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El Sevilla desfila a cuartos sobre la alfombra roja que le tendió un Betis sin alma
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LA ELIMINATORIA SE QUEDÓ SIN TENSIÓN

El Sevilla desfila a cuartos sobre la alfombra roja que le tendió un Betis sin alma

El Betis nunca creyó en la remontada, bajó los brazos antes de pelear y los de Emery aprovecharon el regalo (4-0 | Reyes, Rami, Gameiro y Kakuta). Los cuartos de la Copa ya son una realidad

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Tres derbis en algo menos de un mes. Una historia escrita por un trío de partidos con tremendas diferencias entre el primero y el último. El Sevilla se presentó como un equipo que sigue creciendo, intenso y demostró que cuando sabe cuál es la misión que debe cumplir, es un rival difícil de parar. El Betis, por su parte, vive sumido en un shock que le impide asimilar y digerir la realidad en la que vive. El equipo verdiblanco nunca creyó en la remontada, bajó los brazos antes de salir a pelear y los hombres de Emery no desaprovecharon semejante regalo (4-0 | Reyes, Rami, Gameiro y Kakuta). Los cuartos de la Copa ya son una realidad, tanto como que siguen vivos en dos competiciones más.

El mensaje que Emery transmitió a sus jugadores era claro y directo: sentenciar la eliminatoria cuanto antes para evitar que el Betis se enganchase a la eliminatoria. El técnico vasco no quería ni oír hablar de sorpresas incómodas y sus jugadores aplicaron sus órdenes al pie de la letra. Reyes, ese jugador que vive los derbis como nadie, fue el primero de la clase cuando en el minuto tres empinaba todavía más la pendiente a la que tenía que hacer frente el Betis. Después de una triangulación perfecta y una asociación letal, el centro se paseó por la defensa del Betis y aunque Adán intentó despistar, la testa de Reyes surgió para abrir la lata. Media hora después y después de un córner, Rami -solo gracias a los laterales verdiblancos- controló, se acomodó y con la zurda confirmó la sentencia del Sevilla.

Como viene siendo habitual en los derbis que se disputan en el Sánchez Pizjuán, fueron los locales los primeros en golpear. No era difícil teniendo en cuenta el escenario en el que se interpretó la vuelta de octavos. El Betis intentó sacudirse la presión y ni siquiera fue capaz de ello porque los verdiblancos no supieron qué era la contundencia, la concentración y lo que es peor: la calidad. El equipo dirigido por Merino estaba invadido por la apatía y era incapaz de ir a por el partido; tanto que no fue capaz de dar tres pases seguidos, no probó a Rico y echó de menos el talento y la asociación de sus jugadores más talentosos. Lo que se veía sobre el césped de Nervión, era lo que había. No se podía pedir más a un Betis que necesita un profundo cambio.

Sin tensión alguna y con mucha más tranquilidad que en la ida, el Sevilla no podía estar más cómodo. El conjunto de Emery lo intentaba porque así se lo pedía la grada; elaboraba, se sentía bien a la contra, llegaba fácilmente hasta las inmediaciones del Betis con su juego directo… Su rival apenas le exigía y los sevillistas encarrilaron la eliminatoria casi sin querer porque cuando un equipo tiene talento, puede pasar de todo. Hasta que marquen todos menos los delanteros. El viento soplaba tan a favor del Sevilla que la grada se permitió el lujo de evocar a Pepe Mel con sus cánticos y corear un “ole” cada vez que sus jugadores tocaban el balón.

Esa era la imagen antes del descanso y lo cierto es que apenas cambió en la segunda parte. El Betis arrancó ganando la partida al Sevilla en el apartado de la posesión porque los locales daban por seguro su pase a cuartos. El efecto inmediato de esta confianza fue la relajación aunque la victoria nunca corrió peligro. Los hombres de Emery fueron durmiendo el partido con el paso de los minutos y por mucho que Emery y la grada pidieran intensidad, ésta sólo llegó con los goles de Gameiro y Kakuta. El fútbol es más fácil para el francés que vio portería con el primer balón que tocó: después de una triangulación del Sevilla, armó al pierna solo para pegarle bajo y batir a Adán. Un tanto que hacía feliz a Gameiro y a su equipo y que, al mismo tiempo, ponía en evidencia a un Llorente que no supo aprovechar la oportunidad que le brindó Emery.

Acomodados en el partido, los sevillistas habían puesto al choque la vitamina que necesitaba para reanimarse… teniendo en cuenta que en la segunda parte no hubo partido. El Sevilla caminaba directo a cuartos por una alfombra roja extendida por el Betis. La guinda corrió a cargo de Kakuta; no estaba firmando una buena actuación, pero su tanto maquilló su presencia gracias a Gameiro. Éste trazó la vertical y como el balón se le quedó corto, aprovechó para dibujar una pared y ponerla en el otro costado, allí donde surgió Kakuta con todo el tiempo para mirar a la portería y cruzar el balón. La eliminatoria agonizaba, el Betis se enfrentaba a una realidad todavía no asumida y el Sevilla festejaba el pase a cuartos. Un guión más que previsible.

Ficha técnica

Sevilla: Sergio Rico; Mariano, Rami, Kolodziejczak, Escudero; N'Zonzi, Iborra; Reyes (Krohn-Dehli, m.73), Éver Banega (Kakuta, m.64), Konoplyanka; y Llorente (Gameiro, m.73).

Betis: Adán; Piccini, Bruno, Pezzella, Vargas; Petros, Digard (Kadir, m.60); Joaquín, Dani Ceballos (Fabián, 46), Portillo; y Rubén Castro (Jorge Molina, m.83).

Goles: 1-0, M.04: Reyes. 2-0, M.34: Rami. 3-0, M.73. 4-0, M.89: Kakuta.

Árbitro: Antonio Miguel Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Amonestó al visitante Rubén Castro y a los locales Iborra (m.41) y Krychowiak (m.41, en el banquillo).

Incidencias: Partido de vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey disputado en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán ante cerca de 37.000 espectadores, entre ellos medio millar de béticos ubicados en una grada especial para la afición visitante. Ambos equipos saltaron al campo con unas camisetas en apoyo a la donación de órganos, iniciativa organizada en colaboración con la Coordinación de Trasplantes de Andalucía, e hizo el saque de honor un joven trasplantado.

Tres derbis en algo menos de un mes. Una historia escrita por un trío de partidos con tremendas diferencias entre el primero y el último. El Sevilla se presentó como un equipo que sigue creciendo, intenso y demostró que cuando sabe cuál es la misión que debe cumplir, es un rival difícil de parar. El Betis, por su parte, vive sumido en un shock que le impide asimilar y digerir la realidad en la que vive. El equipo verdiblanco nunca creyó en la remontada, bajó los brazos antes de salir a pelear y los hombres de Emery no desaprovecharon semejante regalo (4-0 | Reyes, Rami, Gameiro y Kakuta). Los cuartos de la Copa ya son una realidad, tanto como que siguen vivos en dos competiciones más.

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