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Messi, una bendición para Bartomeu, la eterna solución a los problemas del Barça
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Messi, una bendición para Bartomeu, la eterna solución a los problemas del Barça

El argentino demostró por enésima vez que es el alma del Barcelona, mucho más que un jugador. Messi firmó una nueva exhibición que impulsó a su equipo para ganar la Copa del Rey

Foto: Messi volvió a ser el indiscutible líder del Barcelona. (EFE)
Messi volvió a ser el indiscutible líder del Barcelona. (EFE)

Después de que Leo Messi firmara uno de los mejores partidos que se le recuerdan en la temporada frente al Sevilla, en el que él solito dio la vuelta al marcador, ya expliqué la teoría del frutero del Mercat de la Boquería, que no es otra que desde que el argentino apareció, el fútbol ya no vale, que para saber de verdad qué equipo es mejor en un partido Messi debería jugar una parte con uno y la segunda con el otro. Solo así podría medirse de manera equilibrada quién se merece más la victoria. Porque Leo se basta y se sobra, él mismo con su mecanismo, para desbaratar cualquier plan previsto por cualquier táctica, sistema o entrenador. En la final de la Copa del Rey, volvió a hacerlo.

El azulgrana marcó el primer gol, participó en el segundo de Neymar y dejó a todos boquiabiertos en la jugada del tercer tanto, obra de Alcácer, en la que, una vez más, se cosió la pelota al pie, empezó a sortear rivales, les atrajo a todos como el flautista de Hamelín y vio el hueco para asistir al valenciano, que no perdonó. Fue una jugada soberbia en el minuto 47’ que echó el cerrojo a la final de Copa del Rey pese a que el Alavés lo siguió intentando. Leo termina la temporada sirviendo en bandeja el único título de la campaña a su equipo, siendo el máximo goleador en la Liga con 37 tantos, en la Champions por ahora con 11 y en la Copa con cinco. Vuelve a ser Bota de Oro como el máximo goleador en Europa.

En 25 finales que ha disputado con la camiseta azulgrana ha logrado 26 goles. Es tan determinante que es imposible no darle la razón a mi amigo, el frutero del Mercat de la Boquería, y preguntarse, aunque sea por un instante: ¿qué habría pasado si la segunda parte Messi la hubiera jugado con el Alavés? Nunca lo sabremos y es un experimento que obviamente nos vamos a quedar sin ver, pero no es difícil imaginar que muchos partidos, incluido el de anoche en el Vicente Calderón, podrían ser diferentes. Así de increíble es Messi, que sumó su título número 30 con el Barcelona.

Sandro Rosell

La soberbia actuación del crack terminó con el sueño del Alavés y de paso le hizo un favor enorme a Josep María Bartomeu después de una semana convulsa y dañina para la entidad, con Sandro Rosell en la prisión de Soto del Real y la Audiencia de Barcelona dando la razón a Laporta en la acción de responsabilidad impulsada por Rosell y seguida por el propio Bartomeu. Si el Barça fallaba, el ruido que ya existe en torno a la entidad se habría convertido en un estruendo de padre y muy señor mío. Pero Messi tenía la noche y cuando el argentino se pone así es intratable.

Bartomeu, en declaraciones a 'TV3', se rindió y agarró a la magia de Leo para borrar cualquier rastro de polémica y de paso esconder toda la suciedad debajo de la alfombra. Esa suerte tiene, al menos por ahora: “Ha sido una temporada de contrastes y habrá tiempo de valorar. Evidentemente no hemos logrado lo que queríamos porque se nos escapó la Liga y la Champions, pero ganar la Copa del Rey también es muy importante, así que por favor, vamos a celebrarla. Tenemos claro los cambios que debemos hacer de cara a la próxima temporada, pero hoy celebremos”.

La renovación

Para poder seguir celebrando, el Barça le dará lo que quiera a Messi para que firme la renovación, que se anuncia ahora para julio para que así compute en el ejercicio económico de la próxima temporada y no de esta. A pesar de llevar anunciando que la firma del nuevo contrato era inminente desde enero, es Leo el que ha manejado los tiempos. Y sus problemas con el fisco tenían su importancia. La confirmación de la sentencia de 21 meses de pena del Supremo por defraudar a Hacienda no hizo ninguna mella en el ánimo del azulgrana en los días previos a la final. Si acaso le picó y ya se sabe que enfadar a Messi es la peor idea del mundo, pero el club sabe que va a tener que sacar dinero hasta de debajo de las piedras para que el argentino continúe en el club y en ello están.

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Luis Enrique se despidió de su etapa en el banquillo azulgrana con un título más; ha logrado 9 de 13 posibles, lo que es un magnífico balance en sus tres años como entrenador. Feliz, sonriente, cantando el himno del Barcelona cuando sonaba por la megafonía del Calderón. "Yo he tenido la oportunidad de disfrutar del mejor Messi. De plenitud, de rendimiento. Es el número uno, sin duda", dijo. Él, que comenzó en su primer año discutiendo con Leo y echándole un pulso que perdió, comprendió que era mejor llevarse bien con la estrella si no quería salir en globo. Porque a Messi no hay quien le rete. Es el mejor y hace lo que quiere, como quiere y donde quiere. En el campo y fuera de él. Y punto.

Después de que Leo Messi firmara uno de los mejores partidos que se le recuerdan en la temporada frente al Sevilla, en el que él solito dio la vuelta al marcador, ya expliqué la teoría del frutero del Mercat de la Boquería, que no es otra que desde que el argentino apareció, el fútbol ya no vale, que para saber de verdad qué equipo es mejor en un partido Messi debería jugar una parte con uno y la segunda con el otro. Solo así podría medirse de manera equilibrada quién se merece más la victoria. Porque Leo se basta y se sobra, él mismo con su mecanismo, para desbaratar cualquier plan previsto por cualquier táctica, sistema o entrenador. En la final de la Copa del Rey, volvió a hacerlo.

Leo Messi Josep Maria Bartomeu
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