Bale rompe al Barcelona con un gol que justifica los 92 millones de euros
Bale ya es decisivo en este Madrid: ha dado un título al club con un gol a 3 minutos del final. Antes golpeó Di María y Bartra dio esperanzas al Barça (1-2)
Gareth Bale ya es decisivo en este Real Madrid. El galés fue una apuesta personal de Florentino Pérez y ya ha dado el primer título a la entidad madridista. Lo ha hecho marcando el gol del triunfo a tres minutos del final del partido y cuando peor lo estaba pasando el Real Madrid. Por el contrario, y para mayor regocijo del presidente madridista, Neymar tuvo el empate en el añadido, pero su disparo se estrelló en el poste de la portería de Casillas.
El ex del Tottenham se fabricó el gol y lo hizo a su manera, a su estilo de velocista potente que es y que, hasta el momento, no había podido sacar a relucir. Bale arrancó en campo propio y los azulgranas sólo pudieron salir despedidos ante ese torbellino de fuerza en el que se convirtió. Incluso tuvo la sangre fría de acertar con la elección final, algo que no había hecho en las otras ocho ocasiones de las que había dispuesto.
El tanto sirvió para reconocer el mejor juego madridista o, por lo menos, la sensación que transmitió de manejar mejor la final. El Barcelona sólo se mostró cuando vio peligrar el título, con un Messi ausente salvo en esos minutos y un equipo roto con una enorme distancia entre líneas. No creían en lo que hacían. Lo curioso es que Bale surgió cuando parecía por primera vez que la Copa se alejaba del Real Madrid. Y es que por algo se pagaron 92 millones de euros por su fichaje.
El Real Madrid tenía prisa. Los de Ancelotti intuían que aquello de la moral estaba de su parte y por eso buscaron golpear primero y, por lo tanto, dos veces. Salieron con rabia, buscando la yugular del Barcelona. El convencimiento era blanco. Las dudas, azulgranas, pese al primer aviso de Jordi Alba. Fue un espejismo. El control, las ganas y la intensidad eran madridistas, como bien demostró Bale en los minutos cuatro y seis.
Lo que no esperaban los de Martino era que, tras frenar ese ímpetu inicial, iban a invitar al Real Madrid a que hiciera efectivo ese dominio. Alves, culminando una temporada que se acerca al esperpento, decidió regalar una pelota en el centro del campo para sorpresa de sus compañeros, no así de los rivales. Isco, Benzema y Di María, en tres toques, se plantaron ante Pinto y, pese a la cuestionable elección del argentino, su disparo cruzado contó con la ayuda del portero azulgrana, que vio cómo el balón entraba en el interior de su portería.
Premio a las ganas y a la decisión madridista desde el pitido inicial de un Mateu Lahoz que controló en todo momento la escena y la situación. El primer cuarto de hora sirvió para desnudar al actual Barcelona. Lo que años antes era un placer, ahora es un dolor. Ni la pelota ni los jugadores corren como antes. Ni la presencia de Cesc como ayudante de Busquets y Xavi a la hora de crear sirvió para que regresara el espíritu creativo de antaño.
A partir del gol y con un dibujo tan favorable, el Real Madrid decidió ceder terreno y esperar una contra para sentenciar. Para ello, Ancelotti liberó a Benzema y a Bale mientras Di María pasaba a ser un centrocampista más. El italiano tomó nota del daño que Iniesta había causado en el partido de Liga y obligó al argentino a multiplicarse. Cuando el Barcelona atacaba, el Real Madrid esperaba con dos líneas de cuatro.
El Barcelona empezó a tocarla, pero lo que antes eran combinaciones imposibles se han convertido en previsibles toques sin velocidad alguna. Messi, en planoff, no apareció hasta el minuto 21 para, más tarde, amagar con un disparo que salió fuera cerca del 40. Sin noticias de la magia y las ganas que le han llevado a ser el mejor jugador del mundo.
Hasta el descanso hubo dominio del Barcelona, pero sin crear peligro alguno más allá de un cabezazo de Jordi Alba y el disparo antes mencionado de Messi. El Real Madrid tuvo oportunidad de cerrar el partido, pero las elecciones en las tres contras claras que tuvo no fueron las acertadas. Bale se obsesionó con el gol y se olvidó del compañero. El dominio era azulgrana, pero la sensación de peligro era blanca.
