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Barcelona-Sevilla y el debate de siempre: ¿dónde se jugará la final de Copa?
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LOS DE EMERY EMPATARON ANTE EL CELTA

Barcelona-Sevilla y el debate de siempre: ¿dónde se jugará la final de Copa?

El Sevilla será el rival del Barcelona en la final de la Copa tras empatar en Balaídos (2-2) ante un Celta de Vigo que, pese al 4-0 de la ida, soñó con remontar lo imposible con el doblete de Iago Aspas

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Con permiso de unCelta que creyó y peleó (2-2 || Iago Aspas x2 | Banega y Konoplyanka), teniendo en cuenta el marcador de la ida (4-0) y la clasificación del Barcelona,que también dejó cerrada la semana pasada después de abusar del Valencia, el tema de conversación estaba lejos de Vigo y cerca de la capital. La presencia azulgrana en la final -la sexta en los últimos ocho años- garantiza, como siempre, el eterno debate sobre la sede. Por todos es sabido que el deseo del Barcelona no es otro que jugarla en el Santiago Bernabéu aludiendo que el feudo blanco es el estadio con mayor capacidad. Y año tras año se topa con el nulo interés del Real Madrid por ceder su campo. Tras el 1-1 en Mestalla, el vicepresidente Carles Villarrubí lo confirmó: “Queremos el recinto más grande y el más cómodo para nuestros aficionados”. De sus declaraciones se desprende que descartarían el Vicente Calderón y sus 55.000 localidades.

En 2015, el escenario fue el Camp Nou aunque tanto el Barcelona como el Athletic solicitaron jugar en el Bernabéu. El Real Madrid se negó, igual que sucedió en 2012 cuando Florentino Pérez puso como excusa unas obras en los lavabos del estadio blanco para impedir que el conjunto culé jugase aquella final en Concha Espina. Eso sí, con los baños no empezó todo. El origen de esta historia se remonta a 1997, año en el que el Barcelona levantó, por última vez, una Copa del Rey en el Bernabéu. En aquella ocasión, Joan Gaspart pagó 25.000 pesetas al encargado de la megafonía para que sonara repetidamente el himno azulgrana en el coliseo madridista. Aquella imagen del entonces vicepresidente del Barcelona, con la bufanda al cuello dando la vuelta al Bernabéu mientras el canto retumbaba fue un triunfo particular de Gaspart. Todo apunta a que difícilmente se repetirá.

En plano meramente deportivo, hubo emoción hasta que quiso Banega y hasta que el palo izquierdo de Sergio Rico repelió el balón que Guidetti lanzó desde los once metros. Para llegar hasta estas dos acciones, primero es necesario saber cómo se llegó hasta el escenario descrito. Se esperaba la salida de un Celta en tromba y la única tromba de la que fue testigo Balaídos fue de la que caía del cielo. La tormenta enfrió al conjunto gallego que no encontraba la manera de asfixiar al Sevilla; monopolizaba la posesión, pero lo hacía sin peligro y lejos de la portería de un Sergio Rico que no tuvo su mejor noche. El Celta era un equipo lento y atenazado por el miedo a encajar un gol que decantase -un poco más- la eliminatoria a favor del Sevilla. Intentaban todo, pero no terminaban de carburar porque su ataque era estático: los extremos eran incapaces de salir y abrir el campo.

Los de Emery, por su parte, apelaron al orden para impedir cualquier acometida de su rival. El centro del campo era cosa suya, tenía el control absoluto de la eliminatoria, los nervios controlados y tan cómodo estaba que llegó un error en cadena con el que Iago Aspas les metió el miedo en el cuerpo. El primero gol que el Sevilla recibió en Copa fue culpa suya: fallaron Krohn-Dehli, Coke y Rico. Ante semejante armonía de errores, Orellana sirvió desde el pico izquierdo brillantemente; el balón se abrió entre dos sevillistas y lo suficientemente lejos del portero rival. Más solo que la una, Iago Aspas remató a placer después de que Rico fuera incapaz de despejar. A pesar de la ventaja en el marcador, hacer daño al Sevilla se antojaba complicado. Más aún cuando los minutos corrían a su favor y el partido iba donde ellos querían.

