El día que Thibaut Courtois y Alisson despertaron el fantasma de Karius en Anfield

Anfield albergó tal vez uno de los mejores partidos del fútbol europeo. En total, había 20 Copas de Europa repartidas. El nivel de ambas plantillas es difícilmente superable, igual que la historia de ambos en la competición. Eso no se compra. Lo que sí que ficharon Real Madrid y Liverpool fueron dos buenos porteros, Courtois y Alisson, que cometieron errores más propios de benjamines que de jugadores de su talla. El fantasma de Karius estuvo más presente que nunca en Inglaterra.

Si uno se refiere a los fantasmas, en Liverpool revolotea uno vestido de blanco desde hace un par de años. En el quinto enfrentamiento en el último lustro entre ambos equipos, los ingleses sufrieron su cuarta derrota frente al Madrid, un equipo cercano a generar un trauma en la afición red.

El primero de los porteros en fallar fue Courtois. Habituado a los elogios desmesurados, el belga se enfrentó por primera vez a las críticas. Y vio cómo es el otro lado de la moneda. Su mal control acabó en las botas de Salah, que no fue capaz de completar su ansia de revancha frente al Madrid. Ni siquiera la ayuda divina o de los Reyes Magos podría ayudarle en semejante tarea. Los blancos son un rodillo en Europa.

La reacción de Klopp

Las sonrisas estaban más que presentes en Liverpool, conscientes de que tal vez les tocaba ver una de las goleadas de antaño. La superioridad era la misma que la de los mayores frente a los pequeños en el recreo. Pocas veces habían estado cómodos antes los blancos. Pero la remontada llegó de nuevo. Es un guion de sobra conocido para los aficionados. Lo raro es que todavía haya algunos que se sorprendan.

El Liverpool aún mantenía la ventaja cuando Alisson cometió un fallo que dio alas a la remontada del Madrid. Su intento de pase rebotó en Vinicius y acabó en la portería. Su cara fue todo un poema. Y la de Klopp no fue para menos. Vini había enarbolado la bandera de nuevo. Es el optimista por antonomasia del Madrid. Y razón no le falta, visto lo visto.

Los errores de ambos porteros despertaron el fantasma de Karius, otrora portero del Liverpool cuyos fallos en la final de Kiev en 2018 aún se recuerdan en Anfield. En aquella ocasión, los reds eran superiores al Madrid, pero los fallos del alemán condenaron a su equipo a la derrota. Benzema y Bale todavía no se han olvidado de la fortuna que tuvieron aquel día.

La picardía del Madrid

La jugada de pizarra demostró por qué el fútbol es el juego de los vivos. Y que todavía existe esa picardía, por más que los entrenadores limiten a los regateadores. También la enseñó Benzema, empeñado en realizar obras de arte cada vez que puede. Su elegancia encaja con su nacionalidad. Casi que tendrían que haberse levantado a aplaudir en Anfield.

El Madrid es prácticamente invencible en la Champions porque tiene un aura difícilmente explicable. Para algunos es suerte, pero también hay que buscarla. O encontrar el apoyo divino. El caso es que esto no es nuevo porque ya ocurría antaño. Pero el gen se transmite. Y en el Bernabéu no pueden estar más orgullosos.

El mérito del Madrid es competir con los grandes de Europa sin hacer fichajes de renombre, especialmente en las dos últimas ventanas. Todo lo contrario que el Liverpool, que ha incorporado recientemente a Darwin Núñez (en verano), y a Gakpo (en invierno), dos delanteros de nivel. Imagínense si Mbappé visitera de blanco.

La única nota positiva para los ingleses fue la sensacional actuación de Stefan Bajcetic, que no aparentó en absoluta los 18 años que señala su carné de identidad. Los reds ven la eliminatoria resuelta a favor del Madrid, como confirmaría Klopp. Salvo desastre, no habrá que esperar que el Santiago Bernabéu haga su magia.