A Ceballos le sienta bien el traje de Modric, pero el Madrid de los suplentes aburre
No pudo hacer menos el Madrid para cerrar la clasificación a octavos de final de la Copa del Rey. Se encontró con dos penaltis que fueron suficientes para tumbar a un excelente Fuenlabrada
La Copa es una chufla. No es una calificacion nueva para esta competición arcaica y reticente a cualquier tipo de innovación que pueda hacerla mínimamente interesante. No le importa más que a los equipos pequeños que reciben a los grandes para llenar sus arcas, que viven un día de fiesta sin ilusión por clasificarse, solo porque los niños vean de cerca a jugadores de Primera e irse a casa con una sonrisa sabiendo que hasta ahí ha llegado su equipo, que en el próximo sorteo estará el rival, el bueno, no ellos, los malos. Porque así está establecido desde LaLiga, que no quiere que los malos tengan oportunidad de ganar. Y eso que hay algunos que no son nada malos, como el Fuenlabrada, pero llega el Madrid a su hogar, bautizado como un enemigo histórico, y le gana con dos penaltis (0-2).
Alcanza tal punto de desmotivación esta Copa española que ya ni siquiera esos futbolistas que están necesitados de oportunidades de lucirse, se sienten halagados con la ocasión que les da el entrenador y el calendario para participar y juegan al mismo o menor ritmo que en un entrenamiento de pretemporada, cuando los kilos de más y los hombros quemados de las vacaciones todavía molestan al echarse una carrerita. Saben estos, los suplentes, que es cuestión de tiempo resolver la eliminatoria. Puede que no suceda lejos de casa, pero ya se arreglará cualquier problema ante la propia afición, los cuatro gatos que aceptan los horarios infernales de partidos desmotivados y acuden dentro de un mes al estadio.
El Madrid tiene jugadores de esos, que juegan poco o menos de lo que les pide el cuerpo. No hay titulares ni suplentes, diría Zidane, pero siempre los hay, se admita o no a trámite el recurso. Algunos de ellos no entienden de amistosos. O sí, pero juegan como si quisieran ganar, que a veces no es tan fácil como parece. Dani Ceballos es uno de esos. No juega con la necesidad imperiosa de sumar la victoria, sino con la alegría de un niño que se divierte jugando y haciendo jugar. Aun si acaba de fichar por el Madrid, en la alineación del Fernando Torres era un peso pesado, uno de los que acarreaban la responsabilidad de sacar el resultado adelante. Le gustó esa idea, lo mismo que le pasaba en el Betis.
Ceballos me recordó a un tal Luis José de @MembersFC @emilioosorio4 @R_Altalef @Luisjose_11
— Don Governor (@EIGovernor) 26 de octubre de 2017
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No hubo mucho a lo que acogerse para disfrutar del partido, si se miraba al Madrid, claro. El Fuenlabrada es el prototipo de equipo pequeño (por lo general, madrileño) que empieza a hacer las cosas bien a través de una gestión más o menos impecable en la parcela directiva, creado con criterio y que prefiere crecer a partir de una idea futbolística y no de la espontaneidad. Son la demostración de cómo está creciendo el fútbol pequeño a través de entrenadores con mucho talento. La distancia se aprecia principalmente en la preparación física. El ritmo de Primera lo aguantan 60 minutos, como la mayoría de conjuntos de la categoría de bronce. Y eso que cuentan con seis futbolistas con experiencia en la élite.
En esa élite quiere asentarse Ceballos. No es un chico que vaya a brillar a través de goles. No es Asensio, que hace bonito hasta transformar un penalti (dudoso, todo hay que decirlo). Ceballos hace bonito un regate, una conducción, un pase de cinco metros, un cambio de juego de 50. Es como Modric, pero en fino estilista. Forma parte de esa generación de centrocampistas a los que se les cae el talento de los bolsillos y que necesitan basar en la consistencia de su juego la continuidad de su crecimiento. A Dani, como a Marco, le pasa que a veces brilla y otras muchas no. Pero a los dos les llama el liderazgo, se sienten poderosos cuando se les otorga mando en plaza. En Fuenlabrada lo ejerció el andaluz y le secundó, principalmente, Achraf Hakimi.
La presión no es buena para todos. El exceso o el defecto de ella, según se mire. Lo primero no hay duda de que está afectando a Jesús Vallejo. El chico que se comió la Bundesliga a bocados la temporada pasada ha empezado con la mirada de un tuerto clavada en la nuca. No hizo un mal partido, sin demasiado quehacer en su territorio. Pero se le escapó un balón en el minuto 90, fue a por él con tanto ímpetu que casi revienta a Luis Milla (el hijo del primer '4' de Cruyff, que juega donde su padre, pero con más profundidad). Roja en su primer partido, como Woodgate, salvo que no se marcó un gol en propia puerta. El defecto de presión es aplicable a Theo, comodísimo como extremo, pero sin participar en ataque como lo hacía en el Alavés de lateral.
Ficha técnica
0 - CF Fuenlabrada: Codina, Iribas, Cata Diaz, Armando, Fran García, Milla, Atienza, Dani Fernández (Portilla, m.46), Quero (Yaw, m.53), Hugo Fraile (Candela, m.72) y Dioni.
2 - Real Madrid: Casilla; Achraf (Franchu, m.81), Vallejo, Nacho, Tejero; Marcos Llorente, Ceballos, Lucas Vázquez, Theo; Marco Asensio y Borja Mayoral.
Goles: 0-1, m.62: Asensio de penalti. 0-2, m.80: Lucas Vázquez de penalti.
Árbitro: Iglesias Villanueva (colegio gallego). Amonestó a Fran y Milla por el Fuenlabrada. Expulsó a Paco Candela en el minuto 79 por doble amonestación y Vallejo por roja directa en el 89.
Incidencias: encuentro de ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey disputado en el estadio Fernando Torres ante 7.000 espectadores.
La Copa es una chufla. No es una calificacion nueva para esta competición arcaica y reticente a cualquier tipo de innovación que pueda hacerla mínimamente interesante. No le importa más que a los equipos pequeños que reciben a los grandes para llenar sus arcas, que viven un día de fiesta sin ilusión por clasificarse, solo porque los niños vean de cerca a jugadores de Primera e irse a casa con una sonrisa sabiendo que hasta ahí ha llegado su equipo, que en el próximo sorteo estará el rival, el bueno, no ellos, los malos. Porque así está establecido desde LaLiga, que no quiere que los malos tengan oportunidad de ganar. Y eso que hay algunos que no son nada malos, como el Fuenlabrada, pero llega el Madrid a su hogar, bautizado como un enemigo histórico, y le gana con dos penaltis (0-2).