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'SuperGuidetti', un "chalado" con causa que superó una extraña enfermedad
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insobornable compromiso con los desfavorecidos

'SuperGuidetti', un "chalado" con causa que superó una extraña enfermedad

El Celta encara la ida de semifinales de Copa con ilusión y sin complejos debido a su buen caminar en este torneo y en la Liga, aunque se encontrará con un Sevilla que ha hecho del Pizjuán un fortín

Foto: Guidetti en Kenia.
Guidetti en Kenia.

Hay que ser muy bueno para ir por la vida como John Guidetti; tan sobrado, tan bravucón, pero este chaval lo es. No sólo eso. Tras la fachada de 'enfant terrible', de estrella del rock (o del rap), de meritorio al trono del dios Ibra, Guidetti esconde mucho más: una cabeza perfectamente amueblada, una historia de superación personal y un insobornable compromiso con los desfavorecidos. Este es el tío que tiene loca a la hinchada del Celta de Vigo y que concentra los temores de ese devorador de títulos llamado Sevilla en la semifinal de Copa que ambos abren este jueves en el Sánchez Pizjuán (20:30 horas, La1).

Curiosamente, el Sevilla tuvo a Guidetti entre sus objetivos el pasado verano. No cuajó porque le ofrecía lo mismo por lo que se había marchado del Manchester City. “John, vas a ser el cuarto delantero y eso no es bueno ni para el equipo ni para ti”, le dijo, de frente como siempre, ese señor llamado Manuel Pellegrini. Guidetti rehusó las millonadas del fútbol chino y eligió al Celta, entusiasmado por su “idea de juego”. Pese a que comenzó sin rascar mucha bola, a la sombra de Aspas, Orellana y Nolito, el chico se declaró feliz: “Es el lugar perfecto para mí. Por primera vez he comprado muebles para un hogar”. Y, poco a poco, comenzó a tronar. Primero, culminando la goleada (4-1) al Barcelona en la Liga, la mayor paliza, Supercopa aparte, que ha sufrido el equipo culé esta temporada. Y hasta hoy, metiendo al Celta en la semifinal copera con un trallazo en el Calderón que dio la vuelta al mundo. La bestia se ha desatado. Comienza el espectáculo.

Tras ese partido, una reportera preguntó al sueco cómo se pronunciaba su apellido. ¡SuuuuuperGuidetti!, respondió a la estupefacta entrevistadora. El apodo no es nuevo, como no es nuevo el histrionismo del delantero cuando le ponen delante un micrófono. Ahí es capaz de todo: desde arrancarse para improvisar un rap hasta generar un conflicto diplomático. El pasado junio, terminada la semifinal del Europeo Sub21 que Suecia ganó a Dinamarca, vecino no precisamente cordial, Guidetti declaró: “¿Pero quiénes se creen que son para hablar de nosotros? Les goleamos con facilidad. Fueron el peor equipo que nos encontramos. Que se vayan para casa”. El lío fue gordo.

Así es SuperGuidetti, el nuevo héroe azul. El apodo le viene de su etapa en el Feyenoord, sin duda la de mayor esplendor de su carrera. Ese año, 2012, marcó 20 goles en 23 partidos, iba lanzado a por el título de la Eredivise y se había asentado como delantero titular junto a su ídolo, Zlatan Ibrahimovic, en la Suecia que enfilaba la Eurocopa. Sin embargo, de la noche a la mañana, todo se vino abajo. ¿El motivo? Un trozo de carne intoxicada. Guidetti la comió en la fiesta de cumpleaños que le organizó su novia. Al día siguiente se presentó en el entrenamiento del Feyenoord en un estado lamentable. El entrenador, Ronald Koeman, lo quiso echar: “Vienes borracho”. “¡Pero si yo no he probado una gota de alcohol en mi vida!”.

La cosa no mejoró con el descanso. Días después, el jugador se desplomó de una bicicleta estática en el gimnasio. Las alarmas saltaron. Los médicos advirtieron cómo un extraño virus, contraído al ingerir aquel pedazo de carne, masacraba a sus células y minaba sus defensas. Guidetti quedó como un lisiado, luchando durante dos años contra la enfermedad. Por supuesto, el récord goleador, el título del Feyenoord y la irrupción en la Eurocopa se esfumaron. Tenía 20 años. Tocaba volver a empezar de cero.

Por aquel entonces, algún desalmado le sugirió -como negocio para el futuro que le quedaba- montar una floristería: “Ya tengo hasta decidido el nombre: se llamará ‘Flores para los que dudan’. Se las enviaré a todos aquellos que no creyeron en mí. No saben cuánto me han ayudado”. La anécdota resume el ánimo con el que Guidetti se enfrentó a la fatalidad. Al fin y al cabo, se trataba del problema de un privilegiado. Y él conocía los problemas de la gente que apenas tiene nada. No había comparación ni motivo para el lamento.

