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Voro se come el marrón del Valencia porque ya no hay otra solución
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el club se pone en manos de su delegado

Voro se come el marrón del Valencia porque ya no hay otra solución

Voro ya no ejercerá de parche en esta nueva etapa. La dirigencia apuesta por su delegado, solución de emergencia muchas veces, para que saque del pozo al equipo. Es la última y única solución

Foto: El Valencia se encomienda a Voro para sacar a flote al Valencia (EFE)
El Valencia se encomienda a Voro para sacar a flote al Valencia (EFE)

Esta vez no le han comunicado que es un parche pasajero para tapar la herida. Ahora, como él mismo desveló, "el club me ha ofrecido toda la confianza". Salvador González se come el feo marrón, es el encargado de dirigir el Valencia a partir de ahora. Sin fecha de caducidad, como sucedió siempre que se sentó en el banquillo como entrenador y no como delegado, su cargo desde hace años. Voro asume el gran reto de su vida "a pecho descubierto, con dignididad y responsabilidad", según reconoció. No le ha quedado más remedio a los que mandan que poner en sus manos el timón, después de firmar despropósito tras despropósito en los últimos tiempos.

Voro es una persona que no abre debate alguno. Ni dentro, ni fuera. Es un tipo respetado en el vestuario, también muy apreciado. La conexión entre el nuevo entrenador del equipo y los futbolistas siempre fue óptima. En la grada, enfurecida con el dueño y resto de ejecutivos de la institución, ha sentado bastante bien que el instructor nacido en La Alcudia sea el nuevo referente técnico. Por el momento, seguro, la afición no centrará sus iras en el estratega si no llegan los resultados. Es el apagafuegos perfecto, el paraguas que mantendrá la tormenta controlada alrededor del vestuario. Cuenta con el incondicional cariño y el apoyo de una afición desencantada por completo, exasperada en muchos casos.

Foto: Cesare Prandelli se marcha del Valencia harto de tantas mentiras de la propiedad. (EFE)

Los que dirigen el Valencia, Peter Lim más en concreto, han ido extendiendo el caos por todos los rincones de la institución a golpe de decisiones, todas ellas cada vez más nefastas. La contratación de Cesare Prandelli se entendió como un cambio radical, una apuesta cargada de fiabilidad tras los fiascos del comentarista Gary Neville y un Pako Ayestarán con poco bagaje como primer espada en un banquillo. La huida del italiano, engañado por Peter Lim, ha colocado a la dirigencia contra las cuerdas, entendiendo los directivos que lo mejor era no hacer ahora experimento alguno y avalar la limpia figura de un Voro que nunca quiso ser el entrenador del equipo.

Apostar ahora por un nuevo entrenador era una decisión de muy alto riesgo. Demasiado alto. Peter Lim, Layhoon Chan (presidenta) y Jesús García Pitarch (director deportivo) se quedaron sin escudo protector cuando el pasado día 30 Prandelli presentó su renuncia irrevocable. Contratar un técnico, español o extranjero, era una apuesta muy osada porque el equipo necesita sumar resultados positivos de manera inmediata, no se puede esperar ni un segundo. Para el plantel tambien podría haber sido nocivo tener un nuevo jefe; mejor un tipo que une, como Voro, que otro que como sus antecesores lo iba a tener muy complicado para soldar un colectivo fragmentado.

Peter Lim y sus ejecutivos se han quedado desnudos ante la afición. La masa social entendió que Prandelli, con unos cuantos refuerzos en este mercado invernal, era un perfecto ingeniero para rematar una aseada obra en esta segunda fase de la temporada. Con el italiano de vuelta en casa, el de Singapur queda muy expuesto. También Layhoon Chan, su brazo armado en Valencia −ni está desde hace meses ni se le espera al millonario por tierras valencianas− desde el primer momento, y García Pitarch están en el foco de la crítica. Sobre todo el ejecutivo valenciano, cuya funesta gestión, Jorge Mendes mediante, es fuertemente criticada desde todos los ámbitos.

En este escenario regresa el Valencia a la competición, recibiendo al Celta en Mestalla en el partido de ida de los octavos de final de la Copa del Rey. Una competición secundaria para un equipo que lucha por evitar el descenso en LaLiga Santander, pero que Voro espera que sirva para revitalizar a un equipo totalmente devastado por los resultados. Y el panorama no es muy alentador para el Valencia, con una defensa sin centrales operativos por diferentes circunstancias. Ello provocará que Enzo Pérez juegue en el eje de la zaga junto al canterano Javi Jiménez. Voro se estrena con un once inédito, una dificultad añadida en su nueva etapa como patrón con galones.

Prueba del caótico panorama es lo sucedido con Fede Cartabia. El jugador argentino no quiere seguir en el Valencia y sí regresar al Deportivo, club en el que jugó cedido la pasada temporada. El mismo Voro confirmó que directamente se borró del partido ante el Celta. El nuevo entrenador del Valencia desveló que el futbolista, antes de ser confeccionada la lista de convocados, le pidió no entrar en la misma. "Me ha dicho que no está bien anímicamente", dijo el técnico. Y dejó claro que partir de estos momentos el problema pasa a manos del club, cuyos ejecutivos deberán tomar las decisiones oportunas. "Yo quiero jugadores comprometidos", enfatizó Voro.

Alineaciones probables:

Valencia: Jaume Doménech, Joao Cancelo, Enzo Pérez, Javi Jiménez, Montoya, Mario Suárez, Medrán, Parejo, Santi Mina, Munir y Rodrigo.

Celta: Sergio; Hugo Mallo, Cabral, Roncaglia, Jonny; Radoja, Marcelo Díaz, Tucu Hernández; Wass, Bongonda y Aspas.

Árbitro: Estrada Fernández (colegio catalán).

Hora: 19:00.

Estadio: Mestalla.

Esta vez no le han comunicado que es un parche pasajero para tapar la herida. Ahora, como él mismo desveló, "el club me ha ofrecido toda la confianza". Salvador González se come el feo marrón, es el encargado de dirigir el Valencia a partir de ahora. Sin fecha de caducidad, como sucedió siempre que se sentó en el banquillo como entrenador y no como delegado, su cargo desde hace años. Voro asume el gran reto de su vida "a pecho descubierto, con dignididad y responsabilidad", según reconoció. No le ha quedado más remedio a los que mandan que poner en sus manos el timón, después de firmar despropósito tras despropósito en los últimos tiempos.

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