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Ningún 'estel' brilla como Messi en la final entre el Barcelona y el Sevilla
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el barça gana una final que se le torció mucho

Ningún 'estel' brilla como Messi en la final entre el Barcelona y el Sevilla

El Barça revalidó la Copa del Rey en un partido en el que estuvo una hora con 10 y se le lesionó la Bota de Oro. El Sevilla la tuvo en la palma de su mano, pero no la supo agarrar

Foto: Es la 28ª Copa del Barça. (Sergio Pérez/Reuters)
Es la 28ª Copa del Barça. (Sergio Pérez/Reuters)

La Copa es del rey. Un año más. Van 28, mismo númeroque años desde que el Barça fichó a Cruyff para que gestase un estilo que aún hoy da éxitos y cuyo caudal no cesa, como las cataratas del Niágara. El Barça ganó la final de las esteladas, la que más significaba políticamente. La que más ganas tenía una afición enrabietada que llenó de estrellas la noche madrileña. Pero no hay ninguna estrella que brille más que el astro rey, que el mejor. En una noche en la que todo le estaba saliendo mal al Barça, en la que estaba con 10 y se le lesionó la Bota de Oro, Messiquiso que el Barça ganara otra vez. 28 títulos con el Barça para él también.Lo hizo ante un Sevilla sensacional, que lo tuvo en la mano, pero no lo supo coger.

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Es escandaloso cómo piensa los partidos Unai Emery. Escandaloso de bueno, entiéndase. Las variaciones tácticas que expone en partidos de gran trascendencia tienen un sentido táctico tan definido y acertado… En Basilea, le plantó a Klopp a Coke de interior derecho y, en una segunda parte deliciosa, el canterano del Rayo se comió en salmorejo a su excompañero Moreno. Ante el Barça, la permuta era la que le ha funcionado en estos casos. Iborra más Gameiro arriba. Apuesta ganadora, sin tener en cuenta el resultado final. El valenciano es la evolución del ‘box-to-box’ inglés. Centrocampista de contención que es, al unísono, el peligro ofensivo principal. Por ahí mató lentamente a Luis Enrique.

Una hora en inferioridad

Y lo que Emery hace hacer a sus jugadores es verdaderamente sencillo, no tiene un misterio escondido en lo más remoto de las pirámides de Guiza. Es la mejor forma de ganar al Barça, lo cual no siempre tiene por qué salir bien, claro. Esperar, mantener las posiciones rígidamente para minimizar espacios y utilizar el juego directo para dañar al contrario. Ante esto último, el Barça no tiene antídoto que cure el veneno de Iborra. Y debería, porque Piqué y Busquets tienen planta de sobra para ello. Da igual, Iborra alcanzó a rozar un balón colgado y le planteó un acertijo a Mascherano. Si acertaba, se quedaba el balón, si no, tendría que elegir entre irse a la calle o recibir un gol. No acertó y eligió la roja.

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Esa elección era sencilla, en realidad. Una roja es enigmática, un gol es definitivo. La igualdad en el marcador da esperanza. El Barça la tuvo siempre, desde el mismo momento en que Mascherano se fue a la caseta a sufrir por lo hecho. La grada, por si acaso, se lo recordó encorajinándolos en el primer córner obtenido minutos después. La épica no es un forma de vida culé, pero no había más opción que encarar el camino más complicado. Así sabe mejor, dicen. Y sin duda así fue para el barcelonismo, harto de una actuación del árbitro extraña cuanto menos, conservadora a veces, derrochadora otras.

Luis Enrique tenía ante sí el dilema de mantener todo como estaba, es decir, con Busquets siendo central (lo cual casi es en salida de balón), o dar entrada a Mathieu y renunciar a Rakitic (porque la delantera es innegociablemente inseparable). Fue conservador y metió al francés. El Sevilla le encerró. Pero Luis Enrique acertó.

Por primera vez desde que es entrenador del Barça, Luis Enrique se encontraba en un partido decisivo, sabiendo que tenía una debilidad defensiva evidente y, aun con eso, la necesidad de seguir buscando el gol sin descanso para ganar. Y con la lesión de su jugador más en forma, Luis Suárez, también por vez primera como aspirante y no como campeón, no como favorito sino como ‘outsider’. El partido estaba en los pies de los jugadores del Sevilla y en la cabeza de Emery.

El metrónomo en la cabeza de Iniesta

Y su respuesta fue soberbia. Quizá la desgracia de la lesión de Suárez fuera más beneficiosa de lo que podía parecer, aunque supusiera la pérdida segura del gol. Rafinha entró donde Rakitic, pero unos metros más arriba, para enlazar con Messi, que volvía a ser ‘9’, y Neymar. Los ataques del Sevilla se sucedían, pero en esas aparecía Piqué para decirle al mundo que España tiene al mejor central del planeta, al menos cuando quiere. Iniesta, como en París hace 10 años, puso sobre el césped regado del Calderón el metrónomo que tiene por cerebro, y Messi y Neymar igualaron aparentemente el número de jugadores sobre el campo. Neymar lo hizo luego materialmente, aunque psicológicamente el Sevilla perdiera a más de un jugador.