Y es que Bale la volvió a tener a los dos minutos de la reanudación, pero se volvió a hartar de balón en cuanto vio la coleta de Pinto. Benzema y Di María se desesperaban, y el argentino se lo recriminó abiertamente. Ocho minutos después, la volvió a tener y en esta ocasión hizo lo que debía, pero su disparo salió alto por poco. El Real Madrid perdonaba como había hecho en la primera parte, pero se sentía seguro y hasta tranquilo ante un Barcelona partido en dos. Por un lado los cuatro defensas y, treinta metros por delante, el resto del equipo.
Poco cambiaba respecto a la media hora final de la primera parte. Suficiencia blanca basada en el dominio de Pepe y Sergio Ramos, derroche físico de jugadores como Di María o Isco y contras que amagaban pero no daban, aunque sí asustaban, a los azulgranas. El Barcelona necesitaba algo y Martino por fin se acordó de que en el banquillo tenía a un jugador como Pedro, olvidado y denostado por el argentino en los partidos importantes. Iniesta volvió a su posición natural, la de centrocampista. Demasiado tarde.
Las oportunidades seguían siendo del Real Madrid salvo un tiro de Bartra. Pero el fútbol es un juego, caprichoso como todos, y puede cambiar en un segundo. Un saque de esquina–sí, han leído bien– sirvió para que el Barcelona fabricara el empate. A contraestilo, de aquella manera que nunca quiso ver Guardiola, pero que es igual de efectiva. Minuto 25 de la segunda parte y, con un Barcelona a medio camino de entregar la cuchara, apareció la cabeza de Bartra para meter la pelota en el único sitio al que Casillas no llegaba. Pepe se la comió y el central remató sin oposición alguna. Cambio de escenario. El seguro pasa a tener dudas y el indeciso empieza a creer en la victoria.
Ninguno de los dos equipos tenía fuerza suficiente para controlar el partido, pero la diferencia la marcaba la moral. Antes el Barcelona no asustaba, ahora sí. La tuvo Pedro, como también Bale o Di María; uno y otro estaban empeñados en solucionar el partido, como así fue. El galés enganchó un balón en su campo y dejó atrás a todo azulgrana que se puso en su camino. Casi se lleva también a Martino en su carrera, para plantarse ante Pinto y batirle con un sutil toque de puntera que se coló entre las piernas del portero azulgrana.
Seis minutos tenía el Barcelona para empatar y la tuvo con Neymar, pero se encontró con el palo. Ancelotti durmió el partido tirando de cambios, algo que no había hecho cuando su equipo empezaba a sufrir. No había tiempo para más y el Real Madrid se llevó una Copa en la que creyó desde el primer minuto, algo que no pasó en los azulgranas.
Ficha técnica
FC Barcelona: Pinto, Dani Alves, Bartra (Alexis, m.85), Mascherano, Jordi Alba (Adriano, m.46), Sergio Busquets, Xavi, Neymar, Cesc (Pedro, m.60), Iniesta y Messi.
Real Madrid: Casillas, Carvajal, Sergio Ramos, Pepe, Coentrao, Xavi Alonso, Di María (Illarramendi, m.85), Modric, Isco (Casemiro, m. 87), Bale y Benzema (Varane, m.89).
Goles: 0-1, m.11: Di María. 1-1, m.68: Bartra. 1-2, m.84: Bale.
Árbitro: Mateu Lahoz (colegio valenciano). Amonestó por el Barcelona a Neymar (m.16) y Mascherano (m.53); por el Real Madrid a Isco (m.2), Pepe (m.16) y Xabi Alonso (m.87).
Incidencias: partido final de la Copa del Rey disputado en el campo de Mestalla ante 50.000 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones.
Gareth Bale ya es decisivo en este Real Madrid. El galés fue una apuesta personal de Florentino Pérez y ya ha dado el primer título a la entidad madridista. Lo ha hecho marcando el gol del triunfo a tres minutos del final del partido y cuando peor lo estaba pasando el Real Madrid. Por el contrario, y para mayor regocijo del presidente madridista, Neymar tuvo el empate en el añadido, pero su disparo se estrelló en el poste de la portería de Casillas.
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