La clave pasaba por volver a ver portería en los primeros quince minutos del segundo tiempo, ese período en el que cualquier acción -a favor o en contra- tiene un peso psicológico brutal. La tuvo Aspas nada más arrancar y falló; en la segunda ocasión, no perdonó. Un nuevo error de Krohn-Dehli en la cobertura, allí donde también falló Escudero, acabó con Rico rechazando un balón que cabeceó el jugador gallego. El marcador señalaba el minuto 54 y Balaídos rugía al grito de “sí se puede” hasta que Banega sembró el silencio: un grave error de la defensa del Celta terminó con el argentino disparando ante un Hugo Mallo que retrocedió demasiado. La complejidad creció de golpe hasta la necesidad de firmar cuatro goles más y la losa fue insoportable después de que Guidetti fallase su pena máxima en el 61'.

A partir de ese momento, el Sevilla sacó a relucir su versión más seria, constante y consistente. Suyo fue el control del partido aunque el estado del terreno de juego debido a la lluvia le impedía desplegar su fútbol rápido. Con el tiempo a su favor, los minutos fueron cayendo al mismo ritmo de las gotas mientras los huecos que encontraba se multiplicaban. El Celta se había entregado, luchando, eso sí, y el conjunto andaluz remató su clasificación con una jugada a la que Vitolo no pudo evitar poner su sello gambeteando en la línea de fondo aunque Konoplyanka se llevó el mérito de ser el autor del empate. Cinco minutos después se escuchaba el pitido final y el inicio del eterno debate en los últimos años: ¿cuál será la sede? Otro de los puntos negros del actual formato de esta Copa, pero esa ya es otra historia.

Ficha técnica

Celta de Vigo: Rubén Blanco; Wass (Jonny, min.64), Hugo Mallo, Sergi Gómez, Planas; Tucu Hernández, Marcelo Díaz (Radoja, min.68); Iago Aspas, Orellana, Bongonda; Guidetti (Señé, min.71)

Sevilla: Sergio Rico; Koke, Rami, Kolodziejczak, Escudero; Carriço (Cristóforo, min63), Iborra (N?Zonzi, min.55); Vitolo, Banega (Konoplianka, min.71), Krohn-Dehli; Gameiro.

Goles: 1-0 Iago Aspas, min.35; 2-0 Iago Aspas, min.54; 2-1 Banega, min.56; 2-2 Konoplianka, min.87 Árbitro: Martínez Munuera (colegio valenciano). Mostró tarjeta amarilla a Planas, Hernández por parte del Celta, y a Banega, Sergio Rico, N?Zonzi y Krohn -Dehli por parte del Sevilla.

Incidencias: Partido de vuelta de las semifinales de la Copa del Rey disputado en el estadio municipal de Balaídos ante 15.201 espectadores, según anunció el club gallego.

Con permiso de unCelta que creyó y peleó (2-2 || Iago Aspas x2 | Banega y Konoplyanka), teniendo en cuenta el marcador de la ida (4-0) y la clasificación del Barcelona,que también dejó cerrada la semana pasada después de abusar del Valencia, el tema de conversación estaba lejos de Vigo y cerca de la capital. La presencia azulgrana en la final -la sexta en los últimos ocho años- garantiza, como siempre, el eterno debate sobre la sede. Por todos es sabido que el deseo del Barcelona no es otro que jugarla en el Santiago Bernabéu aludiendo que el feudo blanco es el estadio con mayor capacidad. Y año tras año se topa con el nulo interés del Real Madrid por ceder su campo. Tras el 1-1 en Mestalla, el vicepresidente Carles Villarrubí lo confirmó: “Queremos el recinto más grande y el más cómodo para nuestros aficionados”. De sus declaraciones se desprende que descartarían el Vicente Calderón y sus 55.000 localidades.

Celta de Vigo
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