En este punto toca escarbar en la figura de Guidetti, arañar su epidermis y apartar su careta. Nacido en Estocolmo, 1992, con tres años se marchó a Kenia después de que su padre aceptara el cargo de director de la escuela sueca de Nairobi. De manera natural, ese querubín rubiaco que pateaba su primer balón entre chiquillos negros fue adquiriendo ciertas nociones respecto a cosas como la igualdad, la solidaridad o el respeto. De vuelta a Suecia, ya despuntando con la pelota, ingresó en el Brommapojkarma, afamada como una de las mejores academias del país. Sin embargo, nostálgicos y enamorados de lo que vivieron en África, sus padres decidieron regresar. Guidetti tenía 10 años. Su padre Mike, un exjugador de rugby de origen italiano, convenció a la academia para que creara una sucursal en Kenia. Surgió así el Impala Bromma Boys, el primer equipo de Guidetti. Luego jugó para el Lig Ndogo y los Black Stars de Kibera, en uno de los barrios más pobres de Nairobi. El futbolista lo recuerda como “el mejor lugar en el mundo”.

De regreso a Estocolmo, con 12 años, Guidetti echó a volar. Con 13 le buscó la Lazio. Con 14 le quiso el Inter. Y con 15, promocionado, por supuesto, como el nuevo Ibrahimovic, fichó por el Manchester City que entrenaba su compatriota Sven-Goran Eriksson. Allí coincidió con el hoy jugador del Villarreal Denis Suárez. En su formación incluyó cesiones con distinta suerte. Se salió en el Feyenoord, pero tras su envenenamiento no logró levantar cabeza ni en el Stoke ni en el Celtic, donde llegó siguiendo los pasos de su otro gran ídolo, el también sueco Henrik Larsson. El pasado verano, Pellegrini le miró a los ojos y le sugirió el adiós. Llegó el Celta.

En Vigo andan locos con Guidetti, entusiasmados con sus goles y atrapados por su potente personalidad. “Es buenísimo y está algo chalado”, le describió el excapitán celtiña Augusto Fernández, hoy en el Atlético. La gente se pirra con el baile que incluye en sus sesiones de calentamiento antes de los partidos. La música es el principal hobby de Guidetti. Para el Europeo Sub21 que acabaría ganando Suecia encargó una canción a uno de los raperos más famosos de su país, Dani M, para animar a sus compañeros. Él mismo hace sus pinitos. Fuera del fútbol, el tiempo se le va en eso y en obras sociales que canaliza a través de la Fundación John Guidetti. De momento, ha construido escuelas y campos de fútbol en Kibera y Mathare, barrios de Nairobi. En su última visita a Estocolmo organizó una jornada deportiva para ayudar a los refugiados.

Con eso, “con lo poco que cuesta darle mucho a la gente”, Guidetti ha ido dejando huella allí por donde ha pasado. En Inglaterra se convirtió en viral el siguiente episodio: el futbolista iba hacia su casa para ver la final de la Champions entre el Barcelona y la Juventus. Por el camino, en un parque, un niño de ocho años le invitó a jugar. “Luego, tras la final”, se escabulle él. Sin embargo, el niño le cree a pies juntillas y obliga a sus padres a volver al parque tras el partido. Son casi las doce de la noche… y allí estaba Guidetti dándole unos toques al balón mientras esperaba al chaval. Definitivamente, habrá que sospechar que tras la imagen de querubín bravucón se esconde otra cosa.

Al Sevilla, claro, todo esto le importa menos. Lo que le preocupa de Guidetti es algo así como lo que decía Karl Malone de Tom Chambers, el fabuloso ala-pívot de los Sonics: “Lo ves a tu lado, tan guapo, tan rubio, tan majo… y al segundo tienes su codo clavado en tu cuello”. Guidetti, a quien Berizzo reservó en el pasado partido de Liga en Las Palmas, llega lanzado con cinco goles en los seis encuentros que ha jugado en la Copa. El último fue el obús con el que destripó al Atlético en el Calderón. El Celta busca su cuarta final ante ese carpanta que es el Sevilla, ganador de dos Copas y ocho títulos en la última década. El duelo tiene una salsa deliciosa. Y Guidetti pone la música.

Alineaciones probables

Sevilla: Sergio Rico; Coke, Rami, Carriço, Escudero; N'Zonzi, Cristóforo; Reyes, Éver Banega, Vitolo; y Gameiro.

Celta: Rubén Blanco; Hugo Mallo, Sergi Gómez, Cabral, Jonny; Radoja, Wass; Aspas, Hernández, Orellana; y Guidetti.

Árbitro: Carlos Clos Gómez (Comité Aragonés).

Estadio: Ramón Sánchez Pizjuán.

Hora: 20:30.

Hay que ser muy bueno para ir por la vida como John Guidetti; tan sobrado, tan bravucón, pero este chaval lo es. No sólo eso. Tras la fachada de 'enfant terrible', de estrella del rock (o del rap), de meritorio al trono del dios Ibra, Guidetti esconde mucho más: una cabeza perfectamente amueblada, una historia de superación personal y un insobornable compromiso con los desfavorecidos. Este es el tío que tiene loca a la hinchada del Celta de Vigo y que concentra los temores de ese devorador de títulos llamado Sevilla en la semifinal de Copa que ambos abren este jueves en el Sánchez Pizjuán (20:30 horas, La1).

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