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Gary Neville no dimite, pero representa el desastre global que es el Valencia
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su futuro pende de un hilo muy fino

Gary Neville no dimite, pero representa el desastre global que es el Valencia

El Valencia fue un equipo sin alma en el Camp Nou, sin rumbo, sin la menor idea de lo que está haciendo. Y eso es responsabilidad directa del entrenador, que en este caso es Gary Neville

Foto: Neville podría dejar de ser entrenador del Valencia en estos días (EFE).
Neville podría dejar de ser entrenador del Valencia en estos días (EFE).

El Barça aplastó al Valencia, le hizo parecer un equipo de una, o dos o tres categorías por debajo. Lo hizo además con una sensación de superioridad tal que parecía que marcó siete goles por no marcar quince. Si hubiese necesitado esos quince tantos para clasificarse, no duden que los habría logrado. El Valencia se despedazó él solo, no hubo necesidad de factores externos, si bien el espectáculo azulgrana tuvo su parte de responsabilidad. Pero fue un equipo sin alma, sin rumbo, sin la menor idea de lo que está haciendo. Y eso es responsabilidad directa del entrenador, que en este caso es Gary Neville, y que hace unos meses era Nuno Espírito Santo. Tanto monta, monta tanto.

No habría habido tal espectáculo del Barça si el Valencia hubiera querido jugar un poquito al fútbol. El bochorno al que ha sometido el Valencia a su afición es de dimensiones mastodónticas. Porque se puede perder en el Camp Nou, y más ante este Barça y con este Valencia. Pero lo que no es aceptable por parte de nadie, y menos del aficionado que paga su abono o que siente los colores como propios, es que Parejo se deje robar un balón en su propia área cuando está rodeado de compañeros por no tener ni la más mínima tensión.

Ese ejemplo es solamente uno de los muchos que se vieron por parte de los jugadores de Gary Neville, que ahora mismo está más fuera que dentro del club che. La idea de juego del Valencia no existe. Ni ha salido a comerse el mundo, presionando muy arriba para intentar robar y marcar pronto, como hicieron en su día Athletic Club y Atlético de Madrid, ni ha querido refugiarse en su área con las líneas muy juntas, con solidaridad entre los jugadores. Lo que hubo fue un equipo que asistió a un baile, como el chico sin pareja que se sienta en un extremo de la sala esperando que alguien le sonría el día del baile de graduación.

"No", espetó Neville escueto a la pregunta de si pensaba en dimitir. Y respondió con "siguiente pregunta" a todas las cuestiones sobre el tema. Eso sí, pidió perdón por lo sucedido. "Les he dicho a los jugadores que olviden esto y se centren en el Betis. El aficionado valencianista no merece esto, lo siento mucho. Esto es lo que más me duele", añadió en rueda de prensa.

Seguirá en el Valencia a no ser que lo despidan, lo cual no fue en absoluto descartado por Suso García Pitarch. Indudablemente era una responsabilidad enorme, muy pesada, el hecho de coger al Valencia en uno de los peores momentos de su historia. Pero lo cierto es que se esperaba algo por su parte, transmitir al equipo la necesidad de dar un vuelco a la situación. Pero desde que cogió el equipo, no ha ganado en Liga y ha hecho el ridículo en el Camp Nou. Poco más le queda.

Le tocó dar la cara a Cheryshev

En una noche como la de este miércoles, con todo lo que implica una derrota por 7-0, era de esperar que alguno de los capitanes del Valencia hiciera acto de presencia y diese la cara en televisión para explicar lo sucedido. Al ser expulsado Mustafi, el brazalete pasó a manos de Feghouli. En el campo también estaba Parejo, primer capitán hasta la semana pasada. No habló ninguno de ellos. Se negaron, pese a que el departamento de comunicación del Valencia quería que fueran ellos.

Le tocó el marrón al chico nuevo, a Denis Cheryshev, que había tenido que aguantar todas las burlas del Camp Nou por todo lo sucedido en su implicación en la eliminación del Madrid en la Copa del Rey. No fue a dedo, fue voluntario, tal y como aseguró Ricardo Sierra posteriormente. Es una muestra de cómo está el vestuario, dividido, a punto de estallar.

El Barça aplastó al Valencia, le hizo parecer un equipo de una, o dos o tres categorías por debajo. Lo hizo además con una sensación de superioridad tal que parecía que marcó siete goles por no marcar quince. Si hubiese necesitado esos quince tantos para clasificarse, no duden que los habría logrado. El Valencia se despedazó él solo, no hubo necesidad de factores externos, si bien el espectáculo azulgrana tuvo su parte de responsabilidad. Pero fue un equipo sin alma, sin rumbo, sin la menor idea de lo que está haciendo. Y eso es responsabilidad directa del entrenador, que en este caso es Gary Neville, y que hace unos meses era Nuno Espírito Santo. Tanto monta, monta tanto.

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