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"¡Por mis muertos!" o cómo Courtois salda su histórica deuda con la Champions League
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Un muro infranqueable

"¡Por mis muertos!" o cómo Courtois salda su histórica deuda con la Champions League

El portero belga se convirtió en el mejor jugador de la final frente al Liverpool. Su exhibición sirve como colofón a su extraordinaria temporada y lo proyecta a la lucha por el Balón de Oro

Foto: Thibaut Courtois celebra el título de campeón de la Champions League. (EFE/Juanjo Martín)
Thibaut Courtois celebra el título de campeón de la Champions League. (EFE/Juanjo Martín)

Los jugadores del Liverpool desfilaron tristes, con los ojos vidriosos y apesadumbrados por el césped del Stade de France cuando les tocó el amargo momento de recoger la medalla de subcampeones. No solo no entendían cómo habían perdido la Premier League y la Champions League en una semana aciaga. Era peor, mucho peor... porque habían sido superiores al Real Madrid en un encuentro donde hicieron méritos suficientes para ganar la final. El conjunto de Jürgen Klopp tuvo las ocasiones más claras, pasó por encima del centro del campo blanco durante muchos minutos y tiró 24 veces a puerta (nueve de ellas entre los tres palos) por cuatro del Real Madrid (solo dos entre los tres palos). El único problema es que delante se toparon de bruces con la mayor exhibición histórica de un portero en una final de Champions League, la de Thibaut Courtois.

Es imposible entender el triunfo blanco en París sin atender a la soberbia actuación del guardameta belga. Imperial por alto, hábil por abajo, siempre bien colocado en los centros laterales, académico para no dejar segundas opciones y blocar los balones o, si la tarea de embolsarse era embarazosa, siempre enviar el cuero hacia un costado donde no hubiese rivales. La final de Courtois entra de lleno en el estrellato y le hace merecedor de entrar en la carrera por el Balón de Oro. El premio a mejor jugador de la final no tiene discusión. Fue un muro infranqueable que acabó con las esperanzas de los jugadores del Liverpool.

placeholder El mejor jugador del partido. (Reuters/Molly Darlington)
El mejor jugador del partido. (Reuters/Molly Darlington)

"¿Ha visto alguna vez una exhibición de un portero como la de Thibaut Courtois? Sí... ¡de Courtois!!" Las palabras de Carlo Ancelotti en Movistar+, nada más terminar la gran final de sobre el césped París, ilustran a la perfección la fascinación que cualquier aficionado al fútbol puede sentir hoy por el rendimiento sobrenatural del belga. "Courtois ha hecho una temporada espectacular. Es el mejor portero del mundo. Es muy madridista", diría Florentino Pérez también en los micrófonos de Movistar+, evidentemente atrapado por el belga.

El Liverpool salió en estampida a la final. Su característica presión alta, mordiendo tobillos de los defensores y forzando fallos en salida de pelota, provocaron nervios en la zaga del Real Madrid. También los primeros disparos y acercamientos ingleses. El Madrid estaba asfixiado y al borde del colapso... pero Ancelotti tenía un ángel de la guarda bajo palos. Aliado con el poste, Courtois guardó bajo llave el triunfo blanco. Fue la última frontera frente a la barbarie.

placeholder Salah acabó desquiciado. (Reuters/Dylan Martinez)
Salah acabó desquiciado. (Reuters/Dylan Martinez)

Si el Liverpool acechaba el área del Madrid con centros que no encontraban rematador, un gigante impasible nacido en Bélgica aparecía para erigirse y controlar todos los balones aéreos. Si Mohamed Salah quería cobrarse la venganza y fusilaba en el interior del área, Courtois sacaba una mano imposible. Si, acto seguido, Sadio Mané ponía a prueba de nuevo la fe de Courtois, el portero blanco volvía a demostrar que la primera no había sido suerte, sino un calentamiento para lo que vendría.

La actuación de Courtois, que amargaría a Mohamed Salah también en la segunda parte con un brazo tenso e implacable, es el colofón para una campaña antológica. Una situación que le convierte en el héroe de la decimocuarta Champions League. El belga cierra la Copa de Europa más difícil y gloriosa de la historia del Real Madrid como el jugador más crucial. Una exhibición que supera incluso a la de Iker Casillas en Glasgow 2002 y eleva a Courtois como uno de los mejores porteros de la historia del fútbol. Un guardameta perfecto en lo técnico, lo emocional y lo táctico. Nunca nadie podrá borrar de la retina del aficionado lo vivido en la noche de París.

placeholder Campeón a lo grande. (Reuters/Molly Darlington)
Campeón a lo grande. (Reuters/Molly Darlington)

Alguien capaz de decantar una final con paradas inverosímiles de forma regular y consistente que, además, ha experimentado una mejora descomunal en su juego de pies. Un dominio del esférico que no tenía a su llegada al Real Madrid, pero que ha ido adquiriendo con el paso del tiempo y el trabajo duro. Tampoco hay un portero que otorgue más ventajas a su equipo desde la salida de balón que el belga. Courtois ha obtenido un reconocimiento unánime en su posición, independientemente de las fobias que despierte entre sus vecinos por sus palabras en la previa de la final.

Al término del encuentro, Thibaut atendió a los medios. "La verdad que tantos años, tanto trabajo, en el club de mi vida… El Madrid gana y hubo mucha gente criticándome en Liverpool y en otros lados, pero hoy hemos demostrado que somos los reyes de Europa. He hecho un gran trabajo y las que he sacado a Mané y Salah… ¡Por mis muertos que iba a ganar la Champions! Sobre todo la de Salah, no me lo creo. Hemos ganado", completó el portero del Real Madrid, el mejor jugador de la final y, ya indiscutiblemente, el mejor cancerbero del mundo.

Los jugadores del Liverpool desfilaron tristes, con los ojos vidriosos y apesadumbrados por el césped del Stade de France cuando les tocó el amargo momento de recoger la medalla de subcampeones. No solo no entendían cómo habían perdido la Premier League y la Champions League en una semana aciaga. Era peor, mucho peor... porque habían sido superiores al Real Madrid en un encuentro donde hicieron méritos suficientes para ganar la final. El conjunto de Jürgen Klopp tuvo las ocasiones más claras, pasó por encima del centro del campo blanco durante muchos minutos y tiró 24 veces a puerta (nueve de ellas entre los tres palos) por cuatro del Real Madrid (solo dos entre los tres palos). El único problema es que delante se toparon de bruces con la mayor exhibición histórica de un portero en una final de Champions League, la de Thibaut Courtois.

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