorable que viajó por el aire hasta los pies de Coutinho. El brasileño, junto a Luis Suárez, había salido como una flecha desde su propio campo para buscar el balón.

David Soria, el portero rival, pareció un guardameta de posguerra y decidió que ese balón no era cosa suya, que ya llegaría si era necesario. Error, claro, el pase de Cillesen era tan certero que sobrepasó a todos los defensas sevilistas con una sola patada. Coutinho controló, encaró a Soria y regaló a Suárez el tanto. Los atacantes tuvieron su parte, claro, pero en esta jugada en concreto la vista se va al maravilloso primer pase que cortó la respiración. Un método que Guardiola igual no aprobaría, pero súmamente efectivo y vistoso. Que no solo de toque vive el hombre.

Foto: La Policía Nacional requisó cualquier elemento con simbología independentista en las puertas del Metropolitano. (EFE)

Se desconoce si Cillessen para bien, pero esa frase que dice que los porteros del Barça deben jugar con los pies se le adapta a la perfección. Al menos en lo que potencia se refiere. Abrió la lata el Barcelona, pero la dinámica no cambió, más bien al contrario, siguió Iniesta mandando, narcotizando a un rival que claramente no había acertado en el dibujo del partido y tampoco encontraba ninguna fórmula alternativa para desenmarañar la tormenta que les estaba cayendo en ese momento encima. Si Montella dependía de su perspicacia en un gran partido es mejor que vaya buscando vuelos de vuelta a Italia.

placeholder Iniesta se marcha llorando al ser sustituido. (Reuters)
Iniesta se marcha llorando al ser sustituido. (Reuters)

Fútbol de toque

Iniesta, por supuesto, no estaba solo. Todos los jugadores del Barcelona tienen claro el sistema, incluso el recién llegado Coutinho. Entre él, Messi, Rakitic y Jordi Alba convirtieron la final en una tormenta perfecta. A nadie le sorprendió cuando Messi, siempre preclaro en la finales de Copa, apareció en la mitad del primer tiempo y destrozó las pocas esperanzas que les quedaban a sus rivales aprovechando un pase de tacón de Alba. Ni cuando Suárez, poco antes del descanso, convirtió la victoria en paliza aprovechando un pase de, cómo no, Messi.

Con el partido terminado se fueron al descanso, dejando ya más tiempo para homenajes que pare el fútbol. Porque por más que el Sevilla intentase salir a morder en el segundo tiempo, la realidad dictaba que en esta noche solo el sufrimiento les acompañaría y solo el pase de los minutos podría aliviar la pena.

Valió la segunda mitad para que lo que era un homenaje a Iniesta se cerrase con un colofón en forma de gol. Andrés, una parte preciada de la historia del fútbol, no ha sido nunca un enorme goleador, pero son varios los que se recuerdan de su arsenal. Para redondear la humillación hubo un penalti -que, de todos modos, hubiese sido gol- convertido por Coutinho. En ese momento en el Metropolitano se escuchaban miles de voces hispalenses cantando el himno de su Sevilla. Era una especie de reivindicación de lo que fue, sin duda, lo más notable del equipo, su afición. El brasileño tiraba y marcaba desde los 11 metros mientras la sinfonía era el Arrebato. Ganar la grada es un escaso premio para la afición, que también pidió a Montella que se vaya del equipo y la dimisión de Pepe Castro.

La victoria del Barcelona, un equipo exigente, hace algo más difícil aún lo que fue la derrota más reciente, la de Roma. Porque todos los partidos son diferentes, es cierto, pero cómo se puede explicar que el equipo contundente y vigoroso que marchó por Madrid como si no tuviese rival es el mismo que se arredró en la ciudad eterna hasta el punto de dejarse todas las opciones en la Champions. Todo salió bien en la Copa, sí, pero eso no hace más que demostrar que esa noche es uno de los grandes ridículos de la historia azulgrana.

Valga lo uno por lo otro. La temporada del Barcelona de Valverde, con Liga y Copa en el zurrón, no puede ser más que un éxito. Ocurra lo que ocurra con el Madrid en Champions, que aunque el alma de ambos equipos sean vasos comunicantes esta historia no deja ser la del destino de dos equipos diferentes.

Ficha técnica

0 - Sevilla: David Soria; Jesús Navas, Mercado, Lenglet, Escudero; Nzonzi, Banega; Pablo Sarabia (Layún, m.83), Franco Vázquez (Nolito, m.86), Correa (Sandro, m.46); y Muriel.

5 - Barcelona: Cillessen; Sergi Roberto, Piqué, Umtiti, Jordi Alba; Rakitic, Sergio Busquets (Paulinho, m.76), Iniesta (Denis Suárez, m.87), Coutinho (Dembele, m.82); Luis Suárez y Messi.

Goles: 0-1, M.14: Luis Suárez. 0-2, M.31: Messi. 0-3, M.40: Luis Suárez. 0-4, m.52: Iniesta. 0-5, M.69: Coutinho, de penalti.
Árbitro: Jesús Gil Manzano (Comité Extremeño). Amonestó a Mercado (m.34), Escudero (m.38), Iniesta (m.67), Busquets (m.74) y Franco Vázquez (m.74)
Incidencias: final de la Copa del Rey, disputada en el Wanda Metropolitano de Madrid ante unos 67.000 espectadores. Presidió el encuentro el Rey Felipe VI.

Cuando el Barcelona se pone a tono y es capaz de mezclar sus diferentes versiones es capaz de ganar una Copa del Rey sin casi despeinarse en menos de una mitad de partido. El bombardeo azulgrana fue tal que al descanso se marcharon con 0-3, como si tuviesen prisa por volver a casa después del trabajo hecho. La exhibición fue colosal, desde el primer minuto, ante un Sevilla timorato y desubicado, muy por debajo del nivel exigido para una final en un equipo que, además, quiere presentarse en el mundo del fútbol como un grande. No es que perdiesen, es que mancharon el escudo con su pobre rendimiento.

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