Neymar estuvo desconectado hasta que se fue su compatriota. Estaba más pendiente de pedir ánimos a la grada que de ofrecer motivos para animar. Entonces descubrió que a las espaldas de Coke estaba la M-30 y empezó a correr con placer, casi con alevosía. Hasta le dio por presionar para tener más el balón. Neymar con espacios es más peligroso que una caja de fósforos en una refinería. Corrió lo que no había corrido antes, lo que sí habían corrido los contrarios, por lo que estaba más fresco que ellos, que además acumulaban 90 minutos y mucha alegría del miércoles. Provocó una vez a Rami que Del Cerro Grande decidió no ver. Luego, cuando ya se relamía ante el gol que se avecinaba,Banega lo arrancó del ensueño.

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El Sevilla de hoy no se entiende sin Banega. Por esa misma razón no se comprende que no hayan sido capaces de renovarle el contrato, que el Inter se lo lleve desde el 1 de julio. En un partido con Busquets e Iniesta, fue Banega durante más de una hora el que decidió a qué se iba a jugar y cómo se haría. Solo se vio privado de decisión en los saques de esquina, siempre en corto, casi siempre perdidos. Éver pone la dialéctica en un juego mecanicista. Y él, que entiende este deporte, sabe como supo su paisano Mascheranoque es fácil elegir entre una roja y un gol en contra, y más en el minuto 90. Pero Emery y todo el sevillismo habrían dado cualquier cosa por que ese juicio tuviera que hacerlo cualquier otro. Cualquiera menos Éver.

Los dos querían ganar el doblete en Madrid. Uno tuvo una oportunidad de hacerlo durante más de una hora, el otro durante la hora sucesiva. Pero el Sevilla había ganado su primer título solo cuatro días antes. Es lo que tiene querer ganar, que hay que jugar muchos partidos y en ciertas fechas. El Sevilla murió sin Banega porque se empezó a desangrar sin Mariano. Coke tuvo su noche en Basilea, pero no en el Calderón. Konoplyanka no debió entrar por el brasileño, sino por el capitán. El físico, o la falta de este, hizo el resto.

¿Cómo se puede sufrir teniendo a Leo?

La afición del Barça no tiene fama de sufridora. Ese adjetivo se aplica sin miramientos a la del Atleti. Pero el respetable azulgrana es tremendista a más no poder. Ve el apocalipsis cuando solo ha habido una derrota, o una roja, o cualquier contrariedad espontánea. Un escenario propicio para sufrir es el Manzanares, por supuesto. Pero¿cómo es posible sentir miedo, temor, nervios, cuando en tu equipo tienes a Messi? ¿Qué no puede solucionar Messi? Messi es el MacGyver del fútbol, por no hablar de deidades, que en eso se cree o no se cree. Messi existe sí o sí.

Y Messi, en un partido en que el Barça sacó el espíritu de sufridor al que no nos tiene acostumbrados (ese de Stamford Bridge), no marcó, pero hizo que el Barça ganara, como ha hecho tantísimas veces. Porque Messi no se cansa de ganar y de hacer mejores a los demás. Eso es lo que le hace el mejor. En un partido sin espacios, se sacó un globo para Jordi Alba que puso el primero. Y luego, paró el tiempo que tiene en la cabeza Iniesta y le dejó a Neymar que fuera él quien cerrara el partido. Siete títulos del Barça en dos años. La obra no tiene fin. Como la Sagrada Familia.

Ficha técnica

2.- FC Barcelona: Ter Stegen; Alves, Piqué, Mascherano, Alba (Sergi Roberto, min. 120); Rakitic, Sergio Busquets, Iniesta (Rakitic, min. 46); Messi, Luis Suárez (Rafinha, min. 57) y Neymar Jr.

0.- Sevilla FC: Rico; Mariano (Konoplyanka, min. 78), Ramí, Carriço, Escudero; Krychowiak, Banega; Coke, Iborra (Llorente, min. 105) Vitolo; y Gameiro.

Goles: 1-0, min. 96: Jordi Alba; 2-0, min. 120+2; Neymar.

Árbitro: Carlos del Cerro Grande (Comité Madrileño). Expulsó con roja directa a Mascherano (min. 36) por parte del Barcelona y por parte del Sevilla a Banega (min. 90). Y a Carriço, por doble amarilla en el 121. Mostró cartulina amarilla a Rami (min. 73), Vitolo (min. 75), Iborra (min. 91), Konoplyanka (min. 101), Escudero (min. 103) y Gameiro (min.114) por parte del Sevilla y a Jordi Alba (min. 87), Neymar (min. 88), Dani Alves (min.88) e Iniesta (min. 88) por parte del Barcelona.

Incidencias: final de la Copa del Rey disputada en el estadio Vicente Calderón del Atlético de Madrid ante cerca de 54.000 espectadores. Presenciaron el partido desde el palco el rey Felipe VI y la reina Letizia, el ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo, el presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, el presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, y el seleccionador nacional, Vicente del Bosque.

La Copa es del rey. Un año más. Van 28, mismo númeroque años desde que el Barça fichó a Cruyff para que gestase un estilo que aún hoy da éxitos y cuyo caudal no cesa, como las cataratas del Niágara. El Barça ganó la final de las esteladas, la que más significaba políticamente. La que más ganas tenía una afición enrabietada que llenó de estrellas la noche madrileña. Pero no hay ninguna estrella que brille más que el astro rey, que el mejor. En una noche en la que todo le estaba saliendo mal al Barça, en la que estaba con 10 y se le lesionó la Bota de Oro, Messiquiso que el Barça ganara otra vez. 28 títulos con el Barça para él también.Lo hizo ante un Sevilla sensacional, que lo tuvo en la mano, pero no lo supo coger.

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