El apagón de Rodrygo explica por qué el Madrid cayó ante el Arsenal (y otros males del equipo)

El Real Madrid no estará en las semifinales de la Champions y eso, sin duda, es noticia. De los últimos 15 años, esta es la tercera vez que el conjunto blanco no se mete en la penúltima ronda de la competición, lo que confirma el dominio que la entidad madridista ha tenido en Europa en los últimos años. Pero esta temporada algo ha cambiado y, ante el Arsenal (1-2), se vio a un equipo fundido, sin orden, sin ideas y al límite. El mejor ejemplo es un nombre propio: Rodrygo Goes.

El futbolista brasileño siempre ha sido un jugador capaz de marcar las diferencias. Muy hábil, inteligente en el ataque, con mucho trabajo de equilibrio y tocado por una varita para los goles en los momentos importantes de los partidos, Rodrygo es uno de esos futbolistas que muchas veces parecen que no hace mucho, pero que aportan al equipo y son muy valiosos para el entrenador. Pero el problema es que esa versión del jugador ha desaparecido para dar paso a una irreconocible.

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Alberto Ramírez

Antes del encuentro, Carlo Ancelotti pedía tres cosas pero, a la hora de la verdad, faltó cabeza. Un equipo desordenado, sin un estilo marcado, buscando posiciones de ataque por puro empuje y, sobre todo, sin tener una idea clara de a qué se juega, no tuvo ninguna opción ante un Arsenal que hizo un maravilloso trabajo defensivo. Y, casi sin sufrimiento, consiguió además llevarse a victoria en el Santiago Bernabéu, síntoma del escaso temor que padeció ante el equipo blanco.

El fracaso de la Champions lo escenifica a la perfección Rodrygo, un jugador que ha desaparecido en el tramo decisivo de la temporada a pesar de ser titular indiscutible. Para Ancelotti, el brasileño es una pieza clave del equipo, pero su rendimiento dista mucho de ser el de un futbolista que juega absolutamente todos los partidos. Apagado, con escasa frescura y, sobre todo, negado de cara al gol, esa aportación suya que siempre ha sido tan importante está brillando por su ausencia.

Los números hablan claro: solo ha marcado 1 goles en los últimos 18 partidos, aquel que hizo en la ida de los octavos de final de la Champions ante el Atlético. O, dicho de otra manera, solo ha anotado un tanto en 1.280 minutos de juego, una media de 71 por encuentro. Es decir, siendo titular indiscutible, su faceta goleadora se ha apagado por completo, lo que explica por qué el Madrid perdió ante el Arsenal y, también, muchos de los problemas que sufre el equipo.

Es evidente que, si el Madrid perdió por 3 a 0 en el Emirates, estaba obligado a la remontada en el Bernabéu. Pero si el primer disparo blanco de la vuelta sucede en el minuto 57, las opciones se reducen drásticamente. Y el caso de Rodrygo explica lo que le sucede al equipo: 15 balones perdidos de 37 contactos, solo un centro completado de 11 intentos, ni un intento de regate y ningún tiro a portería son el pobre bagaje del brasileño en la vuelta ante el Arsenal.

Los problemas que escenifica Rodrygo

Para Ancelotti, Rodrygo —como muchos otros— es titular por decreto, sin importar el rendimiento, la meritocracia, el momento de forma o el rival. Esto permite que muchos jugadores se acomoden, a sabiendas de que siempre jugarán. De hecho, después del meneo en el Emirates, el equipo del Bernabéu fue el mismo, salvo por el intercambio de cromos de sancionados entre Tchouaméni y Camavinga. Y, aún más, los cambios nunca llegan hasta el sesenta: siempre una hora de regalo para los titularísimos.

Pero, además, hay un elemento que afecta directamente a Rodrygo y, por extensión, a todos los jugadores de ataque: la falta de un creador de juego. Sin un futbolista que distribuya, marque la velocidad del juego y la dinámica del equipo, muchos otros desaparecen por la falta de abastecimiento de balones. Y, como además, ese jugador que equilibra con el balón no existe —salvo Ceballos, que acaba de volver de lesión—, los esfuerzos en ataque y en defensa de los delanteros se multiplican.

Primero, tienen que bajar muchos metros para recibir y, a partir de ahí, recorrer más de cincuenta metros en cada acción para llegar a posiciones peligrosas, lo que hace que desaparezca por completo el factor sorpresa. Y, además, les obliga a un trabajo excesivo en defensa, por la falta de orden del equipo. Rodrygo, jugador de habitual trabajo defensivo, lo sufre más que nadie, al verse obligado a un sobreesfuerzo en la parte trasera que limita también sus acciones en ataque.

Rodrygo era ese futbolista que saltaba desde el banquillo y cambiaba los partidos con su actitud, su pasión y sus goles, esos que fueron claves para algunas de las remontadas más importantes de la historia reciente del Real Madrid. Ahora, titular absoluto por decreto, su apagón es evidente y el Madrid es el que lo sufre. Su partido para olvidar ante el Arsenal es la confirmación de todos los males del equipo, escenificados en un jugador que perdió su esencia en el tramo clave del curso.