Mendy y Mbappé te resumen en dos jugadas lo que es el Real Madrid y por qué nunca muere

El Real Madrid logró una victoria de mucho mérito ante el Manchester City (2-3), la primera vez que gana en el Etihad en toda su historia. El triunfo, una vez más en el descuento, permite a los blancos golpear primero en la eliminatoria en busca de los octavos de final de la Champions, que se resolverá la próxima semana en el Santiago Bernabéu. El equipo de Carlo Ancelotti jugó un partido muy completo, pero que puede resumir toda su temporada en dos jugadas.

Si por algo se caracteriza -al menos sobre el papel- este Real Madrid es por tener una pegada descomunal, pero muchas más dudas en defensa. Con la retirada de Toni Kroos y la llegada de Kylian Mbappé, amén de las lesiones de larga duración, se daba por hecho que el conjunto blanco iba a recibir más goles en contra, pero que resolvería fácilmente en fase atacante. Y, en cierta manera, así está siendo, pues el Madrid ya suma 97 goles, con un Mbappé cada vez más enchufado.

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Sin embargo, aunque la puntería no termina de estar afinada, es tal la cantidad de acciones de ataque que genera el equipo que los goles se le caen de los bolsillos. El mejor ejemplo es lo que sucedió sobre el césped del Etihad, donde el Madrid tuvo más de 8 ocasiones claras de gol y terminó marcando en las menos evidentes. Y, de hecho, es la gran razón de por qué nunca muere el equipo blanco: aun en un día gris de cara a portería, te termina matando con tres goles.

Como decíamos, hay dos acciones que definen el partido del Madrid: la primera escena tiene lugar en el minuto 12, cuando Ferland Mendy perdonó el gol más fácil que ha tenido en toda su carrera. Después de una gran jugada coral, el balón le llegaba a Vinícius que, en buena disposición para disparar, le cedía el balón al lateral francés sin portero. El internacional francés dudó, tembló y pensó en exceso, para disfrazarse de Cardeñosa y marrar una ocasión clamorosa.

El fallo puede ser considerado como uno de los más groseros de la historia reciente del fútbol. Sin Ederson bajo palos y con toda la portería vacía, en lugar de ponerla a un lado, trató de definir entre Aké y Guardiol, precisamente el único lugar ocupado de la meta. Es la perfecta definición de lo que le pasó al Madrid ante el City y, que le está sucediendo en buena parte del curso: genera muchas ocasiones sencillas para un jugador de élite y no se convierten en gol.

Mendy, Mbappé, Vinícius o Bellingham tuvieron un puñado ante el City, donde con un poco de puntería, habrían logrado un saco de cara a la vuelta. Y ahí es donde aterrizamos en la segunda escena, en el minuto 60, cuando Mbappé firmó el empate con un churro con mucho valor. En un remate en semifallo, donde impacta con la tibia al balón, salió una comba perfecta para superar a Ederson y meter al Madrid en el partido. Y, por eso, no se puede dar nunca al Madrid por muerto.

La realidad es que el equipo tiene tanta pólvora que, como defensivamente no firmes un partido perfecto, el Madrid te va a matar, aunque sea por volumen. Llegan tantas veces que, incluso en las menos claras, las más afortunadas o las más difíciles de definir, el gol está a la vuelta de esquina. Es incluso lo que pasó con Brahim o Bellingham: en un rechace difícil de enganchar y en una vaselina mal definida, los blancos sacaron petróleo para llevarse la victoria.

Fue el triunfo del convencimiento, del coraje y de la pelea, ese que tantas veces ya hemos visto en la historia del Real Madrid. No rendirse nunca, bajo ninguna circunstancia, es una característica inserta en lo más profundo del ADN blanco. Y, aunque parezca que los blancos no tienen su día más acertado de cara a portería, nunca hay que darles por vencidos: en el mismo partido, puedes tener la mala suerte de Mendy y la buena fortuna de Mbappé. Y, mientras, la vida sigue